Es verdad que la Iglesia solo canoniza a sus fieles, sin embargo, el cielo no es territorio exclusivo de los católicos, pero ¿son santos?
![]() |
Pascal Deloche / Godong |
La Iglesia nada
más canoniza como santos a sus fieles, a los que conoce. No reconoce
oficialmente la santidad de los no católicos o que hayan pertenecido a otras
religiones.
Ahora bien,
esto no significa que estén en el cielo única y exclusivamente los canonizados
(la canonización no es un requisito para entrar en la gloria).
Tampoco
significa que no haya personas de otras religiones en el cielo, pues el
ofrecimiento de la salvación es para todos los seres humanos (1 Tim 2, 4).
El cielo no es
exclusivo para los católicos, ni se creó solo para ellos. El cielo es para
quien goza de Dios y hace su voluntad (Mt 7, 21-23).
Jesús es el
único mediador entre Dios y todos los seres humanos (1 Tim
2,5) por eso muchos se salvarán por Él de la manera que Él sabe.
Jesús
redimió a todos
En el cielo
hay, pues, y habrá fieles de todas la religiones aunque no sepamos cuántos ni
conozcamos nombres concretos.
Es que Jesús
redimió a la humanidad sin excluir a nadie. Por esto es que hay otras vías de
salvación para quienes no conocieron a Jesús ni su Iglesia, aunque hayan oído
hablar de Él y de Ella; y esa ignorancia haya sido invencible.
Dios es justo y
por esto no cometerá nunca la injusticia de condenar automáticamente a alguien
solo porque ‘oficialmente’ y/o ‘de nombre’ no sea cristiano.
El concilio
Vaticano II dice:
"Incluso a
aquellos que sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de
Dios, y se esfuerzan, no sin la gracia divina, en llevar una vida recta,
tampoco a ellos niega la divina Providencia los auxilios necesarios para la
salvación".
Gaudium et Spes 22, 5
Y dice también:
"Aquellos
que, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no
obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo la influencia de
la gracia, en cumplir con obras su voluntad conocida mediante el juicio de la
conciencia, pueden alcanzar la salvación eterna".
Lumen Gentium, 16
Henry Vargas
Holguín
Fuente:
Aleteia