A mi familia, a mi médico,
a mi sacerdote, a mi notario:
Dominio público |
Considero
que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el
valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi
existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que
no se acaba, junto a Dios.
Por
ello, yo, el que suscribe ............ pido que si por mi enfermedad llegara a
estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio
de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la
eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de
muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.
Pido
igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo
poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con
la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.
Suscribo
esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis
que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y
difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para
atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta
declaración.
Firma:
Fecha:
Fuente: Conferencia
Episcopal Española