La
justa medida
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Tenía
que cortar unos cordones para hacer pulseras. Normalmente la referencia es uno
de otro color que tiene la medida exacta, y así no se confunde con los que vas
cortando. Pero, como no tenía otro color, utilicé el mismo cordón como medida.
El
problema es que, según iba cortando, unas veces utilizaba uno, otras otro... A
esto se sumaba que, al cortar, se tiende a ir achicando poco a poco los
siguientes... así que me propuse firmemente hacerlos de tal manera que no se
fuese haciendo el cordón más pequeño.
¿El
resultado? Cada vez que cortaba, por el miedo a que se quedasen pequeños, iba
dejando un poquito más de cuerda, y los últimos, en lugar de pulseras...
¡parecían collares!
A
la hora de medirnos, tendemos a hacerlo con un cordón del mismo color: según
nos han juzgado, nos han tratado los demás, vamos cortando nuestra medida. Así,
según la aceptación que percibimos, unas veces se hace grande y otras
pequeña...
Es
más, llegamos a actuar según la medida que percibimos que nos ponen,
sintiéndonos cómodos o más nosotros allí donde percibimos que es larga la
medida que nos ponen.
Sin
embargo, el Amor no cambia de medida. Eres amado como eres, el Señor te ha
hecho así, y no diferente, para que puedas cumplir el Propósito que Él tiene
para ti.
¿Cuál
es la justa medida de la pulsera? No está en nosotros, ni se entiende con miras
humanas; es un cordón de otro color, que nos la marca, que es una referencia
continua, y que, hagas lo que hagas, nunca cambia, pues te seguirá amando. Es
diferente a todas las cuerdas por las que te sientes medido. La justa medida de
la pulsera es medirte desde la mirada de Cristo.
Si
te miras desde Su Amor, todo aquello que tú acortas de ti, es abrazado por Él,
y lo que alargas, adquiere su justa medida. Si vives en el Amor de Cristo, no
necesitarás defensas, ni tendrás miedo a ser aceptado, porque habrá siempre un
cordón sosteniéndote.
Hoy
el reto del amor es que te midas desde la mirada de Cristo. Lleva una cruz en
el bolsillo y, cuando sientas ese miedo a la aceptación, al qué dirán...
agárrala fuerte; cógete a la “cuerda de Cristo”, y di por dentro de ti: “Tú me
quieres, me has soñado como soy”. Y entra con la cabeza alta, no porque estés
por encima, sino que, por encima de todo, todo un Dios se ha enamorado de ti.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma