En el
terremoto que asoló Haití en 2010 murieron 300 niños a los que ayudaba la
asociación Acoger y Compartir. Ahora, ha reconstruido la escuela y ha enviado
24.000 kilos de solidaridad a los 700 pequeños que hoy pueblan de nuevo el
colegio
![]() |
Foto: Asociación, Acoger y Compartir |
Pero ese día la tierra templó y lo derribó todo. «Murieron unos 300
niños, todos los que acudían a clase en la franja horaria de la tarde. Fue muy
duro», asegura De Haro a Alfa y Omega.
A partir de ahí, todo el trabajo de la asociación y de los redentoristas
implicados se centró en reconstruir las escuelas. Y así lo hicieron en Chateau,
Fonfrede, Hinche, Puerto Príncipe y Jeremie gracias a la solidaridad de muchas
personas. «Nos ayudó hasta el Real Madrid y muchas personas que incluso nos
entregaban de lo que necesitaban. No se perdió ni un céntimo».
El redentorista recuerda especialmente el día que inauguraron la nueva
escuela San Gerardo. «Me impresionó un anciano que, camino de su chabola, se
detuvo delante de la escuela y, sin ninguna razón aparente, se puso a
aplaudir». En la actualidad, al centro asisten cerca de setecientos niños.
Hambre
y violencia
Con las escuelas de nuevo en pie, «el problema ahora es, además de la
inseguridad, los secuestros o la violencia, hay mucha dificultad con el tema de
la alimentación», explica el presidente de Ayudar y Compartir. En este
contexto, la asociación llena y envía una o dos veces al año un contenedor con
comida al país.
El último salió hace un mes hacia el país caribeño y llegó la semana
pasada. Pero, una vez en tierra «no sabíamos si podríamos sacarlo del puerto
para distribuirlo», aunque finalmente ha sido posible. «Ahora, acabamos de
comenzar con el reparto del contenido», asegura José Miguel de Haro. «Hay mucho
pillaje, por lo que tenemos que vaciar pronto el contenedor. Lo que hemos hecho
ha sido alquilar bastantes furgonetas y mover con sigilo el contenido. Si la
gente supiera que en ellas va comida, probablemente no llegarían a su destino».
Concretamente, el contenedor contiene veinticuatro mil kilos de comida:
4.320 kg. de garbanzos, 2.160 kg. de guisantes, 4.320 kg. de lentejas, 6.480
kg. de arroz, 1.400 kg. de macarrón, 1.680 kg. de fideos y 4.000 kg. de
espaguetis. Junto a eso, van cincuenta mil mascarillas y cuatrocientos litros
de gel.
Todo ello se distribuye en bolsas y se les entrega a los niños para que
lo puedan llevar a casa. «Sabemos que esta no es la solución, pero nos permite
decir “no estáis solos” y gritar “¡ya es hora de que las cosas cambien en ese
país para bien de los pobres!”», concluye el sacerdote redentorista José Miguel
de Haro.
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega