Paralelismos,
similitudes y diferencias entre la Yihad y las cruzadas
Muchas
personas, tanto cristianas como musulmanas, quieren ver en el terrorismo
yihadista una especie de venganza por las “cruzadas”. ¿Es
así después de 800 años de las cruzadas? Aquí nos referimos solo a las
llamadas “cruzadas” contra los musulmanes, que fueron nueve en total, y no
a otras “cruzadas” que así se llamaron a distintas guerras europeas.
En
este artículo solo pretendemos trazar una pincelada comparativa, con muchas
limitaciones de espacio. El escritor libanés Amin Maalouf fue
criticado por ser poco exhaustivo su libro “Las cruzadas vistas por los
árabes” (Alianza Editorial, 1983). Un artículo es muchísimo más breve.
Desde
luego hay un cierto, aunque lejano, paralelismo entre el mundo existente en la
Baja Edad Media (entre los años 1100 y 1300, los 200 años en que tuvieron lugar
las cruzadas) y la situación actual. Por una parte, en tiempos de las cruzadas
el mundo estaba dividido en dos: cristianos y musulmanes. Las cruzadas empiezan
con la llegada de los primeros cruzados a Tierra Santa en 1096, y terminan con
la toma de Acre por el sultán Jalil en 1291.
Las
cruzadas fueron guerras, o mejor dicho campañas militares, de corta duración, entre uno y cuatro años, que tenían como objetivo
conquistar Jerusalén que estaba en manos de los musulmanes y salvaguardar los
Santos Lugares cristianos, donde nació y vivió Jesucristo. La conquista de
Jerusalén implicó a veces guerrear contra Egipto, Túnez, Turquía…
El
yihadismo es la Guerra Santa llevada a cabo
con métodos terroristas contra la civilización occidental de origen
judeo-cristiana. No busca la reconquista de los lugares sagrados que
fueron del islam en su tiempo, sino atacar el corazón de esta sociedad
occidental“pervertida” e “infiel”. El islam tiene hoy sus lugares santos
bien resguardados en territorio de Arabia Saudí, y el lugar más litigioso es la
mezquita de Al-Aqsa situada en Jerusalén.
Una
semejanza es que los reinos cristianos de la Edad Media eran confesionales,
igual que los países islámicos. Sin embargo hoy no hay apenas estados
confesionales cristianos, mientras que en los países musulmanes impera la
ley coránica, y la vida civil se rige según esa ley. Sin embargo, solo
algunos estados islámicos son favorables al yihadismo.
En
consecuencia, el yihadismo plantea la guerra en cualquier territorio
occidental, a nivel mundial, global, mientras que las cruzadas fueron acciones
militares centradas en conquistar Jerusalén. Y el yihadismo tiene duración
ilimitada en el tiempo, mientras que las cruzadas duraron una media de dos años
cada una. En las cruzadas hubo vencedores y vencidos, y casi siempre
resultaron vencidos los cruzados.
Algunas
cruzadas llegaron a cometer barbaries, entre miles de musulmanes
civiles, mientras que el yihadismo cuenta sus víctimas mortales por
centenares en occidente y por millares en los países islámicos. Los
yihadistas matan auto inmolándose muchas veces, cosa que no ocurría entre los
cristianos.
Mientras
en la época de las cruzadas los reinos cristianos de Europa se mantuvieron más
o menos unidos, el yihadismo lucha no solo contra los “herejes”
cristianos y judíos, sino también contra distintas ramas en que se ha dividido
el islam a lo largo de los siglos (chiitas, sunníes, wahabitas,
sufistas, jarihistas, alauitas, etc.), en que unos musulmanes califican de
herejes a otros musulmanes.
El
origen de las cruzadas fue la recuperación de los lugares santos cristianos de
Palestina que estaban en manos de califas, sultanes, cadís y emires musulmanes.
Los
reinos cristianos tenían una única autoridad religiosa, el Papa, que apoyó y en
casos convocó directamente las cruzadas. El islam carece de una autoridad
única, y los grupos más radicales (como Al-Qaeda o el Estado Islámico) actúan
por su cuenta enfrentados también y sobre todo con otros fieles del islam.
Visto
lo anterior ¿puede deducirse que el yihadismo es una venganza por las
cruzadas? Claramente puede decirse que no, ni en la extensión del
fenómeno, ni en la forma de plantear la guerra. El yihadismo ¿es una guerra?
Sí. ¿Es como una cruzada? No. No es ni siquiera una guerra de
religión. Aunque haya alguna semejanza.
Salvador Aragonés
Fuente: Aleteia