Un
desayuno redondo
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Los
días de fiesta suelen ponernos algún pequeño detalle en el plato de cada una
para el desayuno: una galleta diferente, un trozo de bizcocho... algo que
marque la diferencia.
Ayer
fuimos a desayunar y, al entrar en el refectorio (comedor), miré hacia la mesa
y había en cada sitio algo excepcional, ¡muy excepcional! Cada una teníamos un
donuts en nuestro sitio.
Se
nos abrían los ojos, sobre todo a las jóvenes, a la vez que nos preguntábamos
unas a otras de dónde habían salido. La respuesta no tardó en llegar: nos los
había traído el sacerdote que vino a predicar en el retiro el día anterior. ¿El
sacerdote? Su gesto no me dejó indiferente.
Son
esas experiencias en las que ves y sientes que la Iglesia es Madre, que un
gesto pequeño de uno, puede suponer un gran impulso en la vocación de otro, y
así, entre todos nos sostenemos.
Jesús
quiso que nos amásemos y fuésemos uno. Él siempre estaba pendiente de sus
discípulos, de que estuvieran bien, de que compartieran... en definitiva, de
que hicieran comunidad. Él dejó a Pedro a la cabeza de Su Iglesia, no buscó un
hombre perfecto, sino un hombre que había experimentado Su Amor, Su Misericordia.
Por ello, en la Iglesia de Jesús, no busques hombres perfectos, sino hombres
enamorados de Cristo, que quieren darte lo mejor que tienen, y entregan su vida
para ser Padres y Pastores.
Hoy
el reto del amor es que tengas un detalle con un sacerdote que tengas cerca y
cuides de su vocación. Un postre, un táper con comida, invitarle a tu casa o
preguntarle cómo está... un gesto tuyo en el que sienta Familia.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma