Su imagen no es de las más brillantes en la Biblia
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Fred de Noyelle / Godong | Ref:246 |
Asociado al
chacal por los israelitas, el zorro se reconoce rápidamente por su astucia y su
aptitud para la rapiña. Huelga decir, pues, que su imagen no es de las más
brillantes en la Biblia. Sin embargo, curiosamente, el zorro asumirá un lugar
importante en el bestiario bíblico durante la Edad Media, en especial en los
manuscritos ilustrados de los breviarios, una imaginería que seguirá presente
hasta nuestros días. No obstante, aunque el temor que produce y sus artimañas
confieren al zorro una imagen negativa que lo llevan a compararlo a los falsos
profetas, a veces su reputación se torna más favorable al servir como
instrumento de Dios
Aunque en nuestra época se distingue perfectamente al chacal del
zorro, los israelitas recurrían a la misma palabra para designar a los dos
animales, cosa que no facilita su diferenciación en los escritos bíblicos. Y
aunque estos dos cánidos tienen sus semejanzas, poseen rasgos bien distintivos.
El zorro es de talla más pequeña, más rojo y más solitario,
mientras que el chacal vive en grupo, tiene una cola más larga, un pelaje más
claro y un aullido de lo más característico. Pero ambos son a la vez asustadizos
y depredadores de, en especial, aves de corral.
Es precisamente este instinto predador del zorro el que le ha
ganado una reputación tan mala en la Biblia. Al tener que tirar de astucia para
alcanzar a su presa, su inteligencia es a menudo calificada como engañosa y
será ampliamente denunciada en las fuentes bíblicas.
El Antiguo Testamento y el zorro
El profeta Ezequiel ilustra perfectamente esta mala reputación del
zorro al afirmar
sin rodeos: “Chacales entre las ruinas: ¡eso han sido tus profetas,
Israel!”, entendiendo explícitamente que los profetas no habían luchado con
justicia por edificar la casa de Israel, sino que habían vivido de manera
taimada y ladina como los zorros.
El Cantar de los cantares, por su lado,
describe a los zorros como devastadores para las viñas de Israel, una metáfora
clara sobre quienes no siguen al Señor y no respetan su vid: “Cacen a los
zorros, a esos zorros pequeños que arrasan las viñas, ¡y nuestras viñas están
en flor!”.
El Antiguo Testamento relata también un curioso episodio en el que
Sansón, en su lucha contra los filisteos, decide atrapar a “trescientas zorras,
y las ató cola con cola en parejas, y a cada pareja le amarró una antorcha;
luego les prendió fuego a las antorchas y soltó a las zorras por los sembrados
de los filisteos. Así incendió el trigo que ya estaba en gavillas y el que
todavía estaba en pie, junto con los viñedos y olivares”.
Aunque algo cruel e impactante, este relato hace del zorro, muy a
pesar suyo, usando sus defectos, un instrumento preferente de venganza divina y
recuerda así que la astucia también puede volverse en contra de quien la
utiliza…
El zorro juzgado por Jesús
El Evangelio según san Lucas nos informa
de las palabras directas de Jesús sobre Herodes, palabras inusualmente duras en
su boca. Cuando los fariseos vienen a advertir a Jesús que Herodes desea su
muerte y que debería marcharse, Jesús responde abruptamente: “Vayan a decir a
ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al
tercer día habré terminado”.
El poder temporal no tiene fuerza sobre el Mesías, que debe
continuar su misión, y ningún rey, por astuto que sea, podrá cambiar aquello
por lo que el Mesías ha venido a la tierra. Jesús continúa con más claridad aún
su crítica lamentando, usando la metáfora de la gallina protegiendo a sus
polluelos bajo el ala, que Jerusalén no cuide jamás a sus profetas, todo lo
contrario, los mata.
En Mateo afirma también:
“Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del
hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”, significando así su camino solitario
de Hijo de Dios.
La apoteosis del zorro en la Edad
Media
A partir de estos múltiples relatos bíblicos tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamento, se comprende por qué el bestiario medieval reservó
un lugar destacado al zorro, sobre todo en la época gótica, donde se le
representaría a menudo en relieves o gárgolas y, sobre todo, en las
iluminaciones que ilustraban los manuscritos bíblicos. Los expertos lo
describen como la bestia más embustera y astuta que existe, por lo que se le
comparará al diablo. Sin duda, el zorro no tiene buena prensa…
En un tono más cómico, la imagen del zorro serviría también para
parodiar a los clérigos cuando el animal se imagina predicando a las aves de
corral o incluso confesando a un conejo, en una crítica no disimulada contra
los abusos del poder espiritual. En 1289, Jacquemart Gielée escribió un poema
titulado Renart le Nouvel en el que se
representa una rueda de la fortuna en la que, desde su parte superior, preside
el zorro sentado con los superiores religiosos bajo sus órdenes, un vuelco de
los valores que se explotará aún más durante la Reforma…
En definitiva, la imagen bíblica del zorro se reutiliza en
numerosas ocasiones a lo largo de los siglos en cuentos o fábulas, como las de
La Fontaine, en quien no faltan ejemplos. Incluso en la actualidad se siguen
sufriendo las fechorías de este astuto animal en el campo y algunas zonas más
pobladas en las que el zorro hace incursiones por la proximidad humana.
Philippe-Emmanuel Krautter
Fuente: Aleteia