El criterio que la Iglesia utiliza para asignar las fechas a cada santo tuvo su origen en la antigüedad, pero su precioso significado sigue siendo vigente
Fred de Noyelle / Godong | Ref:328. Dominio público |
Al principio, estos mártires eran
considerados santos de un modo público. Por ello, para venerar su memoria, se
escogía -con bastante lógica- el aniversario de su martirio. Lo llamaban dies natalis, que
-literalmente- significa "el día del nacimiento" o "el
cumpleaños". Pero, en estos casos, el "nacimiento" era en
realidad el nacimiento a la vida eterna, a la gloria.
El dies natalis –el aniversario del
fallecimiento- siguió siendo, a lo largo de los siglos, el criterio principal para
asignar un día concreto a cada santo.
Alternativas
al "dies natalis"
Sin embargo, no siempre es posible utilizarlo.
En algunos casos no se conoce con exactitud esa fecha; en otros, coincide con
fechas de especial solemnidad que conviene despejar de otras celebraciones.
Cuando esto sucede, se busca una fecha
apropiada, atendiendo a varias circunstancias. La principal son los calendarios locales.
Muchos santos han sido venerados en
ámbitos reducidos –una diócesis, un país- antes de ser considerados santos por
la Iglesia universal. En esos casos, se traslada al calendario universal la
fecha que se utilizaba localmente.
Otros criterios se pueden referir
a efemérides o
a sucesos de particular importancia en la vida del santo en cuestión. Por
ejemplo, si se trata de un Papa, puede ser el aniversario del día de su
elección.
Este es el caso de san Juan Pablo II, ya que el 2
de abril, fecha en que falleció, es una fecha que podría coincidir con Semana
santa o Pascua y eso provocaría que su celebración se posponga por varios días.
¿Y el
cumpleaños?
Lo que no se suele hacer es elegir el
día del cumpleaños, pues se considera que lo celebrado no es la llegada a este mundo, sino su triunfo
final al acabar esta vida.
Julio de
la Vega-Hazas
Fuente: Aleteia