Estos días atrás estuve
escribiendo la carta a los Reyes Magos, y la verdad es que, en un momento dado,
me puse a pensar cómo comenzaría todo, qué sucedería para que los Magos,
después de entregar sus presentes al Señor, decidieran salir por todo el mundo
a repartir regalos a todos los “niños” del mundo...
Y le preguntaba al Señor, porque
aquello me parecía muy interesante...
Los Magos partieron de Oriente
siguiendo la Estrella que les hablaba de un Rey de los judíos que iba a nacer.
Cuando llegaron, se postraron ante el Niño, lo adoraron y le entregaron sus
regalos: oro, incienso y mirra. Ellos traían de sus lejanos países lo mejor que
tenían para el Rey del cielo.
Y, claro, en seguida el Señor me
hizo comprender... Nadie que se acerca a Él se vuelve con las manos vacías.
Y es que así es el Señor: no
importa lo que le entreguemos, regalos o que vaciemos en Él la mochila, porque,
cuando acudimos a su presencia, siempre volvemos con las manos llenas. Él no
nos deja vacíos, sino que nos multiplica de su Gracia para que la podamos
entregar y regalar a los demás.
Hoy el reto del amor es que
escribas tu carta a los Reyes Magos. Ellos llevarán tu petición hasta el Niño,
le leerán la carta en persona y, después, se encargarán de llevarte el saco de
regalos que el pequeño Jesús les ha devuelto para ti.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma