Precisamente, poco antes de fallecer, quiso donar una imagen de la Virgen y un Crucificado que tenía en su casa a un sacerdote para que las pusiera a buen recaudo. Lo hizo a través de una mediadora, su asistenta, que era feligresa de San Isidoro y San Pedro Claver.
Por aquel entonces, el sacerdote Francisco Jiménez Lázaro era vicario parroquial de ese mismo templo y fue el encargado de recibir las tallas. «Se presentó un día en la parroquia esta señora con las imágenes y me dijo: “Me las ha dado la pasionaria para que se las entregue a un sacerdote y yo se las quiero dar a usted”». A lo que el presbítero contestó: «Pues estupendo, me alegro mucho de que ella las haya tenido. Es un gran honor tenerlos ahora aquí».
Francisco Jiménez Lázaro las colocó en la sacristía de parroquia de San
Isidoro y San Pedro Claver sujetadas con una peana y acompañadas del siguiente
cartel: María Dolores Ibarruri, más conocida como la Pasionaria, relevante en
su papel durante la persecución religiosa en España entre 1936 y 1939, se
convirtió y llevó una vida cristiana hasta el final de sus días. Entregó estas
imágenes a una criada para que las donase a una iglesia, cosa que hizo a través
de D. Francisco Jiménez Lázaro, vicario parroquial de esta parroquia.
La asistenta «me las trajo porque la pasionaria era ya muy mayor, le
quedaba poco tiempo de vida, y quería sacar las imágenes de su casa antes de
morir por si entonces entraba alguien en su casa y le hacía algo a la Virgen y
al crucifijo», explica el sacerdote.
Para Jiménez Lázaro, que con 94 años está jubilado pero sigue celebrando alguna Eucaristía en la misma iglesia, «fue un orgullo acoger las imágenes. Les tengo mucha devoción», concluye.
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega