Los Padres de la Iglesia son santos de
los primeros siglos que con sus escritos doctrinales configuraron la Iglesia
Católica como la conocemos hoy
San Jerónimo de Estridón, San Agustín , San Gregorio Magno,
San Ambrosio
de MilánCrédito: Michael Pacher:
Altarpiece
of the Church Fathers - Dominio Público
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Algunos de los principales Padres de la
Iglesia griega son San Atanasio de Alejandría, San Basilio el Grande, San
Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo; mientras que los cuatro Padres de la
Iglesia latina más importantes son San Agustín de Hipona, San Gregorio Magno,
San Ambrosio de Milán y San Jerónimo de Estridón.
A continuación algunos datos importantes
sobre ellos.
1. Eran en su mayoría pastores, no
académicos
Los Padres vivían sus vidas cristianas en
respuesta a la fe única, santa, católica y apostólica, que experimentaban en la
Iglesia y en la cultura de su época. Sus escritos no provenían de un
catedrático titular, sino que buscaban servir al pueblo de Dios.
2. Santo Tomás de Aquino los citó cientos
de veces
Santo Tomás de Aquino, el Doctor
Angélico, no solo es teólogo y filósofo, sino un brillante comentarista de la
Biblia y la Tradición. Citó textos de San Agustín 3.156 veces para redactar la
Suma Teológica. Citó a San Gregorio Magno 761 veces, a San Dionisio 607 veces,
a San Jerónimo 377 veces, a San Damasceno 367 veces, a San Juan Crisóstomo 309
veces, entre otras citas a los Padres de la Iglesia.
3. Amaban a la Iglesia
Ejemplo de ello es uno de los pasajes del
corpus patrístico “sobre la unidad de la Iglesia”, escrito por San Cipriano de
Cartago en De Ecclesiae
Catholicae Unitate: “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene
a la Iglesia por Madre”.
4. Enseñaban sobre la naturaleza del
hombre
San Cipriano describe la afectación del
pecado antes de su conversión y su bautismo: “Todavía estaba acostado en la
oscuridad y la noche sombría, vacilando de aquí para allá, sacudido sobre la
espuma de esta edad jactanciosa, e inseguro de mis pasos errantes, sin saber
nada de mi vida real, y alejado de la verdad y la luz... pero después de eso,
con la ayuda del agua del nuevo nacimiento, la mancha de años anteriores había
sido lavada, y una luz de arriba, serena y pura, había sido infundida en mi
corazón reconciliado...”.
De igual modo lo hace San Agustín de
Hipona en su libro “Confesiones”, enseñando a matar al hombre viejo lleno de
pecado y a abrazar al nuevo hombre en Cristo.
5. Buscaban la amistad con Dios y con los
demás
Los Padres de la Iglesia buscaban imitar
la vida de Cristo, que completamente hombre y completamente Dios, fue capaz de
hacer grandes amistades.
Así lo revela San Gregorio Nacianceno
sobre su querido amigo San Basilio: “Diferentes hombres tienen diferentes
nombres, que deben a sus padres o a ellos mismos, es decir, a sus propias
actividades y logros. Pero nuestra gran búsqueda, el gran nombre que queríamos,
era ser cristianos, ser llamados cristianos”.
6. Eran valientes y podían dar su vida
por el Evangelio
Un ejemplo es la vida de San Cipriano de
Cartago, el primer obispo que en África alcanzó la corona del martirio. Durante
las grandes persecuciones de cristianos bajo el emperador Decio, escribió en el
exilio cartas pastorales instruyendo al pueblo de Dios en Cartago. Bajo el
emperador Valeriano, Cipriano fue condenado a muerte y martirizado en el año
258 dC. Al recibir su sentencia, dijo: “¡Deo
gratias!” (¡Gracias a Dios!).
San Máximo el Confesor fue otro valiente
Padre de Iglesia que luchó contra el monotelismo, una herejía que admitía en
Cristo dos naturalezas, la humana y la divina, y una única voluntad. Al santo
le cortaron la lengua y la mano derecha para detener su enseñanza ortodoxa,
todo por orden del emperador Constante II.
7. Defendían la sana doctrina
San Atanasio se enfrentó en el siglo IV a
Arrio, un sacerdote de Alejandría que difundió la doctrina errada de que Cristo
no era verdadero Dios. Su incansable deseo por una doctrina clara condujo al
Concilio de Nicea a la elaboración del Credo Niceno. Hoy el Credo, como símbolo
de la fe, es utilizado de manera simple y directa por los cristianos de todo el
mundo para profesar la fe de la Iglesia Católica.
8. Amaban profundamente a la Virgen María
Los Padres de la Iglesia aman a la Madre
de Dios. Hubo un hereje llamado Nestorio que enseñó que María era solo Christokos (portador de
Cristo) y no el Theotokos (portador
de Dios). En otras palabras, Nuestra Señora no era la Madre de Dios, ya que
solo dio a luz a la naturaleza humana de Jesús. San Cirilo de Alejandría luchó
incansablemente contra este tremendo error teológico. En una carta que corrige
a Nestorio, Cirilo escribe: “Por nuestro bien y para nuestra salvación, asumió
su naturaleza humana en la unidad de su Persona y nació de una mujer; por eso
se dice que nació según la carne” (Cirilo de Alejandría, Carta II a Nestorio).
9. Interpretaron la Biblia con claridad
Los Padres enseñaron cómo interpretar la
Sagrada Escritura. La mayoría de la literatura que tenemos de los Padres
apostólicos y post-apostólicos son sus homilías, que ofrecen algunas de las
mejores exégesis bíblicas imaginables. Ejemplo de ellos son los Tratados
de San Agustín sobre el Evangelio de Juan.
Para la comprensión de la Biblia se deben
utilizar los sentidos literal, alegórico, moral y analógico (como apunta el
Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 118), y por ello los Padres de
la Iglesia están entre los mejores exégetas de la historia.
Este artículo fue adaptado por Diego
López Marina. Fue publicado originalmente en el National Catholic Register.
Fuente: ACI