La visita de Ratzinger a Pamplona en 1998 dejó multitud de anécdotas, como cuando le obsequiaron con unas zapatillas nuevas o la demostración de su capacidad de memoria visual
![]() |
Ratzinger, honoris causa por la UN enero 1998 |
La visita del cardenal Ratzinger a Navarra en 1998 para ser investido
doctor 'Honoris Causa' dejó multitud de vivencias y
anécdotas entre quienes tuvieron la oportunidad de vivir junto al entonces
Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe aquellos días de enero.
Uno de los que más recuerdos
entrañables guardan de la visita es el sacerdote Héctor Devesa, que compartió
colegio mayor en Pamplona con Jospeh Ratzinger, y además cantó para el futuro
Papa durante la Misa o en la tuna de la Universidad de Navarra, de la que entonces formaba
parte. Lo más llamativo de todo es que años más tarde, cuando ambos se
reencontraron en el Vaticano, el alemán le recordaba perfectamente.
“Es una cosa impresionante
porque te hace ver la capacidad visual que tenía. Yo estaba en la tuna, en el
coro de la universidad, canté en la misa que Ratzinger celebró allí... y años
más tarde, en una celebración en San Pedro, estábamos el pasillo central de la
Basílica y terminando la ceremonia Ratzinger pasó justo antes de Juan Pablo II. Nos
acercamos a saludarle diciendo que éramos de Pamplona y exclamó cuando me
vio... ¡el gran cantor!”, recuerda en TRECE.
Héctor Devesa recuerda cuando
le preguntó al cardenal por la música sacra y el arte, dos ámbitos que
interesaban mucho a Benedicto XVI: “Quizás por eso se identificó más conmigo
que por el hecho de cantar”.
La
anécdota de las zapatillas
Pero no es la única anécdota de
aquella visita a la capital navarra, ya que una de las más curiosas tenía que
ver con sus zapatillas, como desvela un cuarto de siglo después el sacerdote: “El
cardenal tenía unas zapatillas muy usadas y al verlas el personal de servicio
del colegio mayor, vieron la necesidad de comprarle unas nuevas y lo hicimos. Esas
zapatillas viejas se guardan en el colegio mayor, y cuando fue elegido Papa
dijeron que teníamos la zapatillas del Papa”, ha relatado con una sonrisa.
Para Héctor Devesa, la
principal conclusión que extrajo de Benedicto XVI aquellos días de 1998 es que
se trataba de una figura humilde, pese a que no era ya un cardenal cualquiera,
sino una personalidad relevante del Vaticano: “Cuando recibió el doctorado
'Honoris Causa' había muchos cargos y arzobispos, pero él salió del colegio
mayor vestido de sacerdote porque quiso recibir el doctorado sin grandes
reconocimientos. Ya en el almuerzo sí se puso elegante con su sotana. Esos
pequeños detalles hacían ver cómo era un hombre muy sencillo”, ha expresado en
TRECE.
"Hablamos
de un santo al que hay que pedirle"
Ahora, tras visitar su capilla
ardiente, Devesa ha confesado que el mayor impacto lo recibió el 31 de
diciembre al conocer su muerte, ya que se encontraba en la Basílica de San
Pedro ensayando para la celebración del Primero de Año:
“Estar en la Basílica de San Pedro recibiendo la noticia y estar en el altar
papal, y que los maestros de ceremonias dirigieran un responso y tú estar en el
altar del Papa para ensayar la misa... fue una conmoción”.
Miles y miles de fieles se han
acercado ya a la basílica para despedirse del Papa emérito, entre ellos muchos
jóvenes. Un hecho que no ha pasado desapercibido para Devesa: “Hablamos de un
santo al que hay que pedirle. Es lo que se está viviendo. Cantidad de jóvenes
están viniendo de España o Alemania. Mucha gente viene a rezar porque quien ha leído su teología
y su ministerio como Pontífice nos ha construido por dentro en la fe y eso
queda para siempre y tienes la necesidad de agradecerlo”, ha
sostenido.
Fuente: ECCLESIA