Ha sido posible gracias al centro de enseñanza
Arrupe, coordinado por jesuitas –varios españoles entre ellos– que trabajan en
el campo de refugiados de Mabán, en Sudán del Sur
El
centro ha logrado unir a la comunidad de acogida y la comunidad de refugiados
con el objetivo de estudiar juntos.
Tarea
difícil si se tiene en cuenta que en diciembre hubo una fuerte oleada de
violencia entre unos y otros. «Esta realidad de convivencia y de comprensión, a
pesar de la violencia, es un testimonio del tipo de paz que es posible incluso
ahora, incluso a pesar de los desafíos a los que nos enfrentamos”, asegura el
jesuita Pau Vidal en declaraciones a la ONG Entreculturas.
Vidal
fue el encargado de dar el discurso en el acto de graduación de más de 400
estudiantes en el centro Arrupe del campo de refugiados de Mabán, en Sudán del
Sur. «Este era un lugar muy triste cuando llegamos», en agosto de 2015. «Pero
juntos hemos sido capaces de crear un centro que no solo es hermoso, sino que
beneficia a toda la comunidad», destacó.
«El
Servicio Jesuita a Refugiados cree que la educación «consiste en cambiar
nuestros corazones, en abrir nuestras mentes y almas a los demás», dijo a los
presentes. Hoy «no solo celebramos el conocimiento adquirido, sino también el
haberlo hecho uno al lado del otro, abriendo sus corazones como han aprendido.
Celebramos no solo el conocimiento que tienen en sus cabezas, sino el
conocimiento que tienen en sus corazones».
Por
ello, quiso acordarse también de todos aquellos que han contribuido al
proyecto: «Un gran agradecimiento también a todas las personas que han hecho
generosas contribuciones para hacer posible la educación que todos ustedes han
recibido aquí. Estas son las personas que creen que vale la pena invertir en el
futuro de ustedes. Así que démosles las gracias».
Fuente:
Alfa y Omega