LA IMITACIÓN DE CRISTO. LIBRO TERCERO: “AVISOS PROVECHOSOS PARA LA VIDA ESPIRITUAL

Capítulo 28: CONTRA LAS LENGUAS MALDICIENTES.

Dominio público
Jesucristo:
1. Hijo, no te enojes si algunos tuvieren mala opinión de ti, y dijeren lo que no quisieras oír. Tú debes sentir de ti peores cosas, y tenerte por el más flaco de todos. Si andas dentro de ti, no apreciarás mucho las palabras que vuelan. No es poca prudencia callar en el tiempo adverso, y volverse a mi corazón, sin turbarse por los juicios humanos.

2. No esté tu paz en la boca de los hombres; pues si pensaren de ti bien o mal, no serás por eso hombre diferente. ¿Dónde está la verdadera paz y la verdadera gloria sino en Mí? Y el que no desea contentar a los hombres, ni teme desagradarlos, gozará de mucha paz. Del desordenado amor y vano temor, nace todo desasosiego del corazón, y la distracción de los sentidos

Capítulo 29: CÓMO DEBEMOS LLAMAR A DIOS Y BENDECIRLE EN EL TIEMPO DE LA TRIBULACIÓN.

El Alma:
1. Sea tu nombre, Señor, para siempre bendito, que quisiste que viniese sobre mí esta tentación y tribulación. Yo no puedo huirla; sino que necesito acudir a Ti, para que me ayudes, y me la conviertas en provecho. Señor; ahora estoy atribulado, y no le va bien a mi corazón; sino que me atormenta mucho esta pasión. Y ¿qué diré ahora, Padre amado? Rodeado estoy de angustias. Sálvame en esta hora. Mas he llegado a este trance, para que seas Tú glorificado cuando yo estuviere muy humillado y fuere librado por Ti. Dígnate, Señor, librarme; porque yo, pobre, ¿qué puedo hacer, y adónde iré sin Ti? Dame paciencia, Señor, también en este trance. Ayúdame, Dios mío, y no temeré por más atribulado que me halle.

2. Y entre estas congojas, ¿qué diré ahora? Hágase, Señor, tu voluntad. Bien he merecido yo ser atribulado y angustiado. Aún me conviene sufrir; y ¡ojalá sea con paciencia, hasta que pase la tempestad y haya bonanza! Pues poderosa es tu mano omnipotente para quitar de mí esta tentación, y amansar su furor, porque del todo no caiga; así como antes lo has hecho muchas veces, Dios mío, misericordia mía. Y cuanto para mí es más difícil, tanto es para Ti fácil esta mudanza de la diestra del Altísimo.

Fuente: Catholic.net