El oficial Nieves cumple 26 años de carrera policial y es diácono en Puerto Rico. Porta una pistola 9mm como arma de cargo, pero sus armas más poderosas son la oración y el santo rosario…
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El oficial Nieves es también diácono. Dominio público |
– ¿Qué fue
primero, el ser policía o ser diácono?
Ser policía.
Ingresé con 20 años. Yo
estaba laborando en el supermercado del pueblo y entonces estaba poniéndome muy
delgado. Mi abuela, que en paz descanse, preocupada por la situación, le
comentó a una tía que trabajaba en la policía como secretaria si me podía
conseguir algún empleo que no requiriera tanta fuerza física.
Entonces fui con ella,
pero el trabajo que había disponible requería de unos estudios más avanzados.
Entonces, mi tía habló con un oficial de la policía, un teniente, y le preguntó
si había algún trabajo que requiriera menos experiencia y le dijo que no, que
solo de policía para mi edad.
Pues nada, fui al primer
piso, a reclutamiento, y me tomaron las huellas dactilares y buscaron el
certificado de buena conducta y ahí comencé a trabajar. Eso fue en enero de
1996 y en abril comencé la academia de policía.
Hoy tengo el rango de
teniente primero. Ahora mismo estoy sirviendo en un centro de educación de la
Policía, que es lo que tiene que ver con la reforma de la política en Puerto
Rico. Ahí se adiestra a los nuevos policías en armas menos letales y otros
adiestramientos que se les están dando constantemente a la policía para su
mejoramiento personal y su educación continua.
– ¿Llegó a
tener un día muy difícil como policía?
Yo llegué a patrullar
diferentes lugares. Dentro de las funciones nunca tuve problemas, uno hace el
trabajo como se debe. Hace algunos años, un 25 de julio, (aquí en Puerto Rico
se celebra la Constitución del Estado Libre Asociado), estaba en operaciones
tácticas. Y en la calle se formó un pequeño disturbio. Tuvimos que utilizar
gases lacrimógenos y dispersar a varias personas que estaban queriendo
interferir con la labor de la policía. Pero gracias a Dios no pasó a mayores.
– ¿Cuáles son
las principales problemáticas de seguridad que tiene Puerto Rico?
El
narcotráfico provoca la muerte y muchos asesinatos. Esa guerra del
narcotráfico constantemente provoca asesinatos por la venta de droga. O cuando
arrestan a alguna persona que vende droga y los otros quieren tomar poder, eso
suscita que haya guerra de bandos. Y la violencia doméstica, que lamentablemente
es algo familiar que está ocurriendo mucho.
La oración, el santo
rosario.
– ¿Cómo llega
Dios a la vida del teniente Nieves?
Desde pequeño fui criado
en el catolicismo. En el año 2006 conozco a mi actual esposa. Yo no sabía que
era católica y en un momento dado ella me invita a la fiesta de la parroquia. Y
yo, como siempre tenía ese deseo de volver a la iglesia, acepté la invitación.
Desde ese año comencé a asistir a la iglesia con ella hasta que nos casamos y
seguí creciendo en ese amor por la iglesia, por Dios y por el servicio policial
y por la Iglesia.
– ¿Cuántos
hijos tienes?
Tres hijos.
– ¿Cómo
sentiste el llamado para ser diácono?
Yo participaba con los
lectores de la parroquia y también ayudaba en todo lo que se requería, como en
Semana Santa u otros momentos, hasta el servicio en la limpieza de la iglesia.
Nunca pensaba en el diaconado, hasta que serví dentro de la Iglesia católica y
conociendo más de este ministerio me nació el llamado.
No le ponía mucho interés,
porque al menos se requerían 10 años de matrimonio. En el 2012 yo le pregunté a
mi párroco cuáles eran los requisitos para el diaconado permanente. En el 2013
me explicó cómo era el diaconado. Mi esposa y yo aceptamos el llamado de Dios,
e inicié el proceso para mi formación y discernimiento. El 1 de noviembre
del 2018 fui ordenado diácono.
– ¿Y por qué un
policía quería ser diácono?
Porque quería darle
más de mí al Señor, entregarme más, y yo tenía la figura
de dos sacerdotes que eran jóvenes, el padre Quique director de Cáritas Puerto
Rico, y también tenía al de los medios sociales, al padre Milton
Rivera.
¿Sus
superiores en la policía sabían que te preparabas como diácono?
Sí. Y a muchos de ellos
les tengo que agradecer que siempre me ayudaban si tenía que requerir algún día
para alguna preparación o formación especial.
¿Cómo
le ha ayudado el ser diácono?
En el matrimonio me ha
ayudado grandemente y me sigue ayudando, porque mi esposa también está entregada al
servicio de Dios y su iglesia. Ella está a cargo del ministerio de música y es
catequista. Está en el ministerio de jóvenes y hemos crecido
más los dos espiritualmente durante todo este tiempo. La familia está más unida
porque siempre estamos juntos sirviendo al Señor. Nuestros
hijos son monaguillos.
Y en la policía me ha
ayudado en la disciplina, en el carácter, en la responsabilidad, porque tengo
que dar un buen testimonio, más que otra persona en el servicio de la policía,
con mi comportamiento. Y tengo que hacer equipo. Tengo que ser ejemplar y tener una conducta
intachable.
– ¿Qué
situaciones de miedo se le han presentado en el cumplimiento de su trabajo para
buscar el auxilio de Dios?
Siempre me encomiendo al
Señor y las situaciones de miedo, por la misma adrenalina no se sienten en el
momento, pero es cuando uno aplica los fundamentos y la experiencia. Los miedos
los puedes tener en los primeros años de servicio.
Sí. Ella está en una
oficina que se encarga de investigar a los policías que cometen alguna mala
conducta o corrupción.
– ¿Entonces la
conoció dentro de la policía?
Sí.
– ¿Cómo le ha
cambiado tu vida el ser diácono?
Me cambió totalmente. Ha
cambiado desde el momento en que volví de lleno a la Iglesia.
– ¿Su esposa es
devota de algún santo?
Siempre ha sido devota de
la Madre
Teresa de Calcuta y a mí siempre me ha impactado la historia de san
Damián de Molokai.
Jesús
V. Picón
Fuente: Aleteia