Aire
fresco
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Nada
como intentar rentabilizar el tiempo al máximo. Sobre todo cuando se trata de
ordenar la celda.
“En
lo que llevo estos jerséis la ropería, dejo la ventana abierta para que se vaya
ventilando...”
Al
abrir la puerta de la celda para salir, me di cuenta de que hacía corriente.
“¡Magnífico,
Señor!”, pensé mientras agarraba la puerta con la silla, “en 30 segundos (que
es lo que voy a tardar en volver) va a estar más que ventilado”.
Efectivamente,
no tardé más de medio minuto en regresar. Sin embargo, en mi celda parecían
haber pasado 30 siglos de abandono: el suelo, el armario, la mesa... ¡¡todo se
había llenado de pelusas blancas!!
Parecía
polvo acumulado de años, pero no: ¡¡era polen!!
Fue
entonces cuando me asomé por la ventana y vi que, realmente, nubes enteras de
aquella pelusa danzaban por los aires. Era impresionante, pues no podemos ver
el viento, pero, con tanto polen, ¡era fácil descubrir sus movimientos!
Y,
¿no dice Jesús que el Espíritu es como el viento? Efectivamente, no podemos ver
al Espíritu, pero podemos sentir su soplo, ¡y ver sus frutos!
¿Te
has dado cuenta de que hay sonrisas que llegan al corazón, palabras que tocan
el alma...? Hay personas con un “toque” especial. Ellos, como el polen, dejan
huella indicando por dónde ha pasado el Señor.
Lo
mejor es que cada uno de nosotros estamos llamados a ser una de esas personas:
nuestra vida es la que hace visible el amor de Cristo. Y, para ello, ¡basta con
abrir las ventanas! Nuestro Dios no es tacaño, sino generoso, y da el Espíritu
sin medida (Jn 3, 34), abundante, ¡como está ahora el polen en el viento! Él
está deseando entrar.
Pero,
claro, eso no significa que nos salga todo estupendamente, que no nos
equivoquemos jamás y que nunca metamos la pata... No. Hay veces en que la mayor
huella de la presencia del Espíritu está en ser capaz de rectificar, está en el
perdón. Con Cristo, todas las historias pueden tener un final diferente.
Hoy
el reto del amor es dejar huella. Te invito a que hoy vivas el día desde el
amor y, cuando sientas que te faltan fuerzas, para, ora, deja entrar al Señor
para que sea Su amor el que obre en ti. Hoy ten un detalle con una persona: que
note tu amor y cariño... ¡como se notaba el polvo en mi celda! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma