Roma
próxima sede del EMF en 2021. La noticia fue dada por el Cardenal Kevin Farrell
al término de la Misa celebrada por el Papa Francisco en el Parque Fénix de
Dublín
“…
Jesucristo, que se ha encarnado en nuestro mundo por medio de una familia y que
a través del testimonio de las familias cristianas tiene el poder, en cada
generación, de derribar las barreras para reconciliar al mundo con Dios y hacer
de nosotros lo que desde siempre estamos destinados a ser: una única familia
humana que vive junta en la justicia, la santidad y la paz”. Con estas
palabras, el Papa Francisco se dirigió a las familias del mundo, para que
logremos reconciliar al mundo con Dios, que logremos ser una única familia que
vive en la justicia, la santidad y la paz.
El Papa Francisco, presidió la celebración eucarística en el Parque Phoenix, uno de los parques urbanos más grandes europeos. Son más de 700 hectáreas situadas en 3 kilómetros al noroeste del centro de Dublín. En el Sagrario se aprecia la cruz papal, que conmemora la histórica misa del Papa Juan Pablo II el 29 de septiembre del 1979. Mons Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín, hizo alusión a esta cruz en sus palabras de bienvenida al Pontífice. Le dijo que esta cruz es un símbolo para Irlanda, para la Iglesia irlandesa.
Su amor salva el mundo de
la esclavitud del pecado
En
su homilía, el Papa recuerda que san Pablo nos dice que el matrimonio es una
participación en el misterio de la fidelidad eterna de Cristo a su esposa, la
Iglesia. Pero esta enseñanza, afirmó, aunque magnífica, tal vez pueda parecer a
alguno una “palabra dura”. Porque vivir en el amor, como Cristo nos ha amado,
supone la imitación de su propio sacrificio, implica morir a nosotros mismos
para renacer a un amor más grande y duradero. Solo ese amor puede salvar el
mundo de la esclavitud del pecado, del egoísmo, de la codicia y de la
indiferencia hacia las necesidades de los menos afortunados.
Jesucristo,
a través del testimonio de las familias cristianas tiene el poder, en cada
generación, de derribar las barreras para reconciliar al mundo con Dios y hacer
de nosotros lo que desde siempre estamos destinados a ser: una única familia
humana que vive junta en la justicia, la santidad y la paz. Pero como dice el
Pontífice, la tarea de dar testimonio de esta Buena Noticia no es fácil. Sin
embargo, los desafíos que los cristianos de hoy tienen delante no son, a su
manera, más difíciles de los que debieron afrontar los primeros misioneros
irlandeses.
El
camino del ser testimonios fieles a Cristo, no es fácil, habrá siempre quien se
opondrá a la Buena Noticia, que “murmurará” contra sus “palabras duras”. Pero
no debemos dejarnos influenciar o desanimar jamás ante la mirada fría de la indiferencia
o los vientos borrascosos de la hostilidad. Incluso, dijo el Santo Padre,
reconozcamos humildemente que, si somos honestos con nosotros mismos, también
nosotros podemos encontrar duras las enseñanzas de Jesús. Qué difícil es
perdonar siempre a quienes nos hieren.
No obstante las
dificultades: También nosotros serviremos al Señor
Qué
desafiante es acoger siempre al emigrante y al extranjero. Qué doloroso es
soportar la desilusión, el rechazo o la traición. Qué incómodo es proteger los
derechos de los más frágiles, de los que aún no han nacido o de los más
ancianos, que parece que obstaculizan nuestro sentido de libertad. Sin embargo,
es justamente en esas circunstancias en las que el Señor nos pregunta:
«¿También vosotros os queréis marchar?». Con la fuerza del Espíritu que nos
anima y con el Señor siempre a nuestro lado, podemos responder como lo hizo el
pueblo de Israel: «También nosotros serviremos al Señor, ¡porque él es nuestro
Dios!».
Todos
los cristianos con los sacramentos del bautismo y de la confirmación, somos
enviados para ser misioneros, un “discípulo misionero”. Toda la Iglesia en su
conjunto, dijo el Papa, está llamada a “salir” para llevar las palabras de vida
eterna a las periferias del mundo. Que nuestra celebración de hoy pueda confirmar
a cada uno de vosotros, padres y abuelos, niños y jóvenes, hombres y mujeres,
religiosos y religiosas, contemplativos y misioneros, diáconos y sacerdotes,
para compartir la alegría del Evangelio. Que podáis compartir el Evangelio de
la familia como alegría para el mundo.
Cada día en la vida de las
familias es un nuevo Pentecostés
El
Papa recordó a los presentes que es bueno que nos detengamos un momento para
considerar la fuente de todo lo bueno que hemos recibido. las palabras de
Jesús, consideradas “duras” por sus discípulos. Son cómo les respondió Jesús:
«Las palabras que os he dicho son espíritu y vida». El Santo Padre les ha dicho
a las familias, que estas palabras indican la fuente última de todo el bien que
las familias han experimentado y celebrado aquí en estos días: el Espíritu de
Dios, que sopla constantemente vida nueva en el mundo, en los corazones, en las
familias, en los hogares y en las parroquias.
Cada
nuevo día en la vida de nuestras familias y cada nueva generación trae consigo
la promesa de un nuevo Pentecostés, un Pentecostés doméstico, una nueva efusión
del Espíritu, el Paráclito, que Jesús nos envía como nuestro Abogado, nuestro
Consolador y quien verdaderamente nos da valentía. Cuánta necesidad tiene el
mundo de este aliento que es don y promesa de Dios. El Papa les pidió que, como
uno de los frutos de esta celebración de la vida familiar, que regresen a sus
hogares y se conviertan en fuente de ánimo para los demás, para compartir con
ellos “las palabras de vida eterna” de Jesús. Vuestras familias son un lugar
privilegiado y un importante medio para difundir esas palabras como “buena
noticia” para todos, especialmente para aquellos que desean dejar el desierto y
la “casa de esclavitud” para ir hacia la tierra prometida de la esperanza y de
la libertad.
Ya
para despedirse de las familias, el Pontífice les pide que renueven su
fidelidad al Señor y a la vocación a la que nos ha llamado. Haciendo nuestra la
oración de san Patricio, dijo, repitamos con alegría: «Cristo en mí, Cristo
detrás de mí, Cristo junto a mí, Cristo debajo de mí, Cristo sobre mí». Con la
alegría y la fuerza conferida por el Espíritu Santo, digámosle con confianza:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna».
El
Papa tuvo palabras de agradecimiento también para los organizadores del evento:
“Al
concluir esta Celebración eucarística y este maravilloso Encuentro Mundial de
las Familias, regalo de Dios para nosotros y para toda la Iglesia, deseo dar
las gracias cordialmente a todos los que han colaborado en su realización de
diversas maneras. Doy las gracias al arzobispo Martin y a la arquidiócesis de
Dublín por el trabajo de preparación y organización. Agradezco especialmente el
apoyo y la ayuda ofrecida por el Gobierno, las autoridades civiles y tantos
voluntarios, de Irlanda y de otros países, que han entregado su tiempo y
trabajo con generosidad. De modo especial, deseo dar las gracias de forma muy
sentida a todas las personas que han rezado por este encuentro: ancianos,
niños, religiosos y religiosas, enfermos, encarcelados… Estoy seguro de que el
éxito de esta jornada se debe a sus oraciones sencillas y perseverantes.
¡Gracias a todos! ¡Que el Señor os lo pague!”
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
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