Santos que tenían una devoción especial al Niño Jesús nos motivan a promoverla en los niños en los días de Navidad
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La devoción a la Infancia de Jesús ha sido desde los primeros
siglos una constante en la espiritualidad cristiana. Jesús en su niñez nos
acerca a la sencillez, confianza, misericordia y gozo de la Navidad como una
oportunidad de poder compartirla con nuestros hijos.
Meditar sobre el belén
San Francisco de Asís tenía
una devoción muy especial por el Niño Jesús. De hecho, se le atribuye la creación del
primer belén en la víspera de Navidad del año 1223. Se
cree que esta idea surgió luego de hacer una visita al lugar en una peregrinación
a Tierra Santa.
Los belenes o pesebres han sido durante siglos un símbolo popular
de la Navidad. El momento del nacimiento de Jesús está lleno de gran
significado y enseñanza. La razón de esta gran fiesta es la llegada de un
humilde niño al mundo que trae paz y esperanza.
El belén es una tradición católica histórica, pero sobre todo una
herramienta de meditación para todos. Jesús nació con pobreza, humildad y
sencillez. De hecho, Francisco fundó su orden religiosa
para imitar estas mismas virtudes.
Podemos
mostrarles una película sobre el nacimiento
de Jesús con una noche
de cine o recurrir a un libro adaptado a sus edades donde
puedan leer o ver las imágenes de la historia o tener un belén armado en un
lugar especial del hogar como una reliquia familiar preciada. Estas son todas
ideas que ayudarán a difundir la devoción al Niño Jesús.
A través de estas ayudas visuales, los niños pueden comprender
cómo Cristo vino al mundo sin demasiadas cosas materiales. No solo les enseña
que no es necesario tener tanto, sino que los regalos tienen un significado. Es
el nacimiento de un bebé, un cumpleaños y recibe regalos que comparte con
nosotros.
Escribir una carta
Santa Teresita eligió
llamarse “Del Niño Jesús” precisamente porque con él aprendió el camino de la
infancia espiritual. El camino que no es infantil, sino una entrega total al
cuidado providencial de Dios depositando en él todos nuestros planes con la
confianza de un niño pequeño que se abandona en los brazos de sus padres.
Esta santa escribió en su autobiografía: “Soy un alma muy pequeña
que solo puede ofrecer cosas muy pequeñas a Dios”. Ofrecer
pequeñas cosas es algo importante y es una manera de conservar esa
niñez que necesitamos para avanzar en el camino del amor. Como
dijo Jesús: “Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no
entrará en él.” (Lucas 18,17)
Anima a los niños a que escriban una carta para ponerla cerca del
árbol de Navidad, llevarla a su parroquia o dejarla en un lugar especial donde
puedan ofrecerle unas palabras de amor a Jesús. Algo que quieran decir o
compartir con ese niño que está por nacer como sus proyectos, metas, talentos,
logros del año e inquietudes futuras.
Podemos enseñarles que Jesús, un niño como ellos, es sobre todo
amigo y estará allí para atender a sus palabras en cada momento de sus vidas.
Esta comunicación no es otra cosa que hacer oración y es bueno que puedan ir
sentando esa base desde pequeños. Pueden incluir una foto, un dibujo o utilizar
un diseño para colorear.
Normalmente el tipo de cartas que hacen los niños cuando escriben
en esta época del año son listas de regalos. Intenta que no se queden
únicamente con la parte material de la Navidad y puedan recibir otros regalos
que son espirituales. Hay mucho material de Adviento adaptado para niños con
reflexiones diarias que se pueden hacer con ellos para despertarles pequeñas
inspiraciones mientras recorren su camino.
Hacer un regalo
En la víspera de la Navidad de 1937 Santa Faustina escribió
en su diario: “Al cabo de un rato me quedé solo con el Niño Jesús que me tendió
sus manitas y comprendí que debía tomarlo en mis brazos. Jesús apretó su cabeza
contra mi corazón y me hizo saber, con su mirada profunda, lo bueno que le
pareció estar junto a mi corazón.”
Jesús Niño se le apareció a esta santa
en varias ocasiones de su vida recordándonos el valor de
unirnos más a su corazón -un corazón lleno de misericordia – y permanecer en su
presencia a través de una pequeña obra misericordiosa acorde a ese corazón.
En este sentido, podemos enseñarles a nuestros hijos que la
Navidad es una oportunidad para hacerle un regalo al Niño Jesús, recordando sus
palabras: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis
hermanos, lo hicieron conmigo.” (Mateo 25,34-40)
El mismo Jesús fue quien propuso las obras de misericordia y los
adultos podemos introducir y acompañar a nuestros hijos a poner en práctica
alguna de estas, tanto las espirituales como las corporales. De acuerdo a sus
edades podemos guiarlos con algún material de apoyo o armar un pequeño proyecto
en el que ellos puedan elegir una obra y ofrecerla como regalo.
Las corporales son: visitar a un enfermo, darle
de comer a alguien que tiene hambre, darle de beber al sediento, dar posada al
peregrino, vestir al desnudo, visitar a un preso y enterrar a los difuntos. Y
las espirituales: enseñar al que no lo sabe, dar buen consejo a quien lo
necesita, corregir al que se equivoca, perdonar al que nos ofende, consolar al
que está triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo,
rezar a Dios por los vivos y por los muertos.
Cantar canciones
San Josemaría Escrivá le dio
mucha importancia a la devoción de la Infancia de Jesús y son innumerables las
anécdotas que confirman esta devoción. Estimaba los villancicos tradicionales
por sus letras y por su música y cuando los oía, tomaba el Niño Jesús en sus
brazos, se emocionaba y los cantaba. ¡Esta es una buena noticia! Jesús está con
nosotros.
A los niños les gusta celebrar y las canciones navideñas siempre han sido una parte especial de la temporada. Dentro del extendido repertorio de canciones, hay una que todo niño conoce muy bien y es la del feliz cumpleaños. Esta canción puede hacer más fácil, sobre todo para los más pequeños, comprender la fiesta del nacimiento de Jesús.
Hacer que los niños se reúnan con otros integrantes de la familia
para preparar un pastel para el cumpleaños de Jesús y
cantarle es una manera de poder recordarles con una experiencia concreta y
divertida la verdadera razón de por qué celebramos. La vida de Jesús se puede
explicar mientras se incorporan los ingredientes, se mezcla la masa y se decora
el pastel.
Al participar del cumpleaños de Jesús, el verdadero significado de
la Navidad renueva y despierta la importancia de compartir el amor que nos
trajo con su nacimiento. Esta tradición también refuerza cómo ese amor crea un
vínculo especial dentro de la propia familia. Un simple pastel acompañado con
música y cantos transmite el gozo de la fiesta de cumpleaños más maravillosa de
la historia a la que todos estamos invitados.
Cecilia Zinicola
Fuente: Aleteia