Durante
su viaje a Taiwán, Macao y Hong Kong, el cardenal prefecto de Propaganda Fide
ofrece aclaraciones también sobre los criterios guía del acuerdo sobre los
nombramientos de los obispos chinos
El acuerdo entre el gobierno chino y la Santa
Sede sobre los nombramientos de los obispos chinos será «una gran ayuda» y
«algo muy bueno» para el futuro de
la Iglesia católica, para la reconciliación entre las comunidades católicas
chinas y también para China.
Las evidentes dificultades podrán ser superadas
con paciencia, si crece con el tiempo un clima de «confianza recíproca» entre
todas las partes involucradas. Y parece errado interpretar este acuerdo como el
resultado de una partida político-diplomática en la cual una parte de la
realidad eclesial china “ha ganado” y otra “ha perdido”. Lo dijo claramente el cardenal Fernando Filoni,
prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, durante el
breve viaje (del 27 de febrero al 6 de marzo) en el que visitó Taiwán, Macao y Hong
Kong.
En
su viaje oriental, el purpurado presidió la concelebración eucarística final
del IV Congreso Eucarístico Nacional de Taiwán, inauguró
estructuras caritativas y culturales, se reunió con las comunidades católicas
locales. Y, entre un compromiso y otro, el prefecto de Propaganda Fide
ofreció, de paso, un prontuario de aclaraciones y consideraciones (retomado por
los medios locales) útiles para apreciar el espíritu y los criterios guía del
acuerdo provisional suscrito el pasado 22 de septiembre en Pekín por los
representantes de la Santa Sede y por el gobierno chino.
En
Macao, el 4 de marzo, en el contexto de la inauguración de nuevas estructuras
de la Universidad Saint Joseph, Filoni volvió a decir que el alma del
acuerdo «no es política, no es diplomática, es pastoral». Hablando con
los medios de comunicación locales, el prefecto del Dicasterio misionero añadió
que el acuerdo representa «una esperanza para todos» y «será algo muy bueno
para la Iglesia en el futuro, y también para China».
Durante
la etapa en Hong Kong, las declaraciones del cardenal Filoni sobre el acuerdo
China-Santa Sede (publicadas también por el South China Morning Post)
indicaron que se trata de una contribución que favorecerá la reconciliación
entre las comunidades eclesiales chinas. El purpurado recordó también la
necesaria presencia con la que se debe acompañar este proceso que pretende
sanar las contraposiciones que siguen hiriendo al cuerpo eclesial. «Después
de 70 años de división», dijo, entre otras cosas Filoni, «no se puede esperar
que los problemas se resuelvan en un día. Si tienes una herida profunda en el
cuerpo, ¿acaso esperas que se cure en un día?».
En
Hong Kong, el cardenal respondió también a algunas perplejidades y reservas
sobre el acuerdo China-Vaticano en la entrevista que concedió al sacerdote
bloguero Dominique Mukonda Kananga, de los misioneros de Scheut. Quien
interprete tal acuerdo como una “derrota” para las comunidades llamadas
“clandestinas” y como una “victoria” de la llamada “Iglesia patriótica” expresa
una «visión reducida», según Filoni, y aplica categorías inapropiadas
a la historia eclesial china. Al respecto, el prefecto de Propaganda Fide citó
la parábola evangélica del Hijo Pródigo, con el padre que trata de explicarle
al hermano mayor que no se puede reaccionar con rabia y que, por el contrario,
es necesario alegrarse con la vuelta de aquel «que estaba perdido y fue hallado
de nuevo».
De
la misma manera, sugirió el cardenal, en el presente momento de la vida
católica «no se puede decir que alguien ha vencido o perdido», por lo que
conviene estar contentos por haber dado nuevos pasos por el camino que ayudará
a volver a encontrar la comunión eclesial, sin reservas. Un camino que
se refiere no solo a la Santa Sede o a las comunidades eclesiales en China,
sino también a los católicos chinos desperdigados por todo el mundo y a toda la
Iglesia universal.
En
las declaraciones que publicaron los medios de comunicación de Macao, Filoni
reconoció sin problemas que al poner en marcha el acuerdo provisional podrán
surgir nuevos obstáculos y dificultades, pero también afirmó que «en la vida
siempre hay dificultades», y que podrán ser superadas haciendo que crezca el
clima de «confianza recíproca» entre las partes.
La
reconciliación y la comunión en el catolicismo chino podrán favorecer un nuevo
impulso para el anuncio del Evangelio en tierra china. La vocación
misionera de la Iglesia fue el argumento principal de las declaraciones y de
las homilías del cardenal en Taiwán, en donde el purpurado participó como
enviado especial del Papa para las celebraciones finales del Congreso
Eucarístico Nacional. Allí, Filoni habló sobre la importancia del trabajo
misionero, «tan necesario en esta isla de Taiwán, en donde la Iglesia es una
pequeña realidad, a pesar de tantos años de evangelización y de muchas obras
sociales y educativas apreciables».
En
muchas de sus recientes declaraciones, el prefecto de Propaganda Fide propuso
la imagen de la Iglesia en «estado de misión», delineada por el Papa Francisco
en la Evangelii Gaudium. Un texto magisterial lleno de alusiones y
sugerencias que parecen calibradas a medida para la obra apostólica a la que
está llamada a Iglesia en China. «Cuando se asume un objetivo pastoral y un
estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones»,
escribió el Papa Francisco en su exhortación apostólica, «el anuncio se
concentra en lo esencial, en lo que es más bello, más grande, más atractivo y,
al mismo tiempo, más necesario».
Además,
la misión de anunciar a todos la alegría del Evangelio se encarna en los
límites humanos, tiene en cuenta la condición en la que viven los hombres,
marcada por el pecado y por el flujo de condicionamientos históricos en los que
vivimos sumergidos. Como repitió Santo Tomás de Aquino, los «preceptos dados
por Cristo y los Apóstoles al pueblo de Dios son muy pocos», y siempre conviene
«acompañar con misericordia y paciencia las posibles etapas de crecimiento de
las personas que se van construyendo día a día. Un pequeño paso, en
medio de grandes límites humanos, puede agradar más a Dios que la vida
exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin afrontar dificultades
importantes».
Fuente: Vatican Insider