Capítulo 28: CONTRA LAS LENGUAS MALDICIENTES.
1. Hijo, no te enojes si algunos tuvieren mala
opinión de ti, y dijeren lo que no quisieras oír. Tú debes sentir de ti peores
cosas, y tenerte por el más flaco de todos. Si andas dentro de ti, no
apreciarás mucho las palabras que vuelan. No es poca prudencia callar en el
tiempo adverso, y volverse a mi corazón, sin turbarse por los juicios humanos.
2. No esté tu paz en la boca de los hombres;
pues si pensaren de ti bien o mal, no serás por eso hombre diferente. ¿Dónde
está la verdadera paz y la verdadera gloria sino en Mí? Y el que no desea
contentar a los hombres, ni teme desagradarlos, gozará de mucha paz. Del
desordenado amor y vano temor, nace todo desasosiego del corazón, y la
distracción de los sentidos
Capítulo 29: CÓMO DEBEMOS LLAMAR A DIOS Y BENDECIRLE
EN EL TIEMPO DE LA TRIBULACIÓN.
El Alma:
1. Sea tu nombre, Señor, para siempre bendito, que
quisiste que viniese sobre mí esta tentación y tribulación. Yo no puedo huirla;
sino que necesito acudir a Ti, para que me ayudes, y me la conviertas en provecho.
Señor; ahora estoy atribulado, y no le va bien a mi corazón; sino que me
atormenta mucho esta pasión. Y ¿qué diré ahora, Padre amado? Rodeado estoy de
angustias. Sálvame en esta hora. Mas he llegado a este trance, para que seas Tú
glorificado cuando yo estuviere muy humillado y fuere librado por Ti. Dígnate,
Señor, librarme; porque yo, pobre, ¿qué puedo hacer, y adónde iré sin Ti? Dame
paciencia, Señor, también en este trance. Ayúdame, Dios mío, y no temeré por
más atribulado que me halle.
2. Y entre estas congojas, ¿qué diré ahora?
Hágase, Señor, tu voluntad. Bien he merecido yo ser atribulado y angustiado.
Aún me conviene sufrir; y ¡ojalá sea con paciencia, hasta que pase la tempestad
y haya bonanza! Pues poderosa es tu mano omnipotente para quitar de mí esta
tentación, y amansar su furor, porque del todo no caiga; así como antes lo has
hecho muchas veces, Dios mío, misericordia mía. Y cuanto para mí es más
difícil, tanto es para Ti fácil esta mudanza de la diestra del Altísimo.
Fuente: Catholic.net