Las reliquias de Santo
Tomás fueron puestas a salvo hace tres años, cuando la ciudad cayó en manos del
ISIS
Es
la iglesia más antigua de la ciudad, y se encuentra a dos cuadras de la
mezquita de al-Nouri, que fue destruida. En su exterior no tiene “siquiera un
rasguño”, mientras que en el interior todo fue destruido durante la
ocupación. Las reliquias de Santo Tomás fueron puestas a salvo hace tres
años, cuando la ciudad cayó en manos del ISIS. Por gentileza de L’Orient
Le-Jour.
Es
un milagro. El centro histórico de Mosul fue lacerado por los ataques, quedó
repleto de cicatrices de proyectiles, fue mutilado por los explosivos del
Estado islámico (ISIS o Daesh). En este paisaje surrealista, donde las piedras
blancas se entrelazan con el metal negro recordando el Guernica de Picasso, un
edificio de paredes gruesas no presenta ni siquiera un rasguño: se trata de la
iglesia de Santo Tomás, la más antigua de la ciudad, ¡que tiene más de 12
siglos de antigüedad!
Ésta
existe cuando menos desde fines del siglo VIII, pero es considerada mucho más
antigua, y habría sido fundada en el lugar donde se levantaba la casa donde el
apóstol de Oriente vivió durante su larga estadía en la ciudad. El interior ha
quedado devastado por los ocupantes, que la transformaron en base militar. Pero
el monumento, cuya estructura se remonta cuando menos al siglo XIII, ha
sobrevivido a la batalla.
“Enloquecí”
La
mezquita de al-Nouri, que está situada a unas dos cuadras hacia el norte, no
tuvo esta posibilidad. Los terroristas del ISIS la
hicieron estallar el miércoles 21 de junio, al caer la tarde. Sus
ruinas forman un caos lunar que ha sido blanqueado por un revestimiento
pulverizado. Sólo emerge la cúpula verde, que se mantiene en equilibrio sobre
dos pilares que han sido en parte dañados por la explosiones, y, más allá, la
base del minarete, de 12 metros de alto, con sus bajorrelieves geométricos
finamente esculpidos.
Desde
entonces, el teniente coronel Mountazar el-Chammari, comandante del batallón de
Mosul de las fuerzas iraquíes para las operaciones especiales (ISOF, en inglés)
está furioso: “Me volví loco”, deplora. “¡Han destruido la mezquita del
profeta Jonás, del profeta Jirjis, la ciudad de Nimrud, el museo!”
La
segunda ciudad de Irak ha perdido sus símbolos, en particular, el minarete que
se apoyaba en al-Nouri, conocido como al-Hadba (el “inclinado”). En una amarga
reconquista, sus
restos fueron recuperados el jueves 29 de junio, permitiendo que el primer
ministro iraquí Haïder al-Abadi, declarara el “fin del falso Estado de
Daesh”.
La
iglesia de Santo Tomás se encuentra sobre el camino que conduce a al-Nouri. El
miércoles 21, poco antes de la explosión que destruyó casi la totalidad de la
mezquita, el batallón ISOF de Diwaniya volvía a subir a pie la que se conoce
como la torre de los campanarios. Un francotirador se encontraba delante de la
iglesia: “Mató a uno de los nuestros”, cuenta Ahmad Kathem, de 23 años, uno de
los soldados del batallón. La vivienda fue el blanco de un ataque. No quedó
nada de ella.
“Abou Abderrahman
al-Australi”
El
soldado Ahmad fuerza una porta de hierro para mostrar el interior de la
iglesia. En comparación a los alrededores devastados por las bombas, los
estigmas del edificio cristiano no pasan de ser rasguños. El patio por el
cual ingresa Ahmad está plagado de montañas de piedras y desperdicios, pero las
columnas de las arcadas que lo rodean están intactas. Sobre un bajorrelieve,
Tomás toca las llagas de Cristo.
Sus
rostros han sido aplastados en la superficie. A su lado, yace un cuerpo en
estado de descomposición, bajo una pila de basura. En el medio del patio
adyacente, un segundo cadáver emana un hedor espantoso, es obeso y con una
densa barba negra, con los ojos fuera de sus órbitas e hinchados. Su rostro ha
sido destrozado a fuerza de golpes, salpicando los restos de cráneo a su
alrededor, formando una corona. Detrás de él, barriles y sacos de grano son
todo lo que queda de las provisiones de los terroristas. Hay una habitación que
todavía está llena de uniformes militares y de cargadores de AK-47.
En
el interior, un bombardeo ha perforado la bóveda de la nave principal. Un rayo
de luz cae en el interior destrozado. Los bancos están quemados. Bajo su arcada
almenada, el altar hecho pedazos.
Por
suerte, hace tres años, las reliquias de Santo Tomás fueron llevadas al
monasterio de San Mateo (Mar Matta), cuando Mosul cayó en manos de Daesh.
Los
combatientes del ISIS dibujaron círculos negros sobre las gruesas columnas de
mármol oscuro, sin duda como preparación para la destrucción de la iglesia. No
tuvieron tiempo o no encontraron la manera de colocar los explosivos.
Los
muros están cubiertos de grafitis y de banderas de la organización en las
pequeñas hornacinas ojivales. Debajo de una de ellas, un papel rosa fijado al
muro enumera la distribución de las raciones. “Abou Abderrahman al-Australi”,
un combatiente venido de Australia, ha marcado su paso con una firma en letras
latinas.
AsiaNews
Fuente:
Aleteia