El
testimonio de ambos ilumina a muchos seminaristas. Comenzaron sus causas
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Los
dos nacieron en la década del 70. Los dos nos dejaron cuando el siglo XXI daba
sus primeros pasos. Guillermo Muzzio, de San Miguel, Argentina, y Guido
Schäffer, de Río de Janeiro, Brasil, eran jóvenes de muchos amigos, de deporte,
de movimientos juveniles católicos, de misión, de cercanía con los más pobres,
de radiante caridad y celo por las almas.
La
muerte, por distintos motivos, les alcanzó a una joven edad, antes de ser ordenados
sacerdotes. Sus funerales fueron muy concurridos, y en pocos años, los que los
conocieron fueron testimoniando la impresión de haber conocido a un santo.
Aunque sus causas están aún en fase preliminar o recién iniciadas, el
testimonio de ambos ilumina el camino de muchos seminaristas que como ellos,
viven con inmensa fe y alegría su formación y preparación para el sacerdocio.
Guillermo Muzzio
Guillermo
“Willy” Muzzio nació el 25 de febrero de 1972. Tercero de seis hermanos, se
mudó de San Isidro a Bella Vista, provincia de Buenos Aires, poco antes de
cumplir los cinco años. Campamentos de jóvenes en su parroquia y actividades
con el movimiento Aventura van acompañándolo mientras se perfila una vocación
sacerdotal, que termina de confirmarse tras misionar en el Chaco Salteño con
comunidades wichis. En el medio, la Universidad, cosas que viven todos los
jóvenes, y un terrible accidente de tránsito con duras consecuencias y dolores
que sobrelleva con inmensa paz interior –No se puede quejar del dolor porque a
San Ignacio lo operaron sin anestesia, recordaba.
En
el Seminario Diocesano de San Miguel los testimonios coinciden en su profunda
vida de oración: se levantaba primero que todos e iba a la capilla para rezar
solo ante al Santísimo Sacramento, antes de la oración de las laudes. También
se destacaba por su atención con los más pobres: cada vez que alguno se
acercaba a la puerta del seminario, pedía le avisen, y los atendía siempre con
mucho cariño.
La
caridad era el motor de su vida. En una ocasión escribió: “Descubriendo
vivencialmente que sólo el amor nos hace capaces de vivir con mayor plenitud
cada día, es que hoy quiero invitarte a vos que leas esta carta, a que no
pierdas más el tiempo en vos mismo. Quiero invitarte a que todo lo que hagas,
lo hagas movido por amor y pensando en el otro que tenés al lado, enfrente o
más lejos”.
Cuando
se le diagnosticó un linfoma no Hodgkin, no pidió ninguna excepción para su
vida en el seminario. Buscó siempre mostrarse con una sonrisa.
Guillermo
pudo recibir la admisión formal a las Sagradas Órdenes y compartir años de
apostolado como seminarista con distintas comunidades. Pero la enfermedad
empeoró. E internado para un trasplante de médula ósea, escribió: “Ofrezco esto
por las almas del purgatorio, para que estén pronto cerca de Dios derramando su
perfume sobre todos los hombres. Por la evangelización que la Iglesia lleva
adelante para ganar a todos para Dios. Por la pronta canonización del Cura
Brochero y para que por intercesión de él y de María la Virgen se derramen
muchas gracias sobre todos los enfermos, sobre todo paciencia y fortaleza”.
También expresó hacerlo por la diócesis y las vocaciones sacerdotales.
Tras
el trasplante, un proceso de infecciones fue apagando la luz de su vida entre
nosotros. Partió a la Casa del Padre el día de Todos los Santos de 2002. “Con
la sonrisa por la vida” es el sentimiento con el que se lo recuerda desde
entonces, y también el título elegido para un libro que un año después de su
muerte editó su padrino, recogiendo testimonios de amigos: http://ebook.myspecialbook.com/books/flut/.
En
diciembre de 2017 la diócesis comenzó las etapas preliminares para el inicio de
la causa de beatificación y canonización.
Guido Schäffer
Guido
Shäffer nació el 22 de mayo de 1974, en Volta Rotonda, Río de Janeiro. Creció
en Copacabana, apasionado de la playa y el mar, y decidió estudiar medicina,
como su padre. Como Willy Muzzio, desarrolló de joven una intensa vida
apostólica en distintos grupos juveniles y de oración, con un especial interés
por servir a los más pobres. Antes de ingresar en el seminario, los testimonios
muestran a un gran médico, preocupado tanto por el cuerpo como por el alma de
sus pacientes.
Cuentan
que había un hombre muy grave, con el cuerpo lleno de llagas y la piel en gran
parte desprendida. El Dr. Guido lo invitó a acudir a un sacerdote para el
sacramento de la reconciliación, pero el enfermo le dijo que él no mataba ni
robaba, por lo que no tenía pecados. A lo que el médico respondió: “Mire, yo
tampoco mato ni robo, pero estoy lleno de pecados”. Y comenzó a contarle
algunos de ellos. El enfermo finalmente acudió a un sacerdote y se confesó.
Guido
llevó su alegría y caridad al seminario, desde donde, como Guillermo, siguió
manteniendo un fuerte vínculo con sus amigos y con los más pobres. Recuerdan
que allí nunca hablaba mal de nadie, y era muy hábil para apaciguar
discusiones. Y trataba frecuentemente con drogadictos y alcohólicos; cuentan
que para todos tenía tiempo, “Su ejemplo me edificaba y corregía”, dijo de él
una Misionera de la Caridad que lo conocía.
Falleció
el 1 de mayo de 2009 tras sufrir un golpe y quedar inconsciente mientras
practicaba surf en una playa que hoy lleva su nombre. Le faltaba un año para la
ordenación.
En
enero de 2015 se inició su causa de beatificación, y desde octubre de 2017 la
documentación ya está en Roma.
Los
tiempos de la Iglesia para las causas, que encierran sabiduría y prudencia y
exigen paciencia, dirán si Guido Schäffer y Guillermo Muzzio, llegan alguna vez
a los altares. Mientras tanto, ya son luz para jóvenes vocaciones en los
seminarios.
Esteban
Pittaro
Fuente:
Aleteia