Los consejos del padre Broom se pueden practicar a diario
La esperanza es una de las tres virtudes teologales y hoy en día es muy necesaria. |
En
muchos corazones en la actualidad, también entre muchos católicos, la virtud de la esperanza vacila, se tambalea y en algunos incluso se
apaga. Pero Cristo Resucitado, que es bondad, compasión, misericordia y
paciencia quiere infundir esperanza y un gozo renovado en todo aquel que le
abra su corazón.
El padre Ed Broom, oblato de María Inmaculada y experto en temas de espiritualidad, quiere profundizar en esta virtud en un momento en el que las tormentas impiden ver el sol en el mundo de hoy.
“Quizás tengas un corazón asaltado por dudas, ansiedades, miedos,
inseguridades y confusión. Si ese es el caso, la Palabra de Dios está
dirigida a ti en este momento: ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo.
Cualquiera que abra la puerta, entraré y cenaré con ellos, y ellos conmigo’”,
explica este sacerdote.
La esperanza no es un sentimiento,
es algo que va mucho más allá. Entonces, ¿qué es la esperanza? La
esperanza es una de las tres virtudes teologales junto a la fe y la caridad. Estas
tres virtudes teologales fueron inculcadas en nuestra alma cuando fuimos
bautizados. Por supuesto, como semillas plantadas en la tierra, estas virtudes
deben cultivarse.
Quizás la mejor manera de entender
la virtud teológica de la esperanza la resume Santa Faustina,
resumida en cuatro simples palabras: ¡Jesús, en vos confío! Estas
palabras, grabadas al pie de la imagen de la Divina Misericordia, resumen la
esencia de la virtud de la esperanza.
“Debemos poner una confianza total,
constante, sin reservas y sólida en Jesús en todo momento, lugar y
circunstancia. Debemos abandonar nuestras vidas al cuidado amoroso de Jesús y
confiar en que Él nos ama y siempre actúa de la manera que más nos
conviene, aunque no siempre entendamos los caminos de la Divina
Providencia”, agrega Ed Broom.
¿De qué formas concretas se puede
fomentar, reforzar y fortalecer la virtud de la esperanza en la vida concreta
de cada uno? En Catholic Exchange, este religioso ofrece
10 sencillos puntos:
1. El amor
de Dios cada uno
En primer lugar hay que convencerse
de que Dios no es un tirano, un dictador o un jefe mezquino que quiere
castigar. Al contrario, Dios es un Padre amoroso que ama a todos y cada
uno con un amor eterno, inmutable, nunca sujeto a cambio. “¡Cuanto más
débiles, vulnerables y miserables nos volvemos, más nos abraza Dios con Su
amor! Esto lo vemos ejemplificado en la Parábola del Hijo Pródigo, que con
razón puede denominarse ‘La Parábola del Padre Misericordioso’”, indica el
padre Broom.
2. Envió a
su hijo para salvarme
Dios Padre manifestó su amor
infinito al hombre al enviar a su único hijo en la persona de Jesucristo. Jesús
fue concebido en el vientre de la Virgen María, nació, vivió y fue crucificado.
Luego murió y fue sepultado y resucitó de entre los muertos, todo esto por amor
a cada uno de nosotros. “¡Cuán precioso eres a los ojos de Dios!”,
recuerda el religioso.
3. Jesús
dejó en la tierra la Iglesia: el cuerpo místico de Cristo
Otra razón para regocijarse en la
esperanza es que, aunque Jesús ascendió al cielo, después de su muerte y
resurrección, no dejó huérfana a la humanidad. Más bien, Jesús dejó su
presencia en la Iglesia, que es su Cuerpo Místico.
4. Jesús
presente en la Eucaristía
El mismo corazón y centro de la
Iglesia es Jesús verdaderamente presente en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
en la Misa, más específicamente en la Sagrada Eucaristía. Aquellos
que creen y están en estado de gracia están invitados a recibir a Jesús en lo
más profundo de su alma y experimentar la vida y la vida en abundancia.
5. Amistad
con Jesús
En la Última
Cena, Jesús llamó a los apóstoles amigos. El padre Broom recalca que Cristo “también quiere
que seamos sus amigos íntimos. ¿Por qué no empezar hoy a esforzarse por
cultivar un vínculo de amistad profunda, dinámica y fuerte con Jesús? Él es el
amigo fiel, el amigo que nunca te fallará”.
6. El cielo
nos espera
Una realidad que con demasiada
frecuencia se descuida en las predicaciones y los pensamientos es la realidad
del Cielo. Pese a que al rezar Padre Nuestro se evoca al Padre que “estás en
los cielos” en muchas ocasiones no se medita sobre el Cielo. De cara a la
esperanza, el religioso oblato recuerda que “el cielo existe. Jesús ha
preparado un lugar para todos nosotros en el cielo. Este pensamiento debería
inundarnos de esperanza y alegría, y estimularnos a alcanzar este preciado
premio”.
7. “El Señor
es mi pastor, nada me falta”
En este punto, el religioso señala
que “en cualquier momento y en cualquier lugar, podemos cerrar los ojos e
imaginar que estamos caminando por los prados tranquilos, apacibles y
refrescantes donde Jesús, el Buen Pastor, quiere caminar con nosotros,
hablarnos, escucharnos, animarnos, apoyarnos y amarnos. ¿Por qué no
leer este Salmo lenta y cuidadosamente hoy? Él te está esperando
pacientemente”.
8. Diario de
la Divina Misericordia en mi alma
Por otro lado, Ed Broom confiesa que
“uno de los clásicos espirituales que ha dejado una huella imborrable en mi
vida en los últimos años es el Diario: Divina Misericordia en Mi Alma.
Jesús eligió a la humilde monja Santa Faustina Kowalska, conocida como la
secretaria de la Divina Misericordia, para comunicar al mundo uno de los
mensajes más urgentes de todos los tiempos: Dios es rico en
misericordia, Dios nos ama, Dios está dispuesto a perdonarnos y abrázanos en
sus brazos amorosos. No puedo alentar con mayor énfasis la compra, la
lectura diaria y la meditación de esta obra maestra espiritual. Uno de los
frutos más exquisitos de la lectura constante, asidua y diaria del Diario será
una esperanza renovada que brotará en nuestros corazones y una alegría
expansiva y desbordante”.
9. Comparta
su esperanza y alegría con los demás
Si se siguen las sugerencias
anteriores el resultado será un aumento de la esperanza y la alegría. Sin
embargo, esta esperanza y alegría no se pueden guardar para uno mismo
sino que se debe compartir con los demás. “Al compartir nuestra esperanza y
alegría con los demás serán iluminados y sacados del abismo del desánimo y al
mismo tiempo nuestra propia esperanza y alegría se fortalecerán y crecerán aún
más”, afirma el padre Broom.
10. María:
nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza
La hermosa oración de la Salve dice:
“Dios te salve, Reina, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza
nuestra…”. Estas son palabras de gran aliento. María es, en verdad, manantial y
fuente de abundante esperanza. “Invitamos a todos a leer y meditar sobre el
clásico y obra maestra mariana, Las glorias de María, de San
Alfonso de Ligorio. De hecho, esta joya espiritual es un comentario sobre
esta oración. Al leer, meditar y asimilar estas verdades, sin duda, nos
llenaremos de esperanza y alegría, y nos convertiremos en un manantial
desbordante de esperanza y alegría para los demás”, agrega el religioso.
Fuente: ReL