Las
franciscanas alcantarinas tienen como carisma el cuidado de la afectividad en
solteros, novios y matrimonios. Este fin de semana organizan el Encuentro
Nicodemo para solteros entre 35 y 50 años, muchas veces «excluidos de las
propuestas pastorales ordinarias de las parroquias»
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Foto: Encuentro Nicodemo |
«Si tienes
entre 35 y 50 años y estás solter@, te esperamos del 9 al 11 de noviembre
en Arenas de San Pedro (Ávila) para descubrir cómo entrar por la puerta de la
vida nueva»: así están difundiendo estos días las franciscanas alcantarinas su
segundo encuentro Nicodemo, especialmente dirigido a solteros y solteras entre
35 y 50 años.
Ya hay previstas más fechas, en diciembre, febrero y mayo, que se
unen a sus iniciativas para novios y matrimonios (toda la información en alcantarinasarenas@gmail.com)
Hermanas, ¿qué
es el camino Nicodemo?
Nicodemo es un camino de profundización en la fe
pensado para jóvenes-adultos solteros, de 35 a 50 años; el nombre del curso se
inspira al personaje bíblico Nicodemo, que, en su búsqueda apasionada y sincera
de la verdad, preguntó a Jesús: “¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo?”.
Nicodemo es la propuesta de un camino para “nacer de nuevo”, es decir para
descubrir la Vida Nueva que hemos recibido en el Bautismo y que coincide con
nuestra llamada a la santidad.
¿Por qué va
dirigido a los solter@s?
En nuestra acción pastoral, dirigida sobre todo a
formar y acompañar a jóvenes en el descubrimiento de su propia vocación y en la
vivencia de su fe cristiana, nos hemos encontrado con muchas personas mayores
de 35 años, solteras, deseosas de participar en nuestras iniciativas; al tener
que decirles que no era posible por superar el límite de edad, siempre se nos
hacía esta objeción: ¿y para
nosotros no hay nada en la Iglesia?
Nos hemos dado cuenta de que estas personas, al no
pertenecer ni a la categoría de jóvenes, ni de novios, ni de matrimonios, se
quedaban a menudo excluidas de las propuestas pastorales ordinarias de las
parroquias y/o de las diócesis. Al mismo tiempo, al ser adultas, frecuentemente
manifiestan un verdadero interés y un deseo sincero de conocer al Señor, de ser
acompañadas en su camino de fe y para dar sentido desde ella a su vida.
Así nació el camino “Nicodemo”, como respuesta a
este grito –a veces explicito, a veces silencioso– de muchas personas que se
encuentran teniendo que vivir la etapa de la mitad de la vida, en si misma
bastante crítica, como solteros.
Desde vuestra
experiencia en esta pastoral, ¿estar soltero hace sufrir a la gente? ¿Cómo vive
la gente su soltería?
En general podemos decir que estar soltero, sobre
todo cuando no se ha elegido, es causa de un profundo sufrimiento en las
personas. Y es normal, porque no hemos sido creados por Dios para estar solos,
sino para vivir en comunión y para amar.
¿Por qué
creéis que pasa esto?
Son muchas y diferentes las razones por las que uno
asume como estado de vida la soltería: la sociedad nos enseña a invertir
nuestras energías y tiempo en alcanzar la felicidad a través de una buena
carrera profesional, una envidiable posición social, una cierta independencia
económica…, dejando en segundo plano la vida afectiva y el amor. A menudo,
después de haber alcanzado todo lo alcanzable a nivel laboral, a los 35-40 años
las personas se despiertan y
empiezan a vivir con frustración el no sentirse afectivamente realizadas,
plenas, fecundas. Empieza la búsqueda ansiosa de una pareja que, si motivada
por el miedo a quedarse solos y por el reloj biológico que marca los límites de
una fecundidad física, a menudo no obtiene resultados positivos o acaba mal,
porque a nadie le gusta ser buscado y amado por la necesidad del otro.
A veces pesan
las experiencias anteriores…
Sí, algunas personas están solteras porque han
sufrido mucho en el pasado por historias afectivas equivocadas y tienen miedo a
arriesgarse una vez más en la grande aventura del amor; otras tienen detrás
experiencias de vida consagrada a la que se vieron empujadas por
discernimientos vocacionales equivocados y mal acompañados; otras tienen un
apego afectivo tan fuerte a su familia de origen que les impide desvincularse y
vivir una verdadera independencia física y psicológica; y otras, finalmente,
consideran su trabajo, su profesión, su dedicación a los demás, como su vocación, a la que se entregan
enteramente.
¿Cómo suelen
gestionar su situación?
