A sus setenta años, cumplió la promesa y donó médula ósea para salvar a una
madre de familia enferma de cáncer
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El obispo de
Corpus Christi (Texas), Michael Mulvey, no se anduvo por las ramas.
Antes de ser obispo se había inscrito a la organización Be the Match quien
posee el catálogo más grande del mundo de donantes de médula ósea (BMT) y
que pertenece al Programa Nacional de Donantes de Médula en Estados Unidos. A
sus setenta años, cumplió la promesa.
La información
de este acto de generosidad de un obispo corrió a cargo del periódico South
Texas Catholic. La donación periférica de células madre del obispo
Mulvey se realizó en la ciudad de San Antonio luego de que fuera encontrada
una compatibilidad con una madre de familia afectada de cáncer en la
sangre y a quien el prelado texano ni conocía ni tuvo contacto con
ella.
“Sabiendo que
debido a la vida que me ha sido dada por Dios, pude retribuir y hacer una gran
diferencia en la vida de esta persona, en la vida de sus hijos y su familia es
algo en lo que he pensado con bastante frecuencia”, dijo con sencillez a South
Texas Catholic el obispo Mulvey quien recordó que, en el Evangelio según San
Mateo, Jesús nos dice que si gratis recibimos la vida hay que donarla
gratis.
“Cuando me
asignaron a la ciudad de Austin (capital del Estado de Texas) hace años, una de
las fieles de la parroquia, muy caritativa y activa, estaba inscribiendo
personas para Be the Match“, recordó el obispo Mulvey. “Aprecié su
compromiso y dedicación a esta causa, y después de escuchar más sobre el
registro, me inscribí”. Esa decisión salvó, años más tarde, la vida de una
mujer con hijos pequeños.
“Cada tres
minutos, a alguien se le diagnostica un cáncer en la sangre o un trastorno
sanguíneo potencialmente mortal, como leucemia o linfoma“,
dijo Leticia Mondragón, especialista en desarrollo y compromiso de donantes con GenCure,
un organismo que se encuentra en asociación con Be the Match.
“Es un proceso
muy simple”, dijo Mondragón a South Texas Catholic. El donante debe registrarse
y cuando sea llamado es porque coincide con la persona necesitada según su
origen étnico, no el tipo de sangre. Los donantes deben tener entre 18 y 44
años y seguirán siendo elegibles para donar hasta que cumplan 61 años (aunque
el obispo Mulvey lo hizo con setenta años).
“Estamos
agradecidos de que el obispo Mulvey haya querido compartir su historia porque
es muy importante que tengamos líderes como él que promuevan nuestra misión
global de salvar vidas”, dijo Mondragón a South Texas Catholic.
Jaime
Septién
Fuente:
Aleteia