La experta en
derecho a la libertad religiosa y de conciencia Lourdes Ruano Espina valora la
sentencia de Estrasburgo sobre el burka y el niqab
El Tribunal
de Derechos Humanos de Estrasburgo avaló la semana pasada la prohibición del
burka y del niqab en los espacios públicos de Bélgica.
Se trata de la segunda
sentencia de este tipo del Tribunal europeo tras la del año 2014 que respaldaba
la prohibición en Francia de cualquier atuendo que cubra total o parcialmente
la cara de una persona en espacios públicos.
Lourdes
Ruano Espina, presidenta de la Asociación Española de Canonistas y profesora
también de Derecho matrimonial islámico, afirma que «el burka lo impusieron los
talibanes en Afganistán y es una prenda de origen no religioso sino cultural.
De
hecho, la ley islámica no impone ni aconseja a la mujer portar el velo
integral. Cuestión distinta es el hiyab, o velo que cubre cabeza y cuello, que
sí es un atuendo religioso porque el Corán recomienda a la mujer cubrirse el
cabello y el cuello».
Por
tanto, el burka (que cubre todo el rostro de la mujer) y el niqab (que
deja al descubierto solo los ojos) «no son un símbolo religioso en sentido
estricto». Sin embargo, «eso no significa que las mujeres que lo portan
libremente no merezcan protección. El hecho de llevarlo por motivos culturales
no entraría dentro del derecho de libertad religiosa, pero sí podría estar
amparado por el derecho a la libertad de conciencia, que merece la misma
protección que la libertad religiosa».
Sin
embargo, como todos los demás derechos, este derecho a la libertad
religiosa y de conciencia «está sometido a límites, cuando su ejercicio
lesione los derechos de los demás o los elementos integrantes del orden
público, como por ejemplo la seguridad pública», aclara.
En
opinión personal de Lourdes Ruano, tanto el burka como el niqab «son
contrarios a la dignidad de la mujer, porque no les permiten relacionarse con
las demás personas de manera natural, de igual a igual».
Pero la
solución «no creo que sea sancionar a la mujer que lo lleve, porque esa medida
podría llevar a las mujeres a quedar recluidas en su casa. En mi opinión, la
clave radica en la educación. Siempre partiendo de que la mujer que lleva velo
integral lo hace voluntaria y libremente (por supuesto, en ningún caso puede
consentirse que lo haga obligada), en las sociedades libres y democráticas de
nuestro entorno debe educarse a los niños y adolescentes en el respeto a la
igual dignidad de toda persona.
La
educación es la clave para que estas mujeres puedan relacionarse libremente con
las personas que les rodean, pudiendo mirar a los ojos del otro, sin sentirse
intimidadas. Y, por supuesto, la educación es imprescindible para enseñar a los
hombres que imponen el burka a respetar los derechos de sus mujeres. Fomentar y
educar en estos valores y en el respeto a la libertad y la dignidad de la
persona contribuiría a una mejor convivencia en nuestras sociedades».
Juan
Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente:
Alfa y Omega