Si el alma y el cuerpo
son una unidad, entonces eso significa varias cosas…
En los seres humanos, el alma y el cuerpo son una
unidad; son uno solo. Nosotros no somos almas presas en un cuerpo a espera de
liberación, ni somos sólo cuerpos que llevan a cabo funciones cerebrales
superiores.
La Iglesia católica habla de unidad “profunda”
del alma y el cuerpo. El espíritu y la materia “no son dos naturalezas unidas,
sino que su unión forma una única naturaleza”.
Es difícil enfatizar la importancia de esta enseñanza
y cuán fácil es entenderlo mal.
1. El hombre es noble
¡Qué obra de arte es el hombre!”, dijo Hamlet. “Cuán
noble de razón, cuán infinito de facultades. En forma y movimiento, cuán
admirable. En el actuar, cuán angelical. En el aprendizaje, cuán semejante a un
dios. La belleza del mundo. El parámetro de los animales”.
Somos parte animal y parte “ángel”;
estamos hechos de polvo y soñamos con alcanzar las estrellas. En la imagen
destacada del libro del Génesis, Dios nos hace a partir del barro e inspira en
nosotros el soplo de vida.
Si la Iglesia está en lo correcto, nosotros somos
nobles y bellos; si la Iglesia está equivocada, somos meros receptáculos de
placeres fugaces, altamente desarrollados.
2. El arte puede ser grandioso
Cuando creamos arte, expresamos ideas intangibles
mediante materia tangible, audible, visible. El arte utiliza nuestros sentidos
para hablarle a nuestra alma.
Si la Iglesia está en lo correcto sobre la unidad del
alma y el cuerpo, entonces el arte es un canal para una belleza que nos
trasciende.
Pero si la Iglesia está equivocada, el arte es sólo un
ejercicio de creatividad.
3. La ley natural importa
Lo que hacemos con nuestro cuerpo, aunque de modo
independiente de nuestras intenciones interiores, importa. Nuestro cuerpo, de
hecho, es “nosotros”: no es que nosotros “tenemos” un cuerpo: nosotros “somos”
cuerpo y alma. Y, por lo tanto, somos responsables de nuestras acciones.
Pero si la Iglesia está equivocada, no podemos acusar
o encontrar culpa en nadie, porque no tenemos cómo juzgar las intenciones de
los demás y porque sus cuerpos simplemente responden a fuerzas de las
cuales ellos no son responsables.
4. La encarnación de Dios es posible
Las herejías cristológicas iniciales intentaban
separar la divinidad y la humanidad de Jesucristo: ¿será que su alma era Dios,
pero su cuerpo no lo era? ¿Será que Él era un Dios “menor” porque “tenía”
cuerpo? ¿Será que Él “se volvió” Dios en el bautismo?
La unidad del alma y el cuerpo resuelve todas estas
herejías: Él siempre fue quien Él es: verdadero Dios y verdadero hombre.
Si la Iglesia está equivocada sobre la unidad del alma
y el cuerpo, entonces Jesús no puede ser Dios y nosotros no podemos ser redimidos.
Si la Iglesia está en lo cierto, nuestra fe no es en vano.
5. Los edificios de la Iglesia importan
Si el alma y el cuerpo no son una sola cosa, entonces
no importa la apariencia de las iglesias: estas son sólo algo ante lo que el
cuerpo reacciona por instinto.
Pero si el alma y el cuerpo son una sola cosa,
entonces las iglesias deben ser, también en su construcción material, testigos
elevados de la grandeza de Dios.
Sin la enseñanza sobre la unidad del cuerpo y el alma,
las iglesias podrían estar vacías o priorizar formas geométricas que no
distrajeran a nuestra alma.
Con esta enseñanza, sin embargo, ellas pueden y deben
ser llenadas con iconos e imágenes atractivas también para nuestra naturaleza
corporal.
6. Los sacramentos son necesarios
Sin esta enseñanza, sería inútil que lo material
transmitiera la gracia.
Pero, con esta enseñanza, podemos tener acceso a la
gracia a través de cosas comunes, táctiles, transformadas por un sacerdote: el
agua, el pan, la mano que unge, la palabra hablada…
7. María es especial
Sin esta enseñanza, María sería sólo una madre de
alquiler que sólo cargó el cuerpo de Jesús.
Pero, con esta enseñanza, ella es la Madre de Dios.
8. Los santos importan
Sin esta enseñanza, sólo celebraríamos los misterios
de la vida de Cristo.
Con esta enseñanza, sin embargo, podemos también
celebrar a los grandes hombres y mujeres que comparten la vida de Cristo en su
propia vida.
9. El sexo importa
Sin esta enseñanza, la sexualidad es un mero
entretenimiento y no importa ni el número ni el tipo de parejas.
Con esta enseñanza, en cambio, la sexualidad es la
conexión espiritual más íntima posible entre un hombre y una mujer y necesita
ser tratada con dignidad y propósito.
10 Las obras de misericordia importan
Sin esta enseñanza, dar de comer y de beber, vestir y
abrigar al necesitado son simples cuestiones de decoro público, no actos de
misericordia.
Pero, con esta enseñanza, estamos no sólo gestionando
necesidades de cuerpos ajenos, sino amando a nuestros hermanos.
11. El ejercicio físico importa
Sin esta enseñanza, cuidar del cuerpo no es relevante;
o, por lo menos, no tanto como cuidar el alma.
El cuerpo, no obstante, es parte de quienes somos. Y
esto significa que debemos cuidarlo bien.
12 …pero sin exagerar
La Iglesia rechaza la noción neopagana que tiende a
promover el culto al cuerpo, a sacrificar todo por él, a idolatrar la
perfección física y el éxito en los deportes.
13. El matrimonio no es mera construcción jurídica
Sin esta enseñanza, el matrimonio sería sólo un
contrato entre cualquier grupo de dos o más personas, vinculadas por cualquier
necesidad mutua.
Con esta enseñanza, sin embargo, el matrimonio es la
unión de un hombre y una mujer con el objetivo final de generar y crear hijos
por amor, hijos que jamás fueron, son o serán un mero “conglomerado de
células”.
14. Tus órganos genitales y tus cromosomas importan
Si tu cuerpo y tu alma no son una unidad, entonces tu
identidad de género es un concepto que queda escondido de los demás.
Pero si tu cuerpo y tu alma son una unidad, entonces
las demás personas saben decir lo que tú eres, aunque las ideologías inventen
otra cosa.