2 Dom. T. Ordinario (Ciclo C)
Buenos días, sed bienvenido a la celebración del día del Señor.
Con este domingo iniciamos el tiempo ordinario, ese tiempo en el que la
eucaristía dominical, donde se actualiza el Misterio Pascual de nuestro Señor
Jesucristo, se revela como fuente y meta de nuestra vida cristiana.
Parece que nada extraordinario celebramos en estos domingos, y sin
embargo el misterio central de nuestra salvación el que se actualiza en cada
Eucaristía dominical. Dispongámonos a abrirnos a su gracia.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
Jesús es el Dios-con-nosotros, el Hijo en
quien el Padre Dios se complace, la Luz de las naciones. Jesús es para
nosotros, sus discípulos, nuestro Maestro y Señor.
Si somos discípulos de Jesucristo es porque
nos ha revelado su Misterio y nos ha vinculado a él de un modo tenaz. Nada nos
puede separar de Él.
Escuchemos con atención las lecturas que nos
propone hoy la liturgia. Ellas nos invitan a reconocer nuestra unidad de vida y
destino con el Señor. Él es el Esposo de nuestras almas.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada suplica respondemos: ¡Escucha,
Señor, nuestra oración!
- Por la Iglesia,
Pueblo de Dios, para que los bautizados nos reconozcamos y nos gocemos siendo
miembros de la Iglesia, Esposa de Cristo. OREMOS.
- Por los gobernantes, por los que
tienen alguna influencia en los destinos de los pueblos, para que sus
intervenciones busquen la justicia y la paz. OREMOS.
- Por los matrimonios cristianos, para
que su entrega de amor visibilice el amor que Cristo tiene por su Esposa, la
Iglesia. OREMOS.
- Por los que no tienen hogar y viven
en la calle, para que encuentren la cercanía humana de otros ciudadanos y, por
parte de las instituciones, medidas sociales. OREMOS.
-
Por los que formamos parte de nuestra comunidad parroquial y celebramos este
domingo una comida comunitaria, para que esta fraternidad transcienda los muros
de nuestra parroquia. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Señor, Jesús, que con tu madre, María
asististe junto con tus discípulos a las bodas de Caná,
y así manifestante la bondad del amor
entre un varón y una mujer,
al tiempo que te revelaste
como el Esposo de tu querida Iglesia,
Te damos gracias,
porque nos has llamado, a cada uno de nosotros,
a formar parte de tu Cuerpo eclesial.
Sí, Jesús, te has fijado en nosotros,
nos has llamado por nuestro nombre,
y nos ha hecho miembros de tu Iglesia.
Gracias, Señor, Amigo, Hermano y Esposo
de nuestras almas.
Te pedimos, ¡oh, buen Jesús!,
que nos gocemos con el misterio de amor
en el que el Bautismo nos ha injertado.
Ayúdanos a vivir cada Eucaristía
como la renovación de nuestra unión contigo;
que ella, propicie en nosotros una vida eucarística
que nos haga buenos servidores de los hermanos
y dé gloria al Padre.
Amén.