Una vez pasados los cincuenta años, querer casarse puede dar miedo o parecer demasiado arriesgado... Sin embargo, las parejas demuestran constantemente lo contrario: casados tarde, pueden conocer mejor la receta de la felicidad conyugal. Razones
![]() |
Shutterstock I sylv1rob1 |
Hijo
único de padres divorciados en su adolescencia, inconscientemente tenía miedo
de entablar una relación romántica. Bajo cualquier pretexto, detenía todo
en cuanto sentía que podía enamorarse.
“Durante mucho
tiempo sentí un verdadero bloqueo para dar un paso hacia una relación que
me llevaba a “arriesgarme” a tomar un camino serio. Con el tiempo me
convencí de que, en cualquier caso, no podía renunciar a mi libertad para
gestionar mi vida por mi cuenta”, confiesa a Aleteia.
“No tener
responsabilidades familiares parecía encajarme perfectamente… hasta el día en
que me encontré con Laure en una boda, una amiga de la infancia a la que no
había visto en años. Su atención y delicadeza, pero también cierta
madurez, me atrajeron de inmediato. Teníamos muchas cosas en común como la
pasión por los deportes acuáticos, el vino, viajar”, recuerda.
Luego él
propuso ir de excursión con otros amigos en común. Un poco más tarde,
Laure a su vez le sugirió que hiciera unretiro espiritual en
una abadía que ambos conocían muy bien… “Poco a poco me di cuenta de que había
estado esperando a Laure todo el tiempo, era con ella con quien soñaba estar
casado y formar una familia. Antes, por falta de madurez de ambas partes,
hubiera estado abocado al fracaso…».
No hay una edad ideal para casarse
Entonces,
casarse tarde, ¿buena o mala idea? Además, ¿hay una edad ideal para
casarse? Para Camille Rochet, psicóloga
y terapeuta de pareja, la respuesta es “no”: “Claro, dicen que las
grandes decisiones de la vida se toman antes de los 30 años. Sí, puede ser
más sencillo, en particular por el reloj biológico de la mujer para poder tener
hijos. Pero, aparte de esta angustia, no creo que haya una edad ideal
para casarse. Es una pregunta personal. Antoine y Laure parecen estar
listos para casarse y formar una familia recién ahora, a los 50 años”, subraya.
Las personas de
40 y 50 años son más capaces de arreglar sin problemas los conflictos entre sus
propias necesidades y las de sus cónyuges.
La psicóloga
suiza Gisela Labouvie-Vief realizó un estudio con personas mayores de
45 años que le permitió identificar ocho características. Reflejan, entre
otras cosas, una mayor capacidad para crear una pareja feliz. Según ella,
las personas de 40 y 50 años pueden arreglar mejor los conflictos entre sus
propias necesidades y las de sus cónyuges.
El miedo a
salirse de los caminos trillados desaparece, la experiencia de vida te hace más
flexible, curioso por los demás y más auténtico. Todos estos rasgos
inspiran confianza aportando mucha serenidad a la pareja. Según Gisela
Labouvie-Vief, este potencial para formar un matrimonio duradero proviene
del hecho de que entre los cuarenta y los cincuenta años, la experiencia
emocional se vuelve más profunda y armoniosa.
«Los dos se
conocen bien: han aprendido poco a poco a cultivar su jardín personal y están
igualmente motivados por el de la pareja.«
“Las parejas
que se casan tarde, y conozco a varias de ellas, han esperado tanto su vida en
común y más tarde su vida en familia, que están dispuestas a entregarse el uno
al otro de una manera a menudo extraordinaria. Como han podido aprovechar
su celibato para realizar algunos de sus sueños, adquirir experiencias,
florecer, se vuelven muy generosos en acoger a su cónyuge, una vez que se ha
tomado la decisión de casarse”, explica Camille Rochet. Esta forma de amor
sabio, prosigue, es posible porque los dos se conocen bien: han aprendido poco
a poco a cultivar su jardín personal y están igual de motivados por el de la
pareja”, añade.
Tres consejos para estar listo para
comprometerse
Por supuesto,
existen obstáculos reales en el caso de un matrimonio tardío. En
particular, cuando las dos personas están demasiado asentadas en su vida
anterior, marcadas por mucha libertad. No siempre es fácil abandonarla en
favor de las responsabilidades y limitaciones familiares. Con el
matrimonio, ambas personas tienen que sacudir sus vidas arraigadas. “El
contexto de las parejas maduras no tiene nada que ver con el de las parejas
jóvenes que inician su vida profesional y social”, apunta además la
psicóloga. De hecho, no siempre es fácil cambiar de trabajo para reunirse
con su cónyuge, como tampoco lo es dejar su apartamento para mudarse con otra
persona. Casualmente, para algunas personas, dejar la vida atrás puede ser
complicado. Se necesita mucho trabajo para hacer bien esta transición a la
nueva vida juntos. De otra parte, la soltería puede
manifestarse y debilitar a la pareja.
Entonces, ¿cómo
te preparas bien para el matrimonio más adelante en la vida? ¿Cómo poner
todas las posibilidades de tu lado para triunfar en tu vida en pareja? Tres
consejos de Camille Rochet:
1-. PREPÁRATE PARA CUESTIONAR TODO.
Muchas parejas
que se casan tarde se conocen a través de las redes sociales, sitios de citas o
en un círculo más amplio. Por lo tanto, entre los dos cónyuges, a menudo
hay diferencias de origen, ambiente, cultura, que pueden causar malentendidos,
especialmente en lo que respecta a la educación de los hijos. Es
fundamental prestarles atención, aceptarlos y gestionarlos en el día a
día. Estar dispuesto a cuestionarse completamente para acoger al otro es
esencial para un matrimonio exitoso.
2-. ESTAR DISPUESTO A RENUNCIAR A LOS
NIÑOS.
El reloj
biológico de la mujer es el verdadero problema del matrimonio tardío. Las
posibilidades de tener hijos son menores que para las parejas
jóvenes. Esta presión puede provocar bloqueos (miedo a no tenerlo) y/o
sufrimiento (conciencia de no poder tenerlo), difíciles de gestionar para la
pareja. Es importante hablar de ello antes de la boda y pensar en una
visión de la pareja fructífera quizás de otra manera.
3-. ESTAR PREPARADO PARA ADAPTARSE
ESPIRITUALMENTE.
En el
matrimonio tardío, los dos cónyuges llegan cada uno con su historia de vida de
fe. Todos han crecido en su vida espiritual a su manera. A veces uno
tiene una intensa vida de oración, el otro está lejos, más bien cuestionando y
dudando. Es importante reflexionar juntos sobre las diferencias y ver cómo
acomodar el camino del otro con flexibilidad. Ajustarse suavemente y
conectarse espiritualmente respetando la libertad interior de cada uno.
Marzena Wilkanowicz-Devoud
Fuente: Aleteia