La Semana Santa ha culminado, dando paso a la Pascua de Resurrección, ahora que la tumba ha quedado vacía, es tiempo de regocijarnos, porque tenemos un Dios vivo
Antonio Guillem | Shutterstock |
Durante el
tiempo de Cuaresma, nos preparamos con oración, ayuno y limosna, para dar pie a
la semana más importante de la Iglesia: la Semana Santa -también conocida
litúrgicamente como la Semana Mayor-, y de ahí pasamos al momento triunfal que
es la Pascua de Resurrección.
Como sabemos, la Semana Santa inició con
la Misa de Domingo de Ramos, misma
que, nos invitó a celebrar con Jesús su entrada triunfal a
Jerusalén. (Marcos 11, 1-11)
Para posteriormente, acompañarlo a Él y a María
durante el Triduo Pascual, que son los días donde experimentamos la profunda
crueldad y soledad que vivió Jesús, días de recogimiento, de reflexión, oración
y de desapegos hacia lo mundano, hacia aquello que nos aleja de aquel a quien
hemos crucificado.
Las Tinieblas no pudieron vencerle
¡La tumba está
vacía! y no hay cabida para la tristeza de las tinieblas, ya que no pudieron
contra Él.
Ha llegado el
momento de gozo y cantamos con gran júbilo gloria a Cristo, porque la espera ha
terminado y Él ha cumplido su promesa. Aunque para muchos, la historia es
totalmente diferente…
Algunos se han
quedado en la oscuridad de las tinieblas, muchos siguen atados a sus vicios, a
sus apegos, no quieren ser hombres nuevos con Cristo, siguen en estado de
tristeza y lamento como si aún fuera Viernes Santo y vagaran en las
tinieblas.
¡La tumba está
vacía! y no hay cabida para la tristeza de las tinieblas, ya que no pudieron
contra Él.
Ha llegado el
momento de gozo y cantamos con gran júbilo gloria a Cristo, porque la espera ha
terminado y Él ha cumplido su promesa. Aunque para muchos, la historia es
totalmente diferente…
Algunos se han
quedado en la oscuridad de las tinieblas, muchos siguen atados a sus vicios, a
sus apegos, no quieren ser hombres nuevos con Cristo, siguen en estado de
tristeza y lamento como si aún fuera Viernes Santo y vagaran en las
tinieblas.
Entonces… ¿Vives en la oscuridad o en la luz?
Esta es la pregunta que deberíamos hacernos
cada mañana y así vivir con propósito y darle un enfoque claro a nuestra vida
con dirección al cielo, de modo que no solo nosotros vivamos con alegría la
Pascua de Resurrección, sino también con gozo y amor, porque tenemos un Dios
vivo que entregó su vida por nosotros y que ahora nos pide que vivamos
por Él. Somos sal de la tierra y luz del mundo.
Esta Pascua de Resurrección es también para
morir al pecado y morir a todo aquello que nos ata a la oscuridad, morir a
nuestros vicios y a nuestras pasiones, para ser libres en el amor, pues sólo
aquel que es libre puede amar verdaderamente.
Estas son solo algunas de las maneras que
puedes practicar para vivir tu vida con el gozo de la Pascua.
1. ACÉRCATE A LOS SACRAMENTOS
Cristo nos
prometió que nos acompañaría hasta el fin de los tiempos, lo que quiere decir
que no estamos solos. Él se ha quedado en un pedazo de pan, para que pudiéramos
gozar de esa plenitud y recordar que Él está vivo y reina en nuestros
corazones.
2. RECUERDA QUE ESTAMOS HECHOS PARA LO ETERNO
Estamos en este mundo, pero recuerda que el
propósito es alcanzar a Cristo en el cielo y en la eternidad.
3. COMPARTE LA ALEGRÍA Y SAL DE TU TUMBA
Dice la Biblia
que «la boca habla de lo que está lleno el corazón» (Lc 6, 45). Por ende, debemos salir y levantarnos de
nuestra tumba (la cama, algún vicio, etc.) y vivir como verdaderos discípulos
que se alegran ante la resurrección de su maestro.
Comparte esa alegría no solo este domingo (o durante la octava), sino siempre, en especial con aquellos que se han quedado en Viernes Santo y que no saben que Él ya resucitó.
Karen Hutch
Fuente: Aleteia