Los voluntarios de esta plataforma ProVida rezan frente a los abortorios por el fin de este drama
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Dominio público |
Rezan porque confían en
que la oración puede salvar vidas, tocar el corazón de una madre que se plantea
abortar, o del personal que trabaja en uno de estos centros. “Rezamos de forma pacífica y en silencio por el fin del aborto, por
las mujeres y por todo el entorno del crimen del aborto”, señala
Rebeca, responsable y coordinadora en Madrid de esta iniciativa, ante los
micrófonos de ‘Ecclesia’ (domingos a las 13 h en TRECE).
Lucia
protagoniza una de esas historias surgidas de la mano de esta cadena de
oración. Por su situación familiar y económica, no tenía recursos para sacar a
su hijo adelante cuando se quedó embarazada. “Vino de sorpresa, yo no lo
buscaba”. Cinco meses antes, ya había tenido un aborto y la
experiencia le hizo pasarlo muy mal durante mucho tiempo. “Mi opción entonces fue el aborto por la presión social de la gente
que me rodeaba”.
En su última
visita al abortorio, ante el nuevo embarazo, salió llorando desconsoladamente
después de ver la ecografía de su bebé. “Ellos no me la enseñaron, la vi de
refilón. Algo se me encogió, se me hizo como un nudo”. Sin darse
cuenta, se sentó a llorar junto a las voluntarias que rezaban. Y Ana se acercó
a hablar con ella. “Me explicó que a lo mejor podían ayudarme a sacar a mi niño
adelante. Me dieron la oportunidad de ser algo que
siempre había querido ser y nunca me habían dejado”.
40 Días por
la Vida nació en Estados Unidos en 2007, y se ha extendido por multitud de
países, para luchar contra la millonaria industria del aborto. “Nosotros no nos
acercamos a las mujeres, simplemente estamos rezando ahí. Son las mujeres las que, en ocasiones, al vernos el Señor les toca
el corazón y les entra la inquietud de qué sucede si no abortan”,
explica Rebeca sobre la campaña que están desarrollando ahora hasta el próximo
mes de noviembre.
“Ellas se nos acercan, y a partir de ahí nosotros las acompañamos
todo el tiempo que necesiten, movemos cielo y tierra para poder ayudarlas, no
solo durante el embarazo, sino también después.”
“Si no fuera por ellas, yo no tendría a mi bebé”, confiesa Lucía. “Para mí ser mamá es increíble. Me ha abierto una oportunidad que no cambiaría nunca”.
Álvaro González
Fuente: ECCLESIA