"Hemos vivido en estos días
un renovado Pentecostés”.
“Sigamos adelante"
A
las 10.00 horas dio comienzo la ponencia final. Un texto que fue terminado a lo
largo de la pasada noche, a partir del trabajo de los congresistas del sábado.
Los comunicadores fueron Mons. Antoni Vadell,
obispo auxiliar de Barcelona y Ana Medina,
periodista de TRECE TV.
La ponencia final tuvo un doble
objetivo: por un lado, presentar las aportaciones que, en un ejercicio de
discernimiento, los Grupos de Reflexión han formulado tras el recorrido de los
cuatro itinerarios que han constituido el eje central del Congreso y por otro,
ofrecer un escenario de futuro inmediato que permita profundizar en las
prioridades que, en un ejercicio de sinodalidad, se han podido identificar
durante este proceso.
La ponencia empezó con un breve recorrido
por el pueblo de Dios. Se explicó que la Iglesia nace
del misterio de Dios y camina en la historia como pueblo: “este
pueblo estaba formado por hombres y mujeres, cristianos que venían del judaísmo
y cristianos que venían del paganismo, apóstoles y maestros, profetas y
diáconos, pastores y fieles. Es un pueblo en salida por expreso mandato de
Jesús resucitado. La Iglesia es Iglesia en salida y, por eso, en toda época la
misión renueva a la Iglesia. En esencia la misión consiste en dar vida. ¿Quiénes
forman parte de este pueblo misionero y santo? Hombres y mujeres con diversidad de vocaciones, carismas y ministerios”.
Además, aseguraron que “los laicos somos una parte fundamental del
pueblo de Dios. También los laicos somos discípulos misioneros
de Jesús. No somos una cosa o la otra, sino discípulos misioneros, sin
separaciones, sin divisiones, sin compartimentos estancos. Somos discípulos misioneros: con la mirada puesta en Jesús, conscientes de
nuestra propia vocación y con una vida entregada a los demás”.
Afirmaron también que “en estos meses
hemos vivido una experiencia de
sinodalidad. Sinodalidad es caminar juntos. La Iglesia sinodal,
gracias al Espíritu Santo, cultiva relaciones, pone en valor la vocación de
cada fiel, favorece los carismas y el sentir con la Iglesia, se caracteriza por
la comunión. El proceso sinodal que hemos vivido ha estado caracterizado por: la escucha, el discernimiento y la
corresponsabilidad y la participación”.
“En este Congreso estamos sembrando las semillas necesarias para
renovarnos y dinamizar el laicado en España; al mismo tiempo, estamos
cosechando ya los primeros frutos de los cuales saldrán nuevas semillas de
sinodalidad. Para recorrer este camino necesitamos estar
abiertos a la conversión pastoral y misionera,
comunitaria y personal. La conversión pastoral y misionera
exige la implicación de todos, cada uno desde su propia vocación. Finalmente, la conversión exige humildad. Solo
podemos ser humildes si reconocemos que nunca estamos totalmente convertidos”,
dijeron.
También se ha hablado de reconocer el
valor y la importancia de la cultura: “la cultura que vivimos trae nuevas
preguntas. El Sínodo sobre los jóvenes habló sobre algunos desafíos antropológicos y culturales a
los que estamos llamados a enfrentarnos en nuestro tiempo. Necesitamos tomar
conciencia de estos cambios para poder responder a los nuevos retos del tiempo
y de la historia”. Y que en esta cultura la Iglesia sinodal quiere ser sal y
luz: “hace tres años, en las aportaciones de los jóvenes españoles para el
Sínodo sobre los jóvenes, éstos soñaban con una Iglesia misericordiosa,
acogedora, cercana y abierta al mundo de hoy y, sobre todo una Iglesia fiel a
Jesús y su Evangelio. Para ello es importante: salir hasta las
periferias, diálogo y encuentro, vivir desde la oración y los sacramentos,
apertura a quienes buscan, cultivar las semillas del Verbo, cercanía a los
pobres y a quienes sufren, anunciar el Evangelio y estar a gusto con el
pueblo”.
Se ha insistido en la vocación como
factor clave en la tarea de los laicos: “todos los cristianos estamos invitados
a tener un papel activo en la Iglesia y en el mundo, cada uno según su propia
vocación. La vocación es el regalo que Dios nos dona junto a la vida. Este pueblo
ha sido bendecido con distintas vocaciones. No es extraño entender la vocación como camino de santidad,
como fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas y en nuestras comunidades,
porque toda vida es misión. Hay una
continuidad inseparable entre vocación, misión y santidad. La
llamada a la santidad es una llamada a la entrega, a la donación y a la alegría
misionera. Vocación y misión están inseparablemente unidas. No podemos olvidar
nunca que la vocación y la misión nacen del Señor, de Él parte la iniciativa.
La misión es del Señor, es Él quien llama y envía”.
