La
comunión espiritual es una dimensión que está presente desde el bautismo, en
nuestra adhesión al Padre
Pensar la epidemia como una oportunidad para crecer en la fraternidad
y estar pendientes del otro, a distancia.
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Frente
al avance del Coronavirus en el mundo, diversas parroquias y capillas ofrecen
la transmisión de la Santa Misa en vivo a través de las redes sociales como
modo de vivir la liturgia, aunque sin la posibilidad de recibir la comunión
sacramental. Pero la vida de unión con Cristo va mucho más allá de eso.
En
consonancia con las autoridades sanitarias de distintas partes del mundo,
varias conferencias episcopales han suspendido la celebración de la eucaristía
con presencia de fieles como una medida preventiva para evitar aglomeraciones
de personas y, por ende, focos de contagio del Coronavirus. En este contexto,
la tecnología y la creatividad son un gran aliado: en las redes sociales
abundan las propuestas para seguir la misa vía streaming (transmisión en vivo),
a través de sitios web, cuentas de Facebook, Instagram y YouTube. Una pregunta
que surge está vinculada con la imposibilidad de recibir el Cuerpo de Cristo,
pero en
tiempos de COVID-19 se puede practicar la comunión espiritual.
Una oportunidad para crecer en la fraternidad
El padre José Ignacio Fernández es
licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Gregoriana de Roma. Trabaja
en la Pastoral Universitaria de la diócesis de Talca (Chile) y su disciplina es
la eclesiología, es decir, el estudio de la Iglesia. El sacerdote explica que
la comunión espiritual es una dimensión que está presente desde el bautismo, en
nuestra adhesión al Padre. “La eucaristía nos ayuda a manifestar
sacramentalmente esa comunión”, precisa. Al profundizar en esta experiencia,
“también sabemos que esto es una misión en cuanto que hemos sido invitados a
ser portadores de la vida de Cristo”, puntualiza. Fernández resalta que ese
modo se concreta en la vía de la caridad, “de colaborar en nuestro día a día
con las renuncias que hacemos para cuidar nuestra propia vida y la de los
demás”. Desde su punto de vista, esta situación de emergencia es una
oportunidad para crecer en la fraternidad y estar pendientes del otro, a
distancia.
Conciencia de estar en comunión con Cristo y con los demás
Además, el padre Fernández recuerda que la
Iglesia católica ha conservado desde antiguo la reserva del Santísimo
Sacramento en los templos, es decir, las hostias consagradas que permanecen en
el tabernáculo. El sacerdote explica que es una práctica “que nace en un tiempo
donde los enfermos no podían asistir, entonces permanecían en comunión con la
comunidad desde el propio hogar”. Fuera de este contexto de emergencia
sanitaria, ya existen otras ocasiones para la práctica de la comunión
espiritual: cuando no se puede comulgar porque, desde su libertad, un cristiano
considera que no se encuentra en estado de gracia. Para ello, no hay una
oración específica estipulada, pero el común denominador de estas plegarias,
dichas especialmente en silencio orante, debe ser la conciencia de estar en
comunión con Cristo y con los demás.
Una unión que se alimenta de oración
Uniéndose al sentir de los católicos del
mundo entero, en particular a los enfermos portadores del virus y al personal
sanitario, el Papa Francisco dijo en la oración del Ángelus del pasado domingo
15 de marzo que “en esta situación de pandemia, en la que nos encontramos
viviendo más o menos aislados, estamos invitados a redescubrir y profundizar el
valor de la comunión que une a todos los miembros de la Iglesia. Unidos a
Cristo nunca estamos solos, sino que formamos un solo Cuerpo, del cual Él es la
Cabeza. Es una unión que se alimenta de la oración, y también de la comunión
espiritual en la Eucaristía, una práctica muy recomendada cuando no es posible
recibir el Sacramento. Digo esto para todos, especialmente para la gente que vive
sola”.
Sebastián Sansón Ferrari – Montevideo,
Uruguay
Vatican News