Tres «R» reitera el Papa
Francisco: respeto, responsabilidad y relación
El
Papa Francisco envió un Mensaje al Card. Lluís Martínez Sistach, Arzobispo
emérito de Barcelona, con motivo del Congreso Internacional «Laudato si’ y
Grandes Ciudades». Evento celebrado en Río de Janeiro - del 13 al 15
de julio – con especial atención a tres temas como el agua potable, la
contaminación ambiental y calidad del aire y los residuos.
Mensaje
del Papa Francisco al Congreso Internacional Laudato si’ y Grandes Ciudades:
A
Su Eminencia el Cardenal Lluís Martínez Sistach
Arzobispo
emérito de Barcelona
Querido
hermano:
Lo saludo atentamente, como también a todos los que toman parte en el evento:
Congreso Internacional «Laudato si’ y Grandes Ciudades».
En
la Carta encíclica Laudato si’ hago referencia a varias necesidades
físicas que tiene el hombre de hoy en las grandes ciudades y que necesitan ser
afrontadas con respeto, responsabilidad y relación. Son
tres «R» que ayudan a interactuar de forma conjunta ante los imperativos más
esenciales de nuestra convivencia.
El respeto es
la actitud fundamental que el hombre ha de tener con la creación. Ésta la hemos
recibido como un don precioso y debemos esforzarnos para que las generaciones
futuras puedan seguir admirándola y disfrutándola.
Este
cuidado debemos enseñarlo y transmitirlo. San Francisco de Asís afirmaba en su
Cántico a las Criaturas: «Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la
cual es muy útil y humilde y preciosa y casta». En estos adjetivos se expresa
la belleza e importancia de este elemento, que es indispensable para la vida.
Como otros elementos creados, el agua potable y limpia es expresión del amor
atento y providente de Dios por cada una de sus creaturas, siendo un derecho
fundamental, que toda sociedad debe garantizar (cf. Laudato si’, 30).
Cuando no se le presta la atención que merece se transforma en fuente de
enfermedades y su escasez pone en peligro la vida de millones de personas. Es
un deber de todos crear en la sociedad una conciencia de respeto por nuestro
entorno; esto nos beneficia a nosotros y a las generaciones futuras.
La responsabilidad ante
la creación es el modo con el que debemos interactuar con ella y constituye una
de nuestras tareas primordiales. No podemos quedarnos con los brazos cruzados,
cuando advertimos una grave disminución de la calidad del aire o el aumento de
la producción de residuos que no son adecuadamente tratados.
Estas
realidades son consecuencia de una forma irresponsable de manipular la creación
y nos llaman a ejercer una responsabilidad activa para el bien de todos.
Además, comprobamos una indiferencia ante nuestra casa común y,
lamentablemente, ante tantas tragedias y necesidades que golpean a nuestros
hermanos y hermanas. Esta pasividad demuestra la «pérdida de aquel sentido de
responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad
civil» (Laudato si’, 25).
Cada
territorio y gobierno debería incentivar modos de actuar responsables en sus
ciudadanos para que, con inventiva, puedan interactuar y favorecer la creación
de una casa más habitable y más saludable. Poniendo cada uno lo poco que le
corresponde en su responsabilidad, se estará logrando mucho.
Se
observa en las grandes ciudades, como también en las zonas rurales, una
creciente falta de relación. Con independencia de la causa que lo produce,
el flujo constante de personas genera una sociedad más plural, multicultural,
que es un bien, produce riqueza y crecimiento social y personal; pero también
hace que esta sociedad sea cada vez más cerrada y desconfiada.
La
falta de raíces y el aislamiento de algunas personas son formas de pobreza, que
pueden degenerar en guetos y originar violencia e injusticia. En cambio, el
hombre está llamado a amar y a ser amado, estableciendo vínculos de pertenencia
y lazos de unidad entre todos sus semejantes.
Es
importante que la sociedad trabaje conjuntamente en ámbito político, educativo
y religioso para crear relaciones humanas más cálidas, que rompan los muros que
aíslan y marginan. Esto se puede lograr a través de agrupaciones, escuelas,
parroquias, etc., que sean capaces de construir con su presencia una red de
comunión y de pertenencia, para favorecer una mejor convivencia y lograr
superar tantas dificultades. De esta manera, «cualquier lugar deja de ser un
infierno y se convierte en el contexto de una vida digna» (Laudato si’, 149).
Encomiendo
a la intercesión de la Virgen Santa, Reina de cielo y tierra, estas jornadas de
estudio y de reflexión. Que su consejo y guía oriente sus decisiones en favor
de una ecología integral que proteja nuestra casa común y construya una
civilización cada vez más humana y solidaria.
Por
favor, les pido que recen por mí; y ruego al Señor que los bendiga.
FRANCISCO
Fuente: Radio Vaticano