Hace
55 años, el 6 de agosto, el Papa Pablo VI publicó Ecclesiam Suam, la primera
encíclica en la que aparece el término "diálogo"
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2018.09.25 Paolo VI (@L'Osservatore Romano) |
En
la existencia de San Pablo VI, el 6 de agosto no coincide sólo con su dies
natalis - era 1978 - pero también representa una fecha fundamental en el
Magisterio de este Papa, sucesor de Juan XXIII y de quien había heredado el
grave desafío del Concilio Vaticano II. La referencia es a la publicación de la
primera Encíclica de Montini, Ecclesiam Suam, conocida como la Encíclica
del Diálogo, aunque el "diálogo" no es la única línea programática
trazada por el nuevo Pontífice. Fue el 6 de agosto hace 55 años. Hablamos de
ello con Don Angelo Maffeis, presidente del Centro de Estudios del Instituto
Pablo VI de Concesio (Brescia), lugar de nacimiento de Giovanni Battista
Montini.
Don Maffeis, Ecclesiam
Suam, además de ser la primera encíclica del Papa Pablo VI, es el primer documento
oficial del Magisterio en el que aparece la palabra "diálogo"....
R. -Eclesiam Suam, fue la
encíclica inaugural del Pontificado de Pablo VI, la primera. Así, como siempre
sucede con cada nuevo pontificado, se han examinado los temas que el Papa
recién elegido abordará en su magisterio y en su acción pastoral. En el caso de
Pablo VI, esto se entrelaza con el hecho que de su predecesor, Juan XXIII,
había heredado el Concilio Vaticano II, que se había abierto en octubre de 1962
y que había dado sus primeros pasos.
De
alguna manera Pablo VI quiere reflexionar sobre la Iglesia, proponer su
reflexión y lo hace en un contexto en el que el Concilio Ecuménico se interroga
sobre los mismos temas. Hay casi un juego de espejos entre el discurso del 29
de septiembre de 1963, cuando Pablo VI inauguró el segundo período del Concilio
-el primero presidido por él- y la encíclica que apareció al año siguiente y
que desarrolla, precisamente, los temas que ya había esbozado.
De
hecho, el diálogo tiene un papel central, aunque no sea el único tema que se
desarrolla en el documento. Esta centralidad ha sido confirmada también por una
serie de notas de Pablo VI tituladas "Notas para una encíclica sobre el
diálogo". Montini, desde sus primeros años, sintió la necesidad de que la Iglesia
y el anuncio cristiano, volviera a encontrar las vías de comunicación con la
cultura contemporánea y llegó precisamente a la Cátedra de Pedro, con este
concepto importante no sólo para la Iglesia, sino también para la cultura del
diálogo.
¿Qué entendía el Papa
Pablo VI por "diálogo" y, sobre todo, a quién se dirigía?
R. - Para comprender la
naturaleza del diálogo -como Pablo VI lo quiso precisamente- hay que partir de
lo que podríamos definir su dimensión vertical: para Pablo VI el diálogo es
ante todo el coloquio salutis, el coloquio de la salvación, que Dios mismo
comienza por la Palabra que se dirige a la humanidad, la Palabra de su
revelación, la Palabra con la que dirige y salva a su pueblo.
Y
precisamente porque Dios inició este diálogo, Pablo VI afirma que la misión de
la Iglesia es introducir en la conversación humana esta Palabra que Dios le ha
confiado, que los creyentes, en primer lugar, deben escuchar y que deben
introducir en el circuito de la conversación y el diálogo entre los seres
humanos.
Montini
también rechaza una visión de los círculos concéntricos con los que debe
desarrollarse este diálogo. Es un diálogo que se desarrolla en primer lugar con
los cristianos, luego la impronta y la importancia del tema ecuménico para el
Vaticano II, que expresa todo su pontificado. Diálogo que se manifiesta
entonces con todas las demás religiones y, finalmente, con toda la humanidad.
Podemos decir que Pablo VI nos invitó a compartir esta confrontación y este
esfuerzo, por un lado, para responder a la Verdad que Dios ha manifestado y,
por otro, para cooperar por el bien de la humanidad.
55 años después, ¿podemos
decir que Ecclesiam Suam, precisamente porque es la "¿Encíclica del
Diálogo”, tiene aspectos actuales?
R. - Por supuesto que los
contextos han cambiado, pero la demostración más obvia de la importancia del
diálogo es la alternativa al diálogo. Hoy tendemos a excluir el punto de vista
de los demás, una alternativa que en su raíz compromete la posibilidad de que
los seres humanos vivan juntos. Por tanto, nada de esta actitud nos hace
comprender que, por difícil que sea el camino del diálogo, requiere paciencia
y, por un lado, fidelidad a las propias convicciones -porque, ciertamente, nada
está más lejos de la idea de Pablo VI de fracasar en las condiciones de la fe
cristiana- y, por otro lado, está convencida de que el mensaje cristiano debe
llegar a la humanidad, y que la humanidad es lo que se nos da en un momento
histórico determinado.
Hay
otro gran recuerdo de Pablo VI cuando, al concluir el Concilio, en vísperas de
la última sesión pública del 7 de diciembre, comparó el trabajo del Concilio
con el acto por el que la Iglesia, como el Buen Samaritano, se inclinó por la
humanidad contemporánea.
Dice
que simplemente quiere "servir a la humanidad" y me parece que esta
conciencia, por un lado, de la Palabra de la que la Iglesia es portadora y
guardiana, y por otro de la humanidad a la que es enviada, son los grandes
temas universales, pero que reflejan la situación particular en la que se
desarrolló el pontificado de Pablo VI.
Emanuela
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