Cuidar a las personas en todos los aspectos es humanizar la medicina.

Instagram Hospital de Cuidados Laguna. Dominio público
La
instagramer Mar Dorrio recorre las diferentes visiones de los profesionales que
acompañan a las personas que tienen muy cerca la muerte. Sus respuestas
sorprenden

En
esta semana del año, me encanta darme el lujo de leer «Cuento de Navidad». Que
el fantasma del pasado me recuerde mis cuentas pendientes, que el fantasma del
presente corrija la dirección de mi vida, y que el fantasma de las Navidades
futuras me llame la atención sobre las cosas
importantes. Que, dicho sea de paso, son realmente pocas.
Y
este año, esos fantasmas me han señalado un rincón del planeta donde todos los
días se viven las cosas importantes de personas que están llegando a la meta:
el hospital de Cuidados Paliativos Laguna,
en Madrid (España). Desde allí, es imposible no coger una perspectiva
dickensiana.
Queríamos
que un paciente de Laguna fuese nuestro fantasma, nuestro Pepito Grillo del
pasado. Pero, antes de poder grabar la entrevista, le tocó el turno en la
puerta del Cielo… En su lugar, nos habló una jovencísima María,
hija de Carolina, una paciente del hospital. Alguien que derrocha sabiduría
octogenaria a pesar de ser una niña insultantemente joven.
‒ María, cuando ya llega ese
momento del camino, cuando están a punto de despegar, qué es lo que realmente les
importa?
‒ Bueno, lo que
realmente piden todos los pacientes de Laguna es estar en paz,
y algunos se apoyan en la esperanza de una vida más allá. Vemos como mucha
gente que no tenía ningún tipo de creencia, al llegar aquí se hace un replanteamiento de
toda la existencia. Pero, lo que todos piden, tengan o no convicciones
religiosas, es estar rodeados del cariño de la gente que les quiere.
Es el momento de romper con todo tipo de esquemas, de resolver problemas que
haya habido antes. El amor es el verdadero y único compañero en los momentos
relevantes.
‒¿Cómo
se mira al pasado? ¿Hace falta mucha valentía para echar la vista atrás desde
un hospital de cuidados paliativos?
‒Más que mirar al pasado, yo
creo que la pregunta debería ser cómo se mira al futuro, a la
muerte, desde un hospital de cuidados paliativos. Porque la muerte nos va a
llegar a todos. Desde un hospital de paliativos, tienes que plantarle cara al
pasado sin miedo. Es «el momento» de dar gracias, de pedir perdón, y de arreglar
lo que haya podido quedarse pendiente en el camino. La
muerte termina con una vida, pero no con una relación. Olvidar a una persona
depende de nosotros. Aunque no la tengamos en el día a día, si la tenemos en la
memoria, si disfrutamos de sus recuerdos y hablamos de ella, sigue con
nosotros.
También
hablamos con Elena Ruano, técnico de dietética del Hospital
Laguna.
‒Elena, ¿cómo cuidar a los nuestros estas navidades?
¿Cómo cuidarlos como si fuese la última Navidad? ¿Cómo lo hacéis en Laguna?
‒En dietética y cocina, tenemos un
equipo que, efectivamente, elabora las recetas pensando que puede ser la última comida del paciente.
Se piensa en a quién va dirigida, y se añade en cocina muchísimo amor y
muchísimo cariño.
‒¿Cuál va a ser el menú de la cena de Nochebuena
en el hospital?.
‒Buscaremos recetas que
lleven sentimiento. Nuestros mayores, y no tan mayores, tienen recetas del
recuerdo, y, partiendo de ese recuerdo, elaboramos unas recetas especiales y
personalizadas para cada paciente. Como neurogastrónoma, tengo la misión de
que cada receta esté pensada para la persona que la va a recibir. Y
este objetivo está presente en todo el proceso, desde la elección de la receta,
su elaboración… hasta su llegada a la mesa del paciente.
Hemos
de lograr que el paciente que recibe esa comida se lleve una experiencia
feliz en ese día, en ese momento. Si el paciente tiene
recuerdos positivos con un cocido, por ejemplo, en el momento que lee cocido se
hace una idea de lo que va a comer, y la memoria provoca que el paciente tenga
un recuerdo agradable, una motivación para comer.
África forma parte del equipo de
psicólogos de Laguna.
‒África, ¿se puede llegar a notar la alegría de la Navidad en esos momentos tan
delicados, en un lugar tan singular como un hospital de cuidados paliativos?
‒ Sí, sí se puede notar. Aunque
defendemos que no hay que buscar la alegría de manera obsesiva, aquí todas las emociones están permitidas, son igual de
válidas: la alegría, la tristeza, el miedo, el enfado… Sin angustiarnos. Pero a muchos de
los pacientes les gusta decorar con su estilo las habitaciones, cantamos
villancicos… ¡Se nota la Navidad!.
‒¿Crees que nuestra sociedad conoce los
cuidados paliativos?
‒Yo creo que no. No los
conocen del todo porque la muerte y el sufrimiento no son temas que a esta
sociedad le guste tratar. Generalmente, se cree que es un lugar triste de luces
apagadas, y es todo lo contrario: se trata de transmitir paz, serenidad, alegría,
a las personas que están ingresadas y a sus familiares”.
Morir
sin dolor
‒ ¿Se
puede morir sin dolor hoy en día?.
‒Sí, y es uno de nuestros
objetivos prioritarios. Que nuestros pacientes estén sin dolor y sin
preocupación. Médicamente, les abastecemos con lo que haga falta para garantizar que
no sufran, y también nos aseguramos de que estén en contacto con sus familias.
Desde psicología, les brindamos el apoyo para vivir sin angustia esos
momentos, y, desde trabajo social, procuramos solucionar temas pendientes que
les preocupan, como hipotecas, pagos pendientes, y todo tipo de gestiones.
Amigos lectores de Aleteia, sólo desde el conocimiento
podemos elegir libremente nuestro futuro. A mí, si me dan elegir, quiero que
sea en una habitación de cuidados paliativos donde me reconcilie con mis
fantasmas del pasado, donde disfrute hasta el último segundo del presente gracias
a los platos que me envíen desde sus cocinas, y quiero que sea allí donde me
recoja el fantasma de las Navidades futuras para llevarme a la tierra de la
eterna Navidad, para poder tomarme un té calentito con Charles Dickens, entre
otros… ¡Feliz Navidad, queridos lectores! Why not?
P.D. A sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, les
pido que algún director de cine sueñe una película en la que se muestre a todo
el mundo que la buena muerte no es sinónimo de eutanasia, y que ponga de
manifiesto la necesidad de una planta de cuidados paliativos en todos
los rincones del mundo.
Mar Dorrio
Fuente: Aleteia