Algunos consejos para
compartir tiempo "de calidad"
Hace
ya casi una década, el Center on Everyday Lives of Families (Centro sobre la
Vida Cotidiana de la Familia), de la Universidad de California, publicó una
investigación que revelaba que la vida familiar en Estados Unidos estaba en
crisis. Entre varias conclusiones, el informe señala que el “tiempo de calidad”
que comparte una familia se da mientras sus miembros hacen, literalmente, miles
de cosas —ir de una clase extracurricular a otra, a un evento social, a una
cita médica, entre otros— mientras que los padres están pegados al celular y
comiendo algo rápido en el trayecto.
No
hay que citar otro gran estudio para darnos cuenta de que esta realidad se verifica
actualmente en la gran mayoría de ciudades del planeta. Basta con mirar a
nuestro alrededor o dentro de nuestro hogar para confirmar que, sin duda, uno
de los mayores problemas que viven muchas familias es la falta de tiempo: para
conocerse, para comunicarse y para pasarla bien juntos.
¿Debemos,
entonces, dejar de hacer cosas y solo mirarnos las caras? Difícil. Por más que
queramos disponer de más tiempo libre, debemos trabajar, estudiar y cumplir
deberes sociales, entre otras tantas obligaciones. Además, las actividades en
sí mismas no tienen nada de malo. Al contrario. Por ejemplo, los chicos deben
hacer deporte o cultivar algún tipo de arte.
Sin
embargo, es importante que nos detengamos un momento y pensemos si es que entre
todas estas actividades está presente una variable que es la que más valoran
los hijos: nosotros, sus padres. ¿Sabían que los adolescentes tienen menos
posibilidades de sufrir ansiedad emocional si sus padres están en casa cuando
se despiertan, cuando vuelven del colegio, en la cena y cuando se van a dormir?
Otro
dato importante es que “comparados con los adolescentes que cenan en
familia con asiduidad (cinco noches o más a la semana), los que lo hacen sólo
dos noches o menos tienen el doble de posibilidades de estar involucrados en el
abuso de drogas. La incidencia de fumadores es dos veces y media mayor, la de
consumo de alcohol una vez y media, y la del consumo de marihuana casi el
triple”.
¿Por
qué la presencia de los padres y el darles tiempo puede determinar tan
fuertemente la conducta de un niño o de un adolescente? Porque el estar ahí
lanza una señal sutil pero muy fuerte hacia ellos: me importas. Y esto marca
profundamente el corazón de nuestros hijos. Se sienten amados y merecedores de
eso que para ellos es tan valioso: el que seamos generosos con nosotros mismos
poniéndolos como la prioridad en nuestras vidas.
Pero,
¿qué hacer si la vida laboral o las necesidades económicas nos exigen trabajar
mucho tiempo? O, ¿qué pasa con los padres o las madres solteros? Bueno, lograr
darles tiempo se vuelve una tarea difícil, pero no imposible. Una buena manera
de salvar este problema es buscar personas idóneas que ayuden a criar a los
hijos para que desarrollen sus potenciales. Eso sí, es muy importante que
compartan los mismos valores y la misma manera de ver el mundo que los padres.
Algunos
consejos para compartir tiempo de calidad
- Salir de paseo juntos. No necesariamente tienen que hacer deporte. Puede ser una caminata calmada. Jugar un juego de mesa también es una excelente forma de pasarla bien juntos. Ayuda a conocerse y a relacionarse.
- Si no se puede coordinar para salir todos al mismo tiempo, puede hacerse con cada hijo por separado. Eso sí, es muy importante salir con cada uno al menos una vez. Esto ayuda a tener mayor cercanía y a entablar vínculos de confianza más estrechos de manera individual.
- Tratar de hacer algunas comidas juntos. Sin televisión ni pantallas de ningún tipo. En la mesa uno aprende no solo modales sino también a escuchar al otro, a esperar turnos para hablar o para servirse. También es el espacio ideal para reír. La mesa es un momento irremplazable.
- Si no hay tiempo para hacer todo, es imprescindible priorizar las actividades que se realizan fuera de la casa. Es esencial buscar tiempo para lo que es realmente importante… lo que no significa solo lo agradable. La convivencia también tiene momentos duros en los que se forja el carácter y se guía a los hijos por el camino del bien.
Debemos
convencernos de una vez que no solo hay que dar cosas, sino darnos a nosotros
mismos. Sí, es lo más difícil. ¿Saben por qué? Porque es la muestra de
generosidad más grande y que tiene mayor valor para nuestros seres queridos.
Pero vale la pena intentarlo cotidianamente.
Artículo
originalmente publicado por La Mamá Oca
Fuente:
Aleteia