El perdón es el mejor anti viral contra los males del
orgullo, el egoísmo y la dureza del corazón. El perdón es una medicina que se
puede suministrar hasta ¡70 veces 7!
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La OMS afirmó el 2 de
abril que media población mundial está en confinamiento por el Covid-19. En
este contexto, el papa Francisco, que ha rezado por las relaciones familiares
en medio de la cuarentena por el coronavirus, ha invitado a abrazar la
enseñanza de la sabiduría del perdón, sin soberbia: ser magnánimos en el perdón.
“Al menos
perdonar por interés. ¿Cómo así? Sí, perdonar porque si yo no perdono, yo no
seré perdonado. Al menos esto, pero siempre perdonar!” (Santa Marta, 17
de marzo de 2020).
El confinamiento por #coronavirus puede
traer altos y bajos en las relaciones con las personas más cercanas y en
familia. Las
puertas del cuarto, de la cocina o del baño no resisten al impacto de la
incomunicación.
Ignorar a los
otros o desconocer los fastidios que nos causan o que causamos a los demás
sería como intentar protegerse de lo inevitable, como alguien que abre el
paraguas para resguardarse de una lluvia de meteoritos.
El perdón es el mejor anti viral contra los
males del orgullo, la hipocresía, el rencor, el egoísmo, la dureza del corazón
y ser conflictivos. El perdón es una medicina que no tiene contraindicaciones y
se puede suministrar hasta ¡70 veces 7!
Luego, con esta
crisis, fuera de los muros del aislamiento, hay familias que se han
reconciliado a través de una video llamada, desde la distancia.
Hermanos que no se hablaban, primos…etc. Con la pandemia se dan cuenta de que
todo lo demás es superfluo y se vuelve a la esencialidad de las relaciones y de
los afectos y las personas se dan cuenta que hay cosas más importantes que por
las se enfadaron antes.
1. EL PERDÓN INICIA POR NOSOTROS MISMOS
Es una gracia que se pide también a Dios –
como dice el Papa. En caso de una despresurización de cabina en un avión, las
máscaras de oxígeno caen. El personal advierte ponerse la propia máscara y
luego ayudar a los demás: no importa que al lado haya un niño. No es egoísmo:
hay que perdonarse a uno mismo, aceptarse, defectos incluidos, para perdonar o
pedir perdón.
2. CUANDO ALGUIEN NOS OFENDA MEJOR HUIR A LA IRA
Decir lo que nos molesta, sin alzar la voz,
tratar de ser objetivos cuando explicamos lo que nos da fastidio, mejor evitar
culpabilizar al otro, facilitar que se explique. Así, nada de subirse al
estrado de jueces dictando un ultimátum.
3. EL PERDÓN ES TERAPÉUTICO PARA QUIEN LO DA Y QUIEN LO RECIBE
Boris Cyrulnik (Burdeos, 1937) psicólogo y
neurólogo explica: “Pedro también traicionó a Jesús tres veces, pero pidió
perdón, mientras que Judas, creyéndose indigno de ser amado, prefirió
suicidarse”.
4. EMPATIZAR
Entrar en el mundo de los otros, entrar con
las puntas de los pies, descalzo en el terreno sagrado del otro. Evitar
demonizar a quienes no podemos entender. Esto es aceptar que a veces somos
condescendientes con quien nos asemeja, pero negamos nuestro perdón o somos
malos con quien consideramos extraño a nuestro mundo interior.
La inteligencia emotiva (Daniel Goleman) es
un buen anticuerpo contra el virus de la indiferencia, pues ayuda a ponerse
manos a la obra y enfrentarse a los conflictos.
Reprimir los
sentimientos negativos no es la solución. Al contrario, esto alimenta
resentimientos. El silencio, callar lo que nos pasa por la mente y el corazón
produce veneno y malos pensamientos. La comunicación es clave para resolver los
conflictos.
El perdón
depende en parte de la voluntad. La vida espiritual, verse en Jesús espejo de
perdón y de bondad absoluta ayudará a ver que lo que nos hicieron no es nada o
que nada vale más que perdonar, pues el amor exige renuncia y sacrificio.
Perdonar nos
ayuda a dejar de lado las búsquedas egoístas para compartir la vida con nuestro
esposo, esposa, hijos, amigos, hermanos o nuestra comunidad. Saldremos del
aislamiento más fuertes, con un corazón más misericordioso para con nosotros
mismos y las personas que nos rodean.
El Papa admite que a, veces, vuelan platos
en casa, pero, no se ponga el sol sobre
vuestro enojo (Efesios 4:26). ¡Perdonar siempre! ¿Para perdonar? Contempla a
Jesús sufriente (Santa
Marta, 12 de septiembre de 2013).
“¿Para no
odiar al prójimo? Contempla a Jesús sufriente. ¿Para no murmurar contra el
prójimo? Contempla a Jesús sufriente. No hay otro camino”, recordando que estas
virtudes son las mismas del Padre, “que es bueno, manso y magnánimo, que nos
perdona siempre”, y las mismas de la Virgen, nuestra Madre. No es fácil, pero
es posible”.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia