El famoso teólogo español José Antonio Fortea, autor del tratado de demonología Summa Daemoniaca, abordó recientemente la inquietud de si hacerse un tatuaje permanente en la piel, o un piercing (perforación), es demoniaco
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Imagen referencial / Foto: Pixabay (Dominio Público) |
“Hay personas
que preguntan si los tatuajes o los piercings son algo demoniaco. La respuesta
es ‘no’. Solo es demoniaco aquello que tiene una relación directa con el
demonio”, dijo a ACI Prensa.
El P. Fortea
explicó que “tatuar el cuerpo, como ponerse un piercing, no es una ofensa a
Dios. No hay ninguna voluntad de ofenderle”.
Incluso en
casos en los que la tinta para tatuar pueda haber sido, como hacen algunos,
consagrada al demonio, esto no necesariamente afectaría a quien se hace el
tatuaje sin saberlo. "Consagrar la tinta al demonio es simplemente que esa
persona invoca al demonio. Si se invoca al demonio pueden suceder cosas malas
-físicas o espirituales-, pero no es infalible. Dios puede poner su mano para
detener esa acción del demonio", señaló.
Sin embargo,
precisó, “hay que recordar a los jóvenes que el cuerpo es una obra de Dios. Y
que una cosa es poner algo encima de ese cuerpo y otra practicar en él reformas
irreparables”.
“No hay nada
malo en pintar algo sobre el cuerpo si eso va a desaparecer al cabo de unos
días o semanas. Es el hecho de la irreversibilidad lo que hace que el sentido
común se pregunte si es algo adecuado”, precisó.
El sacerdote
español destacó que “no importa lo artístico o bello que pueda parecer un
tatuaje, la piel en cualquiera de los colores y tonos otorgados por Dios a sus
hijos será siempre mucho más bella”.
“Es curioso que
entre la gente muy cristiana –de todas las confesiones– apenas si se dan
tatuajes, pues la conciencia avisa de que eso no es adecuado”.
El P. Fortea
añadió luego que si bien “es cierto que algunos pueblos han tenido la costumbre
de hacerse tatuajes como un modo de mostrar su etnia o grupo religioso”, con el
tiempo estas costumbres “han sido abandonadas”.
“Porque la
razón indica que el cuerpo, joven o anciano, posee una mayor o menor belleza en
sí mismo. Mientras que la acción irreversible del ser humano suele ser un
aditamento que no mejora la simple y sencilla belleza del cuerpo mismo”.
“Si alguien me
consulta si mi juicio sobre el tatuaje cambia si se tatúan rostros de Jesús, de
la Virgen, crucifijos o cosas similares, la respuesta es ‘no’. En una casa
puedo realizar los cambios que desee, porque es una obra humana. Lo mismo en un
vestido: en él puedo realizar las reformas que considere convenientes. Pero el
cuerpo humano es algo divino. Toda intervención irreversible en el cuerpo debe
ser realmente conveniente y razonable”, añadió.
El sacerdote
lamentó que “veo a algunas personas que se tatúan motivos de una vulgaridad
increíble. Veo a individuos que pagan para dibujar sobre su cuerpo cosas muy
feas y con un dibujo que no tiene ninguna belleza”.
Aún así,
señaló, “por muy estético que sea un tatuaje, hay que recordar que es como si
escogiera una ropa para mí con la obligación de llevar siempre esa ropa hasta
el último día de mi vida”.
“La recta razón
indica que no es una buena decisión”, concluyó.
Por David Ramos
Fuente: ACI Prensa