“Aquí están los fundamentos de la misión compartida, tan
importante en muchas congregaciones e institutos religiosos. La misión
compartida va haciéndose realidad. Es una gran alegría constatar la presencia
de tantos laicos comprometidos vocacionalmente en la misión. Nos necesitamos
unos y otros, cada uno con su propia vocación, para llevar adelante la misión”,
han añadido.
Se ha hablado también del protagonismo del laicado. “Este
protagonismo –explican- brota del don de la vocación laical y se hace concreto
en la responsabilidad que toda vocación conlleva. Cuando posibilitamos y
ejercemos este protagonismo, desarrollamos la sinodalidad. Esta se hace
efectiva cuando todos los miembros de la Iglesia ejercen su responsabilidad en
ella, según la vocación recibida. La responsabilidad de unos está unida a la
responsabilidades de otros. Por eso hablamos de corresponsabilidad,
que es más que de responsabilidad, porque implica una responsabilidad
compartida y ejercida complementariamente. En la Iglesia sinodal nos
necesitamos todos. No podemos excluir a nadie y nadie puede excluirse”.
Asimismo, han dicho que les gustaría ver “este mismo protagonismo laical en los cauces de participación
eclesial, siempre en clave de misión y no de poder”.
La segunda parte de la ponencia se ha
centrado en dar respuesta a las tres preguntas que se plantearon al inicio del
Congreso: ¿Qué actitudes hemos de convertir?
¿Qué procesos hemos de activar? ¿Qué proyectos podemos proponer? Previamente,
los participantes habían identificado luces y sombras, habían recogido sus
inquietudes, planteado líneas de acción y concretar algunas propuestas. Todo
ello ha sido plasmado en el Instrumentum
Laboris, que han planteado como marco de referencia. En él se ha
propuesto: encontrar cauces de crecimiento
personal y comunitario, impulsar la corresponsabilidad en el seno de la
Iglesia, asumir un mayor compromiso en el mundo y ofrecer una renovada
formación.
Después, han procedido a explicar
cómo han funcionado los itinerarios durante el Congreso y lo que se ha hecho en
ellos: “el Congreso ha propuesto cuatro itinerarios que marcarán el camino de
los próximos años. Los cuatro itinerarios
son: el primer anuncio, el acompañamiento, los procesos formativos y la
presencia en la vida pública. En cada uno de estos
itinerarios nos hemos preguntado: ¿Qué actitudes convertir? ¿Qué procesos
activar? ¿Qué proyectos proponer? Y lo hemos hecho en el contexto de las
diferentes líneas temáticas que integraban cada uno de ellos, en las que se
concretan diversas necesidades a las que hemos de dar respuesta como Iglesia, y
con la ayuda de las experiencias y los testimonios que hermanos nuestros han
compartido con nosotros, dándonos luz sobre cómo podemos actuar”.
“Estos cuatro itinerarios responden a
una lógica interna que los relaciona entre sí: representan el camino natural de
nuestro proceso de fe y, al mismo tiempo, expresan la misión y la tarea que
tenemos encomendadas como cristianos. En los grupos hemos reflexionado sobre
las actitudes que debemos convertir, tanto a nivel personal como a nivel
comunitario. En uno y otro caso, sabemos que la conversión
tiene su fuente en Dios, gracias al impulso del Espíritu, mediante el encuentro
con Jesús el Señor”, han continuado explicando.
A continuación, llegó el turno de
contestar las tres preguntas que se plantearon al inicio del Congreso. En lo
que se refiere a actitudes a
convertir, aseguran que “para ser Iglesia en salida vemos que
hemos de combatir nuestro individualismo, abandonar el derrotismo, el pesimismo
y la tentación del clericalismo. Debemos comprender que el Señor ha querido
confiar en nosotros y que contamos con su Gracia. En los grupos de reflexión
hemos recordado que una Iglesia en salida no es posible sin reconocer el papel
de la mujer en la Iglesia, el protagonismo de los jóvenes en nuestras
comunidades y la inclusión en ellas de personas con diversidad funcional.
Observamos asimismo que es fundamental pasar de una pastoral de mantenimiento a una pastoral de misión. Ello exige
abrir nuestros corazones y nuestras comunidades, ponernos en disposición de
escucha, cuidar el lenguaje, reforzar nuestra capacidad para la empatía,
acoger; solo así es posible el diálogo, premisa de todo lo demás. Ser Pueblo de
Dios en salida supone para nosotros la alegría de haber comprendido que nuestra fe adquiere todo su sentido cuando somos
capaces de compartirla con quienes están a nuestro alrededor”.
Sobre los procesos a activar y los
proyectos a proponer, han expuesto que “activar procesos supone partir de la
realidad que queremos cambiar y tener claro a dónde deseamos llegar. Procesos y
proyectos son necesarios porque en ellos vemos una herramienta
eficaz de comunión. Existen dos premisas que deben marcar el
diseño de los diferentes procesos que hemos de activar y de los proyectos
concretos que queremos proponer: el discernimiento como
actitud y metodología; y la creatividad desde
la escucha al Espíritu y como oferta al mundo. Además, en los grupos de
reflexión se ha destacado el valor de la
parroquia como espacio necesario para el primer anuncio”.
