El delito que cometieron las tres
jóvenes –de 22 años, 23 y 41 años– fue el de ser miembro de la Hijas de María,
de las Conferencias de San Vicente de Paúl, y de Acción Católica
De izquierda a derecha: Octavia, Olga y Pilar. Foto:
Manuel Gullón
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Manuel Gullón, sobrino de la mártir Pilar Gullón Yturriaga, promotor de
su causa y presidente de la fundación Mártires de Astorga, rememora para Alfa y
Omega el martirio de su tía en 1936. «Estaba dispuesta a hacer lo que fuera por
los demás. Tenía una gran espíritu de sacrificio y de entrega».
Cuando los milicianos
tomaron el hospital y apresaron a Pilar Gullón Yturriaga y a sus dos compañeras
–Octavia Iglesias Blanco de la Cela y Olga Pérez-Monteserín Nuñez– les
ofrecieron la libertad si renunciaba a su fe, pero se negaron en rotundo y,
entonces, las fusilaron en un descampado anejo a la casa donde estaban
retenidas en Pola de Somiedo (Asturias) el 28 de octubre de 1936.
«Mi tía no murió al
instante, se incorporó y dijo: “No estoy muerta del todo. ¡Viva Cristo Rey!” y
una miliciana se acercó y la remató», cuenta a Alfa y Omega Manuel Gullón,
sobrino de Pilar, promotor de la causa de las tres mártires y presidente de la
Fundación Mártires de Astorga –formado por Manuel, sus cinco hermanos y los
sucesivos obispos de Astorga–.
El delito que
cometieron las tres jóvenes –de 22 años, 23 y 41 años– fue el de ser miembro de
la Hijas de María, de las Conferencias de San Vicente de Paúl, y de Acción
Católica. Su visión católica les llevó a ofrecerse como voluntarias para
atender a los heridos de un hospital colocado en el mismo frente de batalla
durante la Guerra Civil. «Pilar fue la primera en ofrecerse. Estaba dispuesta a
hacer lo que fuera por los demás. Tenía una gran espíritu de sacrificio y de
entrega», asegura Gullón.
Tras su ofrecimiento,
hicieron un curso de la Cruz Roja y las mandaron al hospital, donde «se
dedicaban a cuidar a los heridos». También «asistían a Misa todos los días. En
una carta, Pilar decía que estaba cuidando a los heridos, que le daba pena, pero
que estaban tocando las campanas y tenía que dejarles un rato para ir a Misa».
Homenaje a nuestro padre
El proceso de beatificación
se inició en 2006 impulsado por los sobrinos Gullón, pero «el verdadero
promotor fue nuestro padre [hermano pequeño de Pilar]. Toda nuestra vida nos
habló muchísimo de ella, de lo alegre y extrovertida que era, de su profunda
espiritualidad», explica Manuel.
Por eso, cuando el Papa
Francisco firmó el decreto de martirio el pasado 11 de junio, los sobrinos de
Pilar sintieron «una alegría inmensa» porque de algún modo «la Iglesia
reconocía oficialmente todo lo que nuestro padre nos había contado de su
hermana. Este proceso también es un homenaje a nuestro padre», asegura el
presidente de la fundación.
Beatificación sin fecha
A pesar de que el Papa
firmó el decreto hace casi tres meses, todavía no hay fecha prevista para la
beatificación. «Hay que recordar que estamos sin nuncio en España y sin obispo
en Astorga, lo que está retrasando un poco las cosas», explica el promotor de la
causa, que próximamente viajará al Vaticano para reunirse con la Congregación
para las Causas de las Santos.
Mientras tanto, el próximo
15 de septiembre se celebrará una Misa en la catedral de Astorga –donde están
enterradas las tres mártires– como acción de gracias por la firma del decreto
de martirio y el consiguiente anuncio de la beatificación.
De la beatificación, Manuel
Gullón espera «que sirva de ejemplo principalmente a los jóvenes. Ellas eran
tres enfermeras jóvenes que son modelo de esfuerzo, de sacrificio y de amor por
los demás», concluye.
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega