En un
acto desarrollado en la Asociación de la Prensa de Madrid, que pudo seguirse
también por Internet, la presidenta de Manos Unidas recordó que «aunque el
hambre no es contagiosa, también mata, lo hace mucho más que la covid-19».
Manos Unidas
señaló que en 2020, pese a la pandemia y las dificultades de todo tipo, la ONG
católica organizó 160 proyectos de emergencia ante la necesidad del
coronavirus, a los que destinó 4,6 millones de euros (en concreto a
emergencias).
Aún
no se sabe cuánto recaudó la organización a lo largo de 2020; en 2019 fueron 43
millones de euros; en otros años podían ser más (48 millones en 2012). Lo que
se sabe es que las
necesidades urgentes se han multiplicado.
La
campaña de febrero se dedica siempre a la lucha contra el hambre, que aún padecen 800
millones de personas en el mundo pese a toda la tecnología agraria y
logística de este siglo XXI.
En la
rueda de prensa, participó desde Jerusalén, la misionera comboniana española
Alicia Vacas, responsable de su congregación en Oriente Medio y Asia. Habló de
un proyecto estable que financia Manos Unidas con mujeres africanas, muchas veces cristianas muy pobres, que
llegan a Tierra Santa, a menudo a través de redes de trata y tráfico de
personas, otras veces como solicitantes de asilo. Poder reunirlas,
apoyarlas y crear redes de colaboración entre ellas es una tarea importante
para las misioneras.
También
intervino Raquel Reynoso, presidenta de la asociación SER (Servicios Educativos
Rurales), que trabaja con mujeres
campesinas indígenas de Ayacucho, Perú, una zona hoy muy golpeada por el
coronavirus. "Necesitamos que la generosidad traspase fronteras»,
exhortó.
En la carta que la presidenta ha enviado
a los 80.000 asociados y simpatizantes, Clara Pardo enumera conflictos
graves pero olvidados por los países ricos, que se centran sólo en sus
problemas por el coronavirus,
"¿Quién,
más allá de las ONG y de algunos organismos internacionales, se están
preocupando de si esas
vacunas están llegando o no a los países más pobres? En Manos Unidas
estamos recibiendo informaciones muy desalentadoras en ese sentido. ¿Quién se
acuerda de Haití, sumido
en el caos político y social? Allí no se ha oído hablar de la vacuna.
Ni en la RCD. Ni en la República
Centroafricana. Tampoco en Etiopía donde
desde el mes de noviembre vive una guerra civil de la que nada se sabe… ¡Y no pasa nada!
¿Quién se plantea cómo se
va a conservar la vacuna en lugares donde la electricidad brilla por su
ausencia? Así nos lo explicaban desde Sierra Leona".
A
través de la red de
misioneros y parroquias católicas presentes en todos estos países, y
colaborando con asociaciones locales que se co-responsabilizan (y que Manos
Unidas supervisa y atiende de cerca) la organización logra desde hace más de 60 años llegar a
los rincones más olvidados del mundo, gracias a la generosidad de los
donantes. La Campaña contra el Hambre es uno de esos momentos fuertes en los
que la generosidad cambia vidas.
Fuente: ReL