Hace unos días, una hermana me
pidió que si podía enhebrar la aguja, a lo que, encantada, accedí. Cogí el hilo
y traté de meter el extremo por el ojo de la aguja, y en un segundo estaba
listo.
Pero... ¡qué cosa! Porque me
quedé pensando cómo el hilo por sí solo no puede atravesar nada, ninguna tela
(por fina que sea); es demasiado frágil como para poderlo hacer. Necesita de la
aguja, que le abre camino y tira de él, haciendo que el hilo pase por donde la
aguja pasa, y así va marcándole y va tejiendo su costura.
Y en seguida lo comprendí... Ese
hilo frágil somos nosotros, que estamos hechos para unir, para tejer la vida, y
hacer de cada día una nueva puntada. Sin embargo, por nosotros mismos no
lograríamos atravesar ningún umbral, porque, cuando tratamos de hacerlo solos,
nos rompemos. Necesitamos de Cristo, que es nuestra aguja: si nos colgamos de
Él, nada que se nos ponga por delante podrá contra Él, pues va abriendo camino,
va marcando la ruta a seguir, y todo porque siempre siempre va con nosotros.
Este es verdadero regalo de la Navidad.
Hoy el reto del amor es colgarte
de Cristo. La vuelta al trabajo, la cuesta de enero, las tareas pendientes o
ese suceso que duele... de la mano de Cristo, todo es posible vivirlo. ¡Él no
te soltará!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma