Obediencia
y arte
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estos
días, muy en ambiente del Adviento, en que preparamos el Nacimiento de Jesús en
Belén, tengo que pintar un nacimiento románico muy bello.
Procede
de un sacramental de San Etienne de Limoges, París, año 1100. Representa a la
Virgen acostada y, en una cuna de madera, está Jesús, todo enfajado. Tiene, a
sus pies, la mula y el buey… Toda la escena está bajo unos arcos dorados de los
que penden unos lienzos blancos, a modo de cortinas… Este nacimiento no tiene
suelo, están las figuras como volando en el fondo azul, que hace resaltar más
la belleza del conjunto… ¡Todo respira el candor y la delicadeza simple del
románico primitivo!…
Hace
unos días, vinieron unos coleccionistas de belenes a la tienda, y esta vasija
les encantó, pero… Ellos pusieron un “pero”: “¡San José no está en la escena!
¡Sin San José, este nacimiento está cojo! ¡Que la hermana que lo pinta se
invente un San José y le añada! ...”
Cuando
la hermana de la tienda me lo dijo y me propuso que tenía que inventarme un San
José, ¡me sentí como “herida” en mi sensibilidad artística, y en principio
protesté, porque me parecía algo inaudito que quisiéramos enmendar el arte
románico, añadiendo figuras que al autor ni se le pasaron por la cabeza!…
Después,
pensando que “es mejor obedecer que respetar la estética” y que “obedecer es
amar…” ¡lo hice, no sin algo de desagrado artístico!… ¡Resulta que les encantó
el San José y han pedido otra vasija igual!…
En
la oración, pensaba en estos “episodios”, y me preguntaba por qué el pintor
sagrado no pintó en el Misterio a San José… Y me parecía que él tenía razón
para hacerlo así:
Dios,
en su designio de Amor, tomó una Virgen y el Niño que salió de sus entrañas,
pero la Palabra Sagrada nos dice que, en su concepción, no intervino nadie,
sino Dios mismo: su Espíritu Santo, que fecundó a María, ¡misteriosamente!…
Y
esto, ¡no es agravio a San José, pues Dios, a él, le encomendó la custodia de sus
dos más grandes tesoros!... ¡Estos pintores antiguos, cuánto sabían de
teología!...
Oraba
y veía que a Dios, nosotros, pequeñas criaturas, no debemos “enmendarle la
plana” y decirle cómo tenía que haber realizado el Misterio de la Encarnación
de su Hijo:
¡Está
bien lo que hizo la Virgen!... ¡Está bien la obediencia de Jesús!... y ¡está
bien la docilidad y tarea de San José!… ¡¡Dios todo lo hace bien!!…
Hoy
el reto del amor es, acoger dócilmente el plan de Dios sobre tu vida y… ¡esto
sin entender!... ¡Y darle gracias porque todo lo ha hecho bien!...
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma