Kerygma organiza una nueva edición de Arde Complutum. «Es urgente salir a hablar de Dios a la gente», dice uno de sus iniciadores
Foto: Kerygma. Dominio público |
Se trata de una semana donde hay
momentos de oración, formación y evangelización en la que sacerdotes,
religiosos y laicos «tienen la oportunidad de llevar el amor de Dios a los
alejados», explica Carlos Cortés, uno de los iniciadores de Kerygma, el grupo
de evangelizadores que organiza este evento.
El objetivo es lograr que este
método de primer anuncio que consiste en salir a la calle a evangelizar alcance a más gente.
«Ojalá más personas salgan a la calle a evangelizar», exclama Cortés, que
reconoce «miedos y prejuicios» ante quien se acerca por primera vez a esta
experiencia.
Sin embargo, aunque «cuesta salir a
la calle» a hablar de Dios a otros, «lo cierto es que quien lo experimenta y da
el salto se hace consciente de la gran necesidad de este apostolado». En
Kerygma saben que la acción de Dios «no se da solo en los templos», pues «el
mejor aliado de la evangelización es el propio corazón cada hombre, porque todo
el mundo anhela a Dios, aunque no lo sepa o lo rechace».
Cortés destaca de esta experiencia
«la alegría» de evangelizar, pero también «la urgencia de salir a hablar de
Dios a la gente». De este modo, de su largo recorrido en este método de primer
anuncio se sigue sorprendiendo «con personas que entran a confesarse a una
iglesia después de años sin hacerlo», por ejemplo, o «largas conversaciones»
sobre la vida y la fe que tienen lugar en estas salidas.
Para hacerlo es necesaria «santa
audacia y valentía», la que tienen los que cada año acuden a Arde Complutum:
«desde niños hasta abuelos, familias con niños, jóvenes, religiosas y
consagrados, sacerdotes…, todos de las realidades más distintas de la Iglesia»,
confirma.
Al encuentro «vienen personas que ya han estado en años anteriores y también otros que desean aprender a evangelizar de esta manera. Algo que les une es que, al acabar, todos desean llevar este anuncio a sus lugares de origen», dice Carlos Cortés, que desea que «esta gracia se difunda por toda España como fuego».