Lechugas perfectas
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estos
días, la huerta está preciosa. Ayer me acerqué al invernadero; Joane lo está
poniendo muy bonito.
Junto
al invernadero está el huerto pequeño que tenemos en el noviciado. En breve le
pasaremos la motoazada y comenzaremos a trabajar en él.
Siempre
me ha gustado plantar de todo y lograr un huerto precioso. Cada año imagino el
resultado: con los surcos rectos, la misma separación entre las plantas...
Cuando me pongo manos a la obra, la verdad es que empiezo muy bien, pero acabo
los surcos con unas curvas impresionantes.
Este
año me han regalado “semillas de lechugas en tiras”. Sí, la semilla está puesta
sobre unas tiras de papel; simplemente pones esta tira en el suelo, la cubres
con tierra, y, con un poco de sol y riego, ¡ya está el surco de lechugas!
Me
ha parecido un regalazo: ¡por fin voy a tener un huerto recto y ordenado!
Parecía
que iba a hacerse realidad mi sueño de tener un huerto perfecto, pero esa misma
tarde, en la oración, el Señor me decía que esta vez las lechugas estarán
plantadas perfectas, pero que por otro sitio nacerá la imperfección: malas
hierbas, piedras, ¡o los demás surcos, que aún pueden torcerse!
Entonces
sentí que el Señor me invitaba a dar un paso más: que no luchase por lo
perfecto, sino por lo enamorado.
Y
es verdad: ¡cuántas veces queremos tener todo controlado y perfecto!... y, por
donde menos nos imaginamos, se desarma todo.
Por
eso podemos decir que la felicidad está en el amor: el perfeccionismo sin amor
nos amarga y amargamos a los que tenemos al lado. Hay que luchar por que la
perfección sea en el amor.
Jesús
nos dice que seamos “perfectos como nuestro Padre celestial” y, es curioso,
porque san Juan señala que “Dios es amor”. Por tanto, nuestra perfección tiene
que consistir en no dejar de amar, nos pase lo que nos pase. Apostar siempre
por el amor. Lo torcido se enderezará, lo escabroso se igualará.... el amor
hace todo, y lo hace perfecto.
Esto
no quiere decir que ahora plante las lechugas torcidas adrede, ni mucho menos,
pero sí que acepte la debilidad humana: otra cosa en el huerto no estará tan
perfecta.
La
felicidad no está en lo perfecto, sino en el amor. Porque nosotros mismos somos
imperfectos, pero amados por un Dios perfecto.
Hoy
el reto del amor es no enfadarte ante la imperfección tuya o de los demás.
Ante la imperfección, pon amor y sacarás amor.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma