En el día de
difuntos, Francisco ha celebrado la Misa en San Pedro en sufragio de los
cardenales y obispos fallecidos a lo largo del año
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Foto: Reuters/Guglielmo Mangiapane. Dominio público |
La primera de ellas «expresa el sentido de la
vida, porque vivimos en la anticipación del encuentro de Dios». De hecho,
«todos vivimos a la espera, en la esperanza de escuchar un día aquellas
palabras que Jesús nos dirige: “Venid, benditos de mi Padre”».
En realidad, es la espera del cielo,
donde Jesús «eliminará para siempre la muerte» y «enjugará las lágrimas de todo
rostro», ha recordado el Pontífice. «¡Es hermoso cuando el Señor viene a secar
las lágrimas!», ha afirmado al mismo tiempo que ha advertido contra la
tentación de «esperar que sea otro, y no el Señor, quien las borre». El Santo
Padre también ha criticado el hecho de «no tener lágrimas».
Asimismo, Francisco ha advertido
contra «el riesgo de aspirar continuamente a cosas que pasan, de confundir
deseos con necesidades, de anteponer las expectativas del mundo a la espera de
Dios». En este sentido, el Papa ha asegurado que «perder de vista lo que
importa para ir tras el viento sería el mayor error de la vida». Como ejemplo,
el Santo Padre ha hablado de «las mejores carreras», las «riquezas» o los
«premios más prestigiosos». Todo eso «desaparecerá en un instante y toda
expectativa puesta en ellos quedará defraudada para siempre».
Dios en los pequeños
Para hablar de la sorpresa, el
Pontífice ha recurrido al capítulo 25 de Mateo, cuando los protagonistas del pasaje le
preguntan al Señor «¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento
y te dimos de beber?». La respuesta es sorprendente. «Todo lo que hicisteis a
uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis». A lo que el
Santo Padre ha añadido: «El Altísimo parece estar en los pequeños. Los que
viven en los cielos están entre los más insignificantes para el mundo».
En este sentido, el Papa ha instado
a «amar gratuitamente y a fondo perdido, sin esperar reciprocidad, a los que
están incluidos en su lista de preferencias, a los que no pueden devolvernos
nadad, a los que no nos atraen». Después de esta invitación, Francisco ha
contado que esta misma mañana ha recibido una carta de un capellán protestante
que atiende a niños huérfanos en Ucrania y
«me emocioné».
Por último, el Pontífice ha pedido
tener cuidado y «no endulzar el sabor del Evangelio» o «atenuar el mensaje de
Jesús». Los que lo hacen son quienes tienen siempre un sí en la boca, pero
luego hacen no. «Los cristianos que comentan, debaten y exponen teorías, pero
no conocen ni siquiera a un pobre por su nombre, no han visitado a un enfermo
durante meses, nunca han alimentado o vestido a alguien, nunca han hecho
amistad con alguien en necesidad».
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega