La única respuesta a por qué Dios permite tal cosa, es la propia
purificación y la santificación
El famoso exorcista José Antonio Fortea aborda en su nuevo libro, La
tiniebla en el exorcismo, la posibilidad de que el demonio sirva como
“instrumentum sanctificationis” (“instrumento de santificación”). El libro está
disponible de forma gratuita para los lectores de ACI Prensa.
El P. Fortea señaló que si a pesar de que se hayan puesto “todos los medios
humanamente posibles para la resolución de un caso” aun así “un exorcismo
indefinido no da ningún signo de acercarse a su final, entonces téngase en
cuenta que Dios puede permitir que una persona porte sobre sí este sufrimiento
como expiación por sus propios pecados y para beneficio del resto de la Iglesia”.
“La única respuesta a por qué Dios permite tal cosa, es la propia
purificación y la santificación”, escribió.
El sacerdote español destacó que “si Dios permite la cruz de una enfermedad
crónica del cuerpo (como, por ejemplo, la diabetes o la necesidad cada dos días
de la hemodiálisis), ¿qué razón encontraremos para que no pudiese permitir este
otro tipo de carga sobre la persona, la cruz de la acción extraordinaria del
demonio?”.
“Desde luego, los episodios en los
que los demonios atacan físicamente a los siervos de Dios, los podemos rastrear
en la vida de infinidad de
santos, desde la antiquísima vida de San Antonio Abad hasta la reciente y bien
documentada vida del padre Pío de Pietrelcina”, señaló.
El P. Fortea recordó también que “en la vida de Santa Catalina de Siena,
la acción maligna de los demonios sobre una ciudad es coartada por la oración y
penitencia de la Santa, pero a cambio de que Dios permitiera que los demonios
atormentaran el cuerpo de Santa Catalina”.
Así como hay casos de “ataques físicos demoníacos provistos de un sentido
intercesor pro bono Ecclesiae (para el bien de la Iglesia)”, indicó, también se
han producido casos de “auténtica posesión demoníaca” en algunos santos.
El famoso exorcista citó en su libro pasajes de Historia de un alma de
Santa Teresa de Lisieux, en el que la santa recordó una enfermedad que
“provenía, ciertamente, del demonio”, pues “decía y hacía cosas que no pensaba.
Parecía estar en un continuo delirio, diciendo palabras que no tenían sentido,
y sin embargo estoy segura de que no perdí ni un solo instante el uso de la
razón”.
El sacerdote español señaló que “este tipo de casos lleva a la conclusión
de que el misterio de la posesión excede con mucho en su complejidad, a los
esquemas simplistas que la consideran completamente explicada, como fruto de un
pecado producido por el esoterismo”.
“El sentido teológico de la posesión es bastante más amplio y sus
ramificaciones más misteriosas”, advirtió.
El P. Fortea subrayó que “del mismo modo que no en todas las personas la
posesión comienza por el pecado, así tampoco la remoción de los pecados graves
asegura que una posesión acabe”.
Fuente: ACI Prensa