El sufrir la propia soltería, en muchas ocasiones,
es determinante en la persona para que se despierte en ella el deseo de empezar
un camino de búsqueda de un sentido profundo a la vida, de encuentro con Dios,
de conversión humana y espiritual y de apertura afectiva al otro en una justa
madurez y libertad interior.
Otras veces, lamentablemente, para muchas personas
la soltería puede llegar a ser un estado de vida cómodo, elegido
conscientemente: la soltería, si es vivida como búsqueda de una libertad
absoluta, libre autodeterminación y falta de compromiso, puede tener incluso
sus ventajas…; para otras personas puede ser una situación a la que se acaban
acostumbrando con una cierta resignación… En Nicodemo intentamos luchar contra la soltería buscada
o aceptada con una mentalidad egoísta o resignada que le cierra a uno en sí
mismo e impide una vida entregada en el amor.
¿Dios no tiene ningún plan
para los solteros? ¿No tienen vocación?
Ninguna persona es excluida
del amor de Dios y de sus planes de salvación… Si es vivida en Cristo, una
situación de soltería y soledad puede ser decir un tiempo propicio en el que
profundizar en una relación íntima y verdadera con Dios y experimentar que Él
nos ama no por nuestras capacidades, éxitos profesionales, buenas obras y
coherencia moral, sino porque nos ha hecho sus hijos, su obra de arte única e
irrepetible. El Amor que muchas veces buscamos fuera de nosotros, en realidad
ya lo hemos recibido, vive en nosotros.
Lo que pretende Nicodemo es
acompañar a cada persona a descubrir su vocación de hijo de Dios. Por eso, los
que participan en Nicodemo en realidad son solteros que se ponen manos a la
obra: a lo largo del camino quizá algunos encuentren la persona con la que
vivir un matrimonio cristiano; otros se consagrarán al Señor en una de las
diferentes formas existentes en la Iglesia; y otros aceptarán positivamente su
estado de solteros viviendo como hijos amados por Dios, como fue, por ejemplo,
el caso del santo italiano Giuseppe Moscati.
También organizáis
encuentros para novi@s, matrimonios…
Si, a partir del año 2013
han surgido varias iniciativas relacionadas con el ámbito afectivo-sexual: Con
todo el corazón, un proceso de formación afectiva mensual para jóvenes,
novios, catequistas, que impartimos en la parroquia franciscana Cristo de la
Paz, en Madrid; El amor, un nombre y en un rostro, un curso
intensivo de afectividad, puesto en marcha en Italia por los franciscanos de
Asís y desde el año pasado impartido en Madrid por los franciscanos del equipo
de Pastoral Juvenil y vocacional de la Provincia franciscana de la Inmaculada y
nosotras, hermanas franciscanas Alcantarinas; y La casa sobre la roca,
un proceso para novios y matrimonios orientado al cuidado y al crecimiento de
la relación de pareja y a la construcción del hogar familiar sobre el cimiento
solido del amor de Cristo.
¿Es la afectividad una
frontera hoy, en la que hay que estar? ¿Por qué unas consagradas como vosotras
os metéis tan de lleno en esta pastoral?
El reciente Sínodo sobre
los jóvenes ha puesto de relieve la importancia de la acción pastoral que
nuestro Instituto de hermanas franciscanas Alcantarinas ha recibido como
carisma y misión fundamental desde su nacimiento, en 1870: acompañar a los
jóvenes en el descubrimiento de su propia vocación al amor. La vocación de cada
persona se reconoce en el discernimiento de cuál es la forma de vida que le
permite amar más plenamente a Dios y al prójimo, que al final es la síntesis de
todo el Evangelio.
Por tanto es imposible
separar el ámbito vocacional del ámbito afectivo, mejor aún, es imposible
separar toda acción pastoral del ámbito afectivo. En una sociedad que propone
una total auto-referencialidad y auto-gestión de la sexualidad, en que todo
está permitido, las personas que encontramos y escuchamos, a menudo se
encuentran machacadas por dentro, sobre todo en el ámbito
afectivo-sexual. Por eso creemos que es necesario meterse de lleno en este
ámbito, respondiendo a esta emergencia afectiva a través de
una obra de evangelización, formación y acompañamiento personal.
Según nuestra experiencia,
lo que la Iglesia propone en el ámbito afectivo-sexual, cuando es presentado en
su sentido profundo y con un lenguaje cercano a las personas, no solamente no
es considerado antiguo, fuera de moda o frustrante, sino que termina viéndose
como un camino verdaderamente apasionante, liberador y deseable para
experimentar la profunda belleza de un amor digno de fe, en el que vale la pena
confiar, porque fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte de todas nuestras
debilidades.
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega