Lluvia de gracias
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Llevo unos días preguntándole al Señor: "¿Para
qué esta lluvia ahora, Señor?", porque estamos todas como agotadas, con
cansancio de piernas y de cuerpo, y es esta nube que no se va.
Sin embargo, ayer me regaló ver que quería hacernos
entender cómo es el Espíritu Santo, cuya venida vamos a celebrar este próximo
domingo.
Bien sabe Él que lo que nos entra por los ojos, con
ejemplos sencillos, lo comprendemos muy bien. Y así me dio un sentido para esta
lluvia.
La lluvia es como el Espíritu Santo, es pura
gratuidad. Nosotros no hacemos nada para que caiga, sin embargo, todo lo que
está debajo se moja. No hay malos ni buenos, sino que la lluvia cae sobre
todos. Este agua es la que hace crecer todas las cosas hacia Dios. Todas las
plantas que la reciben y la acogen como el nutriente fundamental, comienzan a
crecer y a dar fruto.
Y si nos damos cuenta, este agua cae siempre de la
misma manera, pero hace crecer a cada cual según sus dones; es decir, el peral
dará peras; el cerezo, cerezas, pero no encontraremos sandías colgando de un
melocotonero.
En seguida recordé que esto ya lo había escuchado
antes, y me acordé porque me había ayudado mucho a entender que el Señor me
había dado unos dones, y que no tenía sentido compararme con los demás, ni
intentar conseguir hacer lo que hace el otro, porque "no salen sandías del
melocotonero".
Aquello me hizo bien, y descubrí que Cristo me ha dado
a mí unos dones, y que tengo que descubrir cuáles son para poder acoger el
Espíritu Santo y dejar que crezcan en mí.
Y así, al igual que los frutos son para los demás
(para los hombres que se alimentan de ellos, para los animales donde encuentran
su sustento...), así nuestros dones también son para los demás: el artista que
plasma la vida que lleva dentro y los demás disfrutan con ello, el que sirve
ayuda a los demás, el que tiene el don del predicar anuncia que Cristo está
vivo y que Él nos ama, y esto hace bien al que lo escucha... Cada cual tiene unos
dones concretos, y el Señor que es quien nos soñó antes de que naciéramos, los
pensó para que fuéramos felices así, dándonos a los demás de esa manera
concreta.
Orando esto, seguía observando la lluvia, y me di
cuenta de que nosotros no podemos agradecerle al Señor todo lo que Él nos da,
no podemos lanzar la lluvia hacia el Cielo... pero entendí que lo que más le
glorifica a Él es que nosotros, acogiéndole, crezcamos y demos mucho fruto.
Hoy el reto del Amor es descubrir qué dones ha puesto
el Señor en ti. Te invito a darte cuenta de que Él te ama y quiere que tú
también transmitas ese Amor a los demás. Hay mil maneras, pero hay una concreta
para ti, la tuya. No eres un número, sino que eres una persona soñada y pensada
por Dios, y ahora amada plenamente por Él. Si dejas que ese amor crezca en ti y
te das de esa manera, serás feliz.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma