El Papa emérito falleció acompañado por su secretario, sor Birgit, las cuatro laicas consagradas de Memores Domini y el personal médico
Mons. Georg Gänswein besa la mano del Papa Emérito en la basílica de San Pedro. Foto: CSN / Vatican Media |
«No oí sus últimas palabras con mis
propios oídos, pero la noche antes de su muerte las oyó uno de los enfermeros
que estaba de guardia. Hacia las 3:00 horas: “Señor, te amo”. El enfermero me
lo dijo por la mañana nada más llegar a la habitación, fueron las últimas
palabras comprensibles», ha afirmado, según recoge Vatican News.
Durante la entrevista, Gänswein ha
recordado que cada mañana rezaban juntos. «Hagamos como ayer, yo rezo en voz
alta y usted se une espiritualmente», le dijo. Entonces, Benedicto XVI, que ya
no podía hablar y estaba realmente cansado, abrió un poco los ojos y asintió
con la cabeza. «Así que empecé», ha añadido.
Hacia las 8:00 horas su situación
empezó a agravarse y los dos médicos que estaban allí le dijeron lo siguiente:
«Tememos que ha llegado el momento que tenga que soportar su última lucha en la
tierra». Así que llamó a las laicas consagradas de Memores Domine y a sor
Birgit para que estuviesen cerca.
Y ha agregado: «En ese momento
estaba lúcido. Yo había preparado de antemano las oraciones de acompañamiento y
rezamos durante unos 15 minutos todos juntos. Benedicto XVI respiraba cada vez
con más dificultad. Entonces miré a uno de los médicos y le pregunté: “Pero,
¿está agonizando?”. Me dijo: “Sí, ha empezado, pero no sabemos cuánto durará”».
Mientras rezaban, cada uno en silencio, exhaló su último suspiro. Eran las 9:34. «Continuamos las oraciones y concluimos cantando Alma Redemptoris Mater. Murió en la octava de Navidad, su tiempo litúrgico favorito, en el día de uno de sus predecesores, San Silvestre. Les dije a todos: “Llamaré inmediatamente al Papa Francisco, él es el primero en saberlo”. Le llamé y me dijo: “Voy inmediatamente”. Vino, lo acompañé al dormitorio donde murió y les dije a todos: “Quédense”», ha narrado. El Papa se sentó en una silla junto a la cama, rezó, dio la bendición y se despidió.
Fuente: Alfa y Omega