En esta parte de la ponencia se han
recogido algunas de las propuestas y proyectos más significativos. Sobre el primer
anuncio: “deseamos proponer procesos como pueden ser: valorar la importancia
del primer anuncio, la narración de la propia vida de fe y el testimonio
creyente, en la vida diaria –la familia, el trabajo, las asociaciones, el
barrio, el pueblo–. En los grupos hemos hablado sobre la necesidad de procesos de iniciación cristiana que favorezcan el
encuentro personal con Cristo. También pedimos explorar formas
para acoger y acompañar a los que buscan y a quienes se han alejado de la fe.
Otro proceso sencillo nos llevaría a conocer las iniciativas de primer anuncio
que se están desarrollando en muchos lugares. En referencia a los proyectos, la
propuesta más significativa por parte de los grupos es la creación de Escuelas
de evangelizadores y para el primer anuncio”.
En lo que se refiere al
acompañamiento, proponen: “procesos de
acompañamiento como actitud pastoral básica en lo que hace referencia a las
personas y a los grupos. En este sentido, se ha hablado de
cuidar el acompañamiento de personas en situación de sufrimiento y
vulnerabilidad, de los matrimonios y familias, de los jóvenes y, más en
general, para el discernimiento de la propia vocación. Los proyectos asociados
a estos procesos que pueden ayudar a desarrollarlos son, entre otros, la
promoción de Grupos y Redes de Acompañantes, la creación de Grupos de Acogida
en las Parroquias y la puesta en marcha de Escuelas de Acompañamiento y
Discernimiento Espiritual. También valoramos como una propuesta importante la
elaboración de un Plan de Formación en el Acompañamiento.
Sobre los procesos formativos ven
necesario “activar procesos
continuados de formación en la fe desde la infancia hasta
la edad adulta en los que el laico sea el protagonista, incluyendo los
sacramentos como ejes vertebradores. Entre los diferentes proyectos planteados
se ha hablado de la necesidad de difundir itinerarios de formación para toda la
vida, de la creación de Escuelas de Doctrina Social de la Iglesia y de la
promoción de Escuelas de Formación de Comunicadores Cristianos que nos ayuden a
emitir adecuadamente el mensaje que propone nuestra fe”.
Por último, en cuanto a la presencia
en la vida pública: “hemos de activar procesos de
diálogo con la sociedad civil y cuidar especialmente que
nuestro compromiso en la vida pública no quede excluido del acompañamiento por
parte de nuestras comunidades de referencia. También se ha valorado como
fundamental articular procesos de diálogo entre la fe y la ciencia. En cuanto a
los proyectos concretos, la promoción de foros y espacios de encuentro para los
católicos comprometidos en el ámbito de la política puede ayudar eficazmente en
la opción por la transformación de la realidad para la construcción del bien
común”. Además, “se propone la incorporación en la vida diocesana de órganos y
acciones específicas para promoción de la ecología integral” y una de las
propuestas más comentadas ha sido la de “promover, potenciar, profesionalizar y
estructurar los contenidos de nuestra presencia en ellas a través de la
generación de proyectos evangelizadores”.
A modo de conclusión, se ha resaltado
en varias ocasiones que este es el momento de los laicos. “Lo hemos
experimentado en el proceso previo que nos ha traído hasta aquí. Es nuestro momento y somos nosotros los elegidos.
Sabemos que el camino no es sencillo. Pero a la vez es ilusionante. Debemos
salir con el compromiso compartido de seguir
potenciando el papel de laicado en la Iglesia que peregrina en España”,
han asegurado.
Además, han afirmado que “este proceso tiene ahora una clara
continuidad”. “No hemos acabado con este Congreso, sino que
constituye el punto de partida de nuevos caminos. El propósito de llegar, en
primer lugar, a todos esos hermanos nuestros de nuestras diócesis, parroquias,
movimientos, colegios, instituciones, a los cuales representamos y tratar de
comprender que hay un camino ya recorrido, pero que queda otro más importante
aún por andar y que queremos hacer juntos, como Pueblo de Dios. Hemos detectado
inquietudes compartidas; partiendo de ellas, hemos concretado líneas de acción;
en las reflexiones formuladas en los grupos de reflexión hemos planteado nuevas
propuestas. Ahora debemos dar forma a todo ello, siguiendo la misma metodología
sinodal, para ir profundizando de manera organizada en los diferentes desafíos
identificados”, señalaron.
Para acabar, se ha hecho hincapié en
que se ha iniciado un proceso.
“Un proceso que continúa abierto y nos exige seguir caminando como Pueblo de
Dios en Salida. Somos conscientes de que ha sido y es un proceso guiado por el Espíritu, presente
desde el principio. Hemos vivido en
estos días un renovado Pentecostés”. “Sigamos adelante”, añaden
ya que no se está construyendo para hoy ni trabajando para mañana: “Estamos forjando un camino para la eternidad”.
Fuente: Pueblo de Dios en
Salida