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El Black Friday, que ya no se limita a un solo día, sino que
se extiende a lo largo de un mes entero, resume la concepción moderna del
consumismo: las empresas se centran exclusivamente en obtener beneficios antes
de fin de año y los consumidores las ayudan con sus compras.
Sin embargo, San Juan Pablo II criticó duramente este
sistema de consumismo e instó a los consumidores a pensar antes de
comprar .
En su encíclica Centesimus annus, explica su
pensamiento y, en primer lugar, nos advierte que el modo en que la
sociedad utiliza su dinero nos muestra dónde están nuestras prioridades.
Una cultura determinada revela su concepción global de
la vida a través de las decisiones que toma en materia de producción y consumo.
Es aquí donde surge el fenómeno del consumismo.
San Juan Pablo II insta a los consumidores a considerar sus
compras a la luz de toda la persona humana, cuerpo y alma.
Al identificar nuevas necesidades y nuevos medios para
satisfacerlas, hay que guiarse por una imagen global del
hombre que respete todas las dimensiones de su ser y que
subordina sus dimensiones materiales e instintivas a las interiores y
espirituales.
Si no observamos este panorama completo, nuestro consumismo
nos llevará por mal camino.
Si, por el contrario, se apela directamente a sus instintos
—ignorando de diversas maneras la realidad de la persona como inteligente y
libre— se pueden crear actitudes y estilos de vida consumistas objetivamente
impropios y a menudo perjudiciales para su salud física y espiritual.
El poder de la elección
Ante todo, debemos recordar que con cada compra estamos
haciendo una elección. Esta elección puede beneficiar a la sociedad y a
nuestras almas eternas, o puede perjudicarlas. La clave es ser un consumidor
informado.
Por ello, es urgente realizar un gran trabajo educativo y
cultural , incluida la educación de los consumidores en el uso
responsable de su poder de elección.
San Juan Pablo II no condena el deseo de una vida mejor,
pero nos insta a cambiar nuestro deseo de “tener” y a centrarnos en lo
verdadero, lo bueno y lo bello.
No es malo querer vivir mejor; es malo un estilo de vida que
se presupone mejor cuando se orienta al «tener» más que al «ser», y que quiere
tener más, no para ser más, sino para vivir en el goce como fin en sí mismo. Es
necesario, pues, crear estilos de vida en los que la búsqueda de la
verdad, de la belleza, del bien y de la comunión con los demás para
el crecimiento común sean los factores que determinen las opciones de
consumo, de ahorro y de inversión.
A medida que continúa comprando sus regalos de Navidad,
recuerde que cada compra que realiza tiene un efecto no solo en su propia alma,
sino en todos los involucrados con ese regalo.
Nuestra compra puede promover el bien común y
la búsqueda de la santidad, o puede llevarnos por mal camino y apoyar un modelo
de consumismo perjudicial para la sociedad.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia