LOS SCOUTS CATÓLICOS REFUERZAN SUS RAÍCES

Soria y Gran Canaria acogen estos días dos macrocampamentos, con 8.000 niños y jóvenes del Movimiento Scout Católico y de Scouts de España

El cardenal Osoro saluda a un lobato durante la Eucaristía
del domingo 23 de julio, en el JamScout de Covaleda (Soria)
Ambas entidades reivindican una forma de educar que después de 110 años sigue siendo innovadora.

En el verano de 1907, una veintena de muchachos ingleses con espíritu aventurero viajaron a la isla de Brownsea, en el canal de la Mancha. Eran los conejillos de Indias con los que el general Robert Baden-Powell quería probar los principios de su recién creado escultismo. 

110 años después, 5.000 niños y jóvenes españoles están reviviendo este primer campamento scout en Covaleda (Soria). 

Es el I Jamscout, encuentro nacional del Movimiento Scout Católico (MSC). El domingo, los jóvenes celebraron la Eucaristía con el cardenal Osoro, arzobispo de Madrid; monseñor Xavier Novell, obispo de Solsona y responsable del departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal, y el obispo auxiliar de Pamplona, Juan Antonio Aznárez. Otros 3.000 scouts se dan cita en Gran Canaria, en el EsJamboree de la Federación de Scouts de España.

El campamento del MSC es el broche de oro al proceso de actualización que ha vivido la entidad en los últimos años, explica su vicepresidente, Carlos Lucas. Se han reformado los estatutos y se ha elaborado un programa educativo común para «acercarnos más a la esencia del escultismo original. En los años 80 se hicieron muchos cambios, en parte por la influencia de otras actividades de tiempo libre, y había mucha divergencia entre grupos. Debía notarse que no somos una ludoteca».

¿Qué mejor forma de terminar este período de reflexión que con un gran campamento nacional? «Cuando nos planteamos cómo ambientarlo, en seguida salió la idea de Brownsea, para celebrar esta vuelta a los orígenes». Así, desde el 22 hasta el 30 de julio, niños y jóvenes desde los 6 hasta los 21 años están aprendiendo de forma adaptada a su edad a hacer las construcciones básicas para acampar, a seguir rastros, a conocer el entorno natural…

La receta de Baden-Powell

La vida en la naturaleza es uno de los pilares del método scout. «Estas cosas tienen incluso más valor ahora que antes –asegura Lucas–, porque los chicos descubren de lo que son capaces en un mundo que les enseña que lo único que tienen que hacer es sentarse y pulsar teclas. Vivir unos días sin estar conectados a la tecnología y dependiendo de lo que hacen con sus manos les abre los ojos de forma brutal».

Para el vicepresidente del MSC, esta vuelta a los orígenes es, al mismo tiempo, una apuesta de futuro. «El escultismo siempre ha innovado con cosas que luego los demás han ido adoptando. Todo eso de la educación por proyectos de la que se habla hoy, nosotros llevamos haciéndolo 110 años». Esta forma de trabajar, presente cada vez en más colegios, coincide con parte de la pedagogía que creó Baden-Powell: pequeños grupos de iguales que aprenden haciendo, asumen tareas y responsabilidades, y a los que el adulto solo acompaña y guía.

La pedagogía que está reforzando el MSC se completa con el uso de símbolos –tal vez el elemento más visible del escultismo– y, sobre todo, con lo que da sentido a todo: la espiritualidad, los valores y el compromiso de vida. El momento clave para todo scout es hacer la promesa, cuando solemnemente se compromete a servir a Dios y a su país, ayudar a los demás y vivir según la ley scout, también cuando deje el grupo.

«Uno de los puntos fuertes de nuestro nuevo programa –afirma Lucas– es ayudar al descubrimiento vocacional. En las actividades se va viendo quién es un líder nato, a quién le interesa un campo en particular… En los scouts, todo el curso es una proyección hacia el campamento. Y el campamento es, al final, una proyección hacia la vida».

María Martínez López

Fuente: Alfa y